La nueva América Móvil
La velocidad con la que suceden algunos avances tecnológicos no nos deja ver con claridad y de inmediato su verdadera dimensión. Con la historia de portada que les ofrecemos en esta primera edición del año queremos mostrar un ejemplo de estos avances en el campo de las telecomunicaciones a través de América Móvil, una compañía que ha estado inmersa en la innovación de telefonía móvil desde su comienzo.
Cuando hace una década América Móvil se separó de Telmex, Carlos Slim explicó a los accionistas que de esa forma todos podrían ver el potencial del negocio de la telefonía móvil y así el mercado podría valuar mejor los activos de la compañía. El empresario puso al frente de la firma a su yerno, Daniel Hajj, que entonces tenía 34 años de edad, montó las oficinas corporativas en las mismas instalaciones que antes ocupó una llantera de su propiedad y comenzó a experimentar con diversas tecnologías y modelos de cobranza, como las tarjetas de prepago.
La empresa que hoy conocemos se parece muy poco a la que hace 10 años se escindió de Telmex. Hoy la compañía ha multiplicado varias veces su tamaño y posee varios récords, desde ostentar la corona de ser la empresa privada más grande de México hasta ser la protagonista de la mayor emisión de deuda privada de la región. El año pasado América Móvil regresó al seno materno, Telmex, pero no como su subsidiaria, sino como su holding. Si sus 266 millones de clientes, entre telefonía móvil y fija, formaran una nación, ésta sería la cuarta más poblada de la Tierra. América Móvil ya no es la compañía que sólo ofrece telefonía celular en México; ahora está presente en 18 países, donde puede dar telefonía fija, televisión e internet.
A juzgar por los planes que tiene el gigante de las telecomunicaciones, de aquí a 2014 la firma podría ser muy distinta a la que hoy vemos. El objetivo más evidente es sumar 60 millones de usuarios adicionales a sus servicios de telefonía móvil. Sin embargo, un cambio aún más trascendente consiste en que la firma se está preparando para que la gente hable menos y navegue más, pero siempre a través de un teléfono, eso sí, un teléfono inteligente (smartphone). La posibilidad de tener aparatos menos costosos y más versátiles le abre esta alternativa. Así, el modelo de negocios cambia. Los ingresos de la compañía ya no provendrán tanto de la voz y de los minutos que los clientes usen de este servicio, como de los datos y su peso en megabytes.
En una década América Móvil ha cambiado tres veces la red por la que presta sus servicios. Y ahora mismo ya está a prueba con la que será su cuarta tecnología, una que promete ser 10 veces más rápida que la actual. Creer en la tecnología no es un simple acto de fe, es un acto de inversión. Por ello, la empresa tiene previsto confiar más de 8,200 millones de dólares al año, de aquí a 2014, para hacer los ajustes necesarios para que los datos que la gente envíe y reciba pasen por una red de América Móvil.
Durante esta década, el crecimiento de la empresa no ha estado exento de críticas, lo mismo de reguladores, que de competidores y hasta de sus mismos clientes. Sin ir más lejos, el gobierno mexicano sigue sin autorizar a Telmex el poder ofrecer televisión a sus clientes. Héctor Slim dice que no sabe el por qué de esta negativa. Nuestra inferencia es que el gobierno considera que la compañía de Slim aún no ha cumplido con los requisitos que recomendó la Comisión Federal de Competencia en su negocio de telecomunicaciones, donde la declaran empresa dominante. En el resto de los mercados, América Móvil da televisión a más de 10 millones de usuarios en Latinoamérica, más del doble de los clientes que tiene Cablevisión en México, una de las empresas de Emilio Azcárraga, el empresario que busca un pedazo más grande del mercado de las telecomunicaciones y que en México suele verse como el único que puede ser un contrapeso de Carlos Slim. Por todo esto nos atrevimos a hacer algo poco común: una portada monotemática. América Móvil y su transformación se lo merecen.
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