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La obsesión nostálgica por las antigü

¿Qué niño no se siente fascinado por el baúl de los recuerdos de la abuela? ¿Por qué amamos lo
mar 20 septiembre 2011 02:55 PM

Quizá porque fueron de otros que ya no están, porque tienen vidas más largas que las de sus creadores y dueños, porque fueron hechos con esmero...

- El amor por el pasado ha existido en todas las épocas. Sin él no hay memoria y no puede haber raíces. Este amor es el que hace del mercado de las antigüedades un mundo aparte. Si el anticuario es un apasionado de su oficio, para él la pieza está antes que el dinero y procurará dejarla en buenas manos, aunque éstas no pertenezcan al mejor postor. Aquí no hay valores fijos y el regateo es un sobreentendido.

- En nuestro país, el terreno de las antigüedades está un tanto desaprovechado. Existen coleccionistas de gran tradición, pero su número es desproporcionado si se le compara con el enorme acervo acumulado a lo largo de siglos de producción artística.

- “Para que haya coleccionismo debe haber pasión. En los grandes, como Franz Mayer, atesorar cosas se volvió un vicio. Por eso se necesita gente que rescate las cosas mexicanas, que identifique lo sublime de la cultura para adquirirlo y haga una colección importante que después vaya a dar a un museo”, afirma Rodrigo Rivero Lake, uno de los anticuarios más reconocidos en nuestro país.

- ¿Qué tan antiguo es antiguo?
Emmanuel Picault fue el primero en proponer una tienda dedicada al siglo XX. Cuando abrió Chic by Accident, hace cuatro años, encontró mucha suspicacia. Existe la norma de que, para considerar que un objeto es antiguo, debe tener al menos 100 años; pero Emmanuel insiste en que la edad es lo de menos, es mucho más importante el valor artístico. De ahí que proponga una selección que busca crear un diálogo poético entre los objetos. “Tengo que esperar al cliente; va a estar difícil, pero es mi responsabilidad abrir nuevas referencias.”

- Lo que se consigue en México
Daniel Liebsohn es un anticuario precoz. A los ocho años ya tenía una colección de relojes de bolsillo que compraba en el centro. Su tienda de la Plaza del Ángel se especializa en las artes europeas de los siglos XVII al XX y la pintura mexicana de los siglos XVII al XIX. Daniel afirma que en México se consigue gran cantidad de pintura de los siglos XVII y XVIII, pero los muebles y objetos de esa época son escasos. Es difícil encontrar arte profano del virreinato porque la producción estaba dominada por el arte sacro. Lo que existe en abundancia son objetos del siglo XIX –cuando entra toda la influencia europea y era muy común que se trajeran ajuares enteros–.

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- Antes de comprar
Lo primero es determinar por qué se quiere un objeto: si es para uso cotidiano, decoración, como inversión o parte de una colección. Hay que investigar sobre los objetos de interés, así como visitar las tiendas y los mercados varias veces, a fin de sensibilizarse. Jamás se debe comprar con prisa. “En las antigüedades no hay engaño –dice Emmanuel–. Han pasado la prueba del tiempo y tienen un carácter propio”.

- Con el anticuario se debe establecer una relación de confianza, como la que se tiene con el joyero o el médico. Él debe tener muy claro qué le funciona al cliente y asesorarlo en cuanto a las características de la pieza y los medios para su conservación, así como ofrecer referencias para justificar su valor. También debe tener una especialización.

- Para empezar una colección
El coleccionismo no es más que una forma de investigación. Nadie sabe más de un objeto que quien lo colecciona y lo compara con otros similares. Los catálogos de las casas de subastas suelen ser muy útiles para obtener información. Hay que ignorar las modas y enfocarse sólo en lo que a uno le gusta. Antes que comprar mucho, hay que adquirir lo mejor dentro de las posibilidades.

- El Mercado de la red
“En México el mercado es muy conservador, no hay búsqueda, no hay sofisticación”, afirma Javier Carral quien, además de ser coleccionista de cámaras, relojes y otros aparatos antiguos, se dedica al mercado de antigüedades por internet. “En la red descubres que hay miles de interesados en objetos raros. Para un artículo que tu propones puede haber miles de visitantes que jamás hubieran entrado a tu tienda.” La desventaja es la pérdida de la relación directa con el objeto y con el anticuario y esa parte muy humana que va ligada al arte.

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