Diego Rivera nunca habitó La Noria, pero su espíritu aún deambula por lo que hoy es el Museo Dolores Olmedo Patiño.
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Amiga entrañable del muralista y tenaz coleccionista de su obra, Lola Olmedo siguió al pie de la letra las palabras de su maestro: "Mire linda, yo sé que usted es la única que puede recuperar mi obra, por el cariño y cuidado que le pone a mis cosas. Estas son las obras que usted debe tener", le dijo, mientras le extendía una lista.
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Así, desde 1956 Olmedo se dedicó a recuperar los 141 cuadros que Diego Rivera le indicara. Luego adquirió y mandó restaurar una edificación del siglo XVI en Xochimilco (al sur del Distrito Federal) en la que hoy alberga la colección privada más importante de obras del pintor guanajuatense.
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Tuvieron que pasar 38 años para que Olmedo pudiese mostrar el resultado de su -cruzada riveriana, en la que casi cumple al 1,00% la petición de su amigo. De esas 141 obras, hasta ahora ha conseguido 139 --el último cuadro, Cuchillo y fruta delante de la ventana, 1917, lo adquirió en noviembre de 1994 y pagó $2.2 millones de dólares por él-, las cuales se exhiben en la finca La Noria, joya arquitectónica que ocupa un terreno de 32,000 metros cuadrados. Esta construcción fue adquirida en 1962 por la coleccionista con el fin de remodelarla, habitarla y luego donarla a México.
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Para disfrutar plenamente el Museo Dolores Olmedo, la primera recomendación es utilizar las visitas guiadas, a cargo de un grupo de jóvenes bien entrenadas y documentadas sobre la obra y hasta de uno que otro chisme sobre los amoríos del artista.
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Lo primero que llama la atención son los jardines habitados por pavorreales, así como los estanques con cisnes y patos. Habita ahí también una manada de 12 -chxoloezcuitles, colección única en el mundo de perros prehispánicos, los animales preferidos por Rivera.
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Después de reponerse de estas sorpresas, el visitante ingresará a una sala con 4,2 grabados y dibujos de Angelina Beloff, artista rusa que fue la primera mujer del pintor. De ahí en adelante, el resto de la casa-museo muestra la obra de caballete de Rivera de la época realista-costumbrista de la escuela madrileña de Eduardo Chicharro. De estas obras se pueden mencionar -Autorretrato con Chambergo, El picador y En la fuente de Toledo, que muestra leves influencias de Cézanne y El Greco.
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A lo largo de los 137 trabajos expuestos -Cuchillo -y fruta... aún no se exhibe-, se pueden apreciar las distintas etapas del pintor: desde el impresionismo (Sol rompiendo la bruma) hasta su ruptura para llegar al cubismo (El joven de la estilográfica) y su culminación en la búsqueda de otras corrientes (Braque, Cézzanne, Picasso o Renoir), con obras como -Guerrillero o paisaje zapatista, Paisaje de Piquey, Paisaje du Midi y El matemático.
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Entre sus obras maestras figurar La canoa enflorada y la trilogía de desnudos inspirados en la estadounidense Modele (Bailarina en reposo, Danza a la tierra y La danza al sol). También hay varios autorretratos, como -Sapito-Rana (así gustaba autodenominarse), realizados en acuarela y filigrana en oro, y una serie de óleos llamados -Puestas de sol. Al final el visitante descubrirá una sala dedicada a Fridah Kahlo con 25 obras.
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Olmedo se preocupó también por destinar espacios a una -impresionante colección de 600 piezas prehispánicas, uno amuebles y objetos de la época virreinal y otro a una singular muestra de piezas de artes populares (cerámica, vidrio, máscaras, -judas y lacas).
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La Noria abre de 10:00 a 18:00 horas, de martes a domingo. El interesado debe tomar el periférico sur hasta llegar a la salida a Tepepan; de ahí en adelante, hay que continuar por la calzada México-Xochimilco, hasta topar con una inmensa barda de piedra y una hermosa y rústica puerta de madera. Tras ella encontrará la casa que alberga esta colección de una de las obras plásticas más importantes del arte contemporáneo en México.