Cuando Emilio Azcárraga Milmo, el legandario Tigre, subió al elevador donde estaban varios técnicos y vio que uno portaba el gafete en el cinturón, le dijo: “¿Para eso te pago tanto… pa’ que traigas el gafete en los huevos?”. El empleado se llevó la mano a la garganta y respondió: “No señor, ésos los traigo aquí”. Al salir del elevador, el Tigre se quitó su Rolex y se lo dio al técnico asustado: “Te lo mereces, cabrón”, relatan Claudia Fernández y Andrew Paxman en El Tigre, la biografía no autorizada del empresario fallecido. Su estilo no era precisamente tierno, pero este hombre transformó a Televisa en el emporio de comunicaciones más importante de habla hispana.
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En su época, este estilo de gestión lo llevó a ser el hombre más influyente en los ámbitos político, cultural y económico. Empero, siempre fue paternalista —aclara Marielle de Spa, socia de Heidrick & Struggles, firma de cazadores de talentos—, situación que está cambiando radicalmente hacia el interior del empresariado mexicano. El no tocarse el corazón para alcanzar una meta está cobrando auge a decir de Spa, debido a que las empresas mexicanas y las filiales internacionales necesitan perfiles autocríticos, exigentes y transparentes para dar credibilidad.
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“Se trata de una nueva , para quienes las cosas no han sido fáciles. Se han exigido mucho para llegar a donde están. No la tenían garantizada como los hijos de papi. Como a ellos les costó trabajo, dedicación y tiempo, esperan lo mismo de la gente con la que trabajan. Creo que lentamente se está transitando hacia este perfil”, comenta John Smith, legendario cazador de cabezas en México.
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Tener un estilo directo y orientado a resultados dista de la injusticia o irreverencia. La cursilería corporativa que ha predominado dentro del empresariado mexicano durante décadas, se resiste a aceptar que los nuevos líderes no buscan popularidad sino resultados.
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Las fuentes consultadas coinciden en que tradicionalmente la comunidad corporativa local se ha basado en el nepotismo, el compadrazgo y las relaciones personales, reflejo fiel de la propia cultura mexicana.
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Tal esquema funcionó bien durante la época en la que el Estado y los empresarios tenían un contubernio, a decir de Rafael Sánchez Navarro. Hoy, en ausencia de la protección del gobierno, numerosas empresas mexicanas han pasado a manos de extranjeros. Este fenómeno es resultado de malas gestiones y carencia de estrategias sólidas.
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Adiós a las celebridades
La tendencia ha dado cabida al ingreso de ejecutivos que ven oportunidades en los problemas, una generación de directivos a los que la comunidad empresarial califica de duros. Sin embargo, ¿tiene la dureza que ver con la falta de sensibilidad o con la autocracia? En un esfuerzo por detectar el estilo de esta nueva especie de líderes, Expansión trabajó con sus consejeros editoriales, contactos corporativos y analistas para ofrecer una galería de jefes duros, como una muestra mínima de un estilo distinto de gestión. El común denominador de los candidatos e investigados consistió en ser exitosos en su trayectoria dentro de una empresa, pero sin ser parte de las familias accionistas.
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Se solicitó a un universo de ejecutivos de varios sectores nominar nombres de líderes que consideraran duros. A partir de los nombres más recurrentes se armó este listado, que integran (Telmex), (Desc), (Alfa), (TV Azteca), (Frito- Lay International), (Hacienda y ex Avantel) y (Banco Santander).
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Jim Collins, coautor de From Good to Great y experto en liderazgo, comentó en el título Leaders Talk Leadership que los líderes de primer nivel son fundamentalmente ambiciosos para lograr la grandeza de su empresa a largo plazo… no para sí mismos. “Como resultado suelen ser personalmente modestos, humildes y reservados, pero extremadamente tozudos en nombre de la compañía. No tienden a convertirse en celebridades. No tienen el ego concentrado en hacerse conocidos. No son los líderes famosos, sin embargo destronan a las celebridades empresariales en términos de resultados”, citaron los editores del tomo, Meredith Ashby y Stephen Miles. Collins apunta a la gran diferencia entre hacerse publicidad a sí mismo y entregar resultados.
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Por su parte, Sam Podolsky, cazador de cabezas y experto en gobernabilidad corporativa, dice que se trata de ejecutivos que no mezclan el sentimiento con el trabajo, tratan a los demás como adultos y establecen relaciones perdurables con su equipo. A continuación nuestra galería inédita de esta nueva generación de líderes. Élite que, a diferencia de otros personajes de ayer y hoy, no recurre a la autocracia o a la siembra de temor para sustentar su talento.
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—con la colaboración de Bárbara Anderson.