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La incertidumbre y el crédito

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mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

Si bien es cierto que las tasas de interés han presentado un fuerte descenso en términos nominales en los últimos 12 meses, este comportamiento no se ha reflejado en las tasas reales, que han continuado en niveles altos.

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Al ser la tasa de interés un precio, el del dinero, en este se incorporan no sólo los datos conocidos y los esperados, sino también algo mucho más complicado de manejar, el miedo a lo inesperado.

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En este caso no hablamos de una situación de pánico –que pudiera causar un crack–, ahora el asunto es menos dramático pero igual de negativo: produce parálisis.

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A un ahorrador lo primero que le preocupa es la seguridad. Que su dinero conservará su valor (empezaron los problemas), que la institución en la que depositó es sólida y le reintegrará su depósito (vamos por el buen camino) y que los rendimientos sean atractivos.

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El otorgamiento de crédito tienen una lógica similar. Busca una moneda estable, seguridad de cobro y niveles de costo razonables. Es claro que los niveles actuales de tasa de interés dificultan el que los proyectos de inversión sean rentables. Y si añadimos a esto que existe aún gran incertidumbre respecto de que sean sostenibles en el largo plazo, entonces puede ser que se decida no llevarlos a cabo. Al parar proyectos de inversión no sólo se dejan de generar empleos momentáneamente, sino que en algunas ocasiones éstos se generan en otro lugar cancelando ese beneficio para siempre.

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La coyuntura política explica en parte la volatilidad, pero sería poco sensato pensar que una vez que pasen las elecciones los mercados tendrán una explosión positiva.

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Igualmente irreal sería esperar que los inversionistas y ahorradores dejarán de desconfiar. Aun cuando la economía muestra gran solidez y la posibilidad de una transición suave es muy elevada, la experiencia de los últimos cuatro sexenios y la conciencia de que los impactos externos pueden modificar las condiciones de salud de nuestra economía hacen prácticamente imposible pedir que se actúe con plena confianza. Habrá que demostrar que se cumple antes de volver a recibirla.

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Todo esto –a pesar de que las condiciones de la banca mexicana han mejorado fuertemente– nos llevará a que el crédito, indispensable para un desarrollo económico sano, se mantenga todavía muy restringido.

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No debemos de echar las campanas a vuelo. Todavía falta un elemento sin el cual no podremos sostener un crecimiento sano. El reto es que logremos lo más rápidamente posible elevar el nivel de certidumbre respecto del futuro.

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