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La tarea

Una población educada es la vacuna más efectiva contra la dependencia.
mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

Durante la gira que el presidente Vicente Fox realizó al Lejano Oriente sus declaraciones fueron muy similares a las escuchadas en su campaña presidencial: abrir las puertas al capital extranjero, en sectores estratégicos, como alternativa viable para impulsar el crecimiento de la economía. Hoy, a diferencia de los días de intensa promoción para llevarlo a la silla ejecutiva, los ofrecimientos no fueron tan cuestionados y pocas voces se atrevieron a encararlo por su política de "brazos abiertos".

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¿Será que nos estamos acostumbrando, o nos están convenciendo, de que eliminar las fronteras al capital foráneo es el único camino para asegurar un crecimiento sostenido? No es posible limitar la respuesta a un sencillo –pero determinante– sí o no, porque las nuevas condiciones impiden enconcharse en un mercado cerrado que, ya se demostró, no es la solución a los problemas del país. Pero es necesario puntualizar que dar facilidades para la entrada de inversión externa será siempre insuficiente, si no existe un decidido apoyo en aspectos como el educativo. Esa es la mayor tarea y la que dará realmente resultados a futuro. Es un hecho que, para no quedarnos fuera de la jugada, necesitamos contar con gente más preparada que capitalice los frutos del trabajo en México.

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El Plan Nacional de Desarrollo –que, como se ha dicho, es una guía de lo que hay que hacer, aunque no mencione ni por asomo las maneras de lograrlo– establece como uno de sus objetivos avanzar en la equidad de la enseñanza. El documento es general, no detalla la forma de avanzar en este sentido, pero –eso sí– parte de una premisa cierta: la educación por sí sola no elimina la pobreza ni logra las condiciones de sustentabilidad económica y bienestar social. La igualdad, y ojalá así lo entiendan las autoridades responsables, no consiste en que todo mexicano pueda acudir a algún centro de instrucción –eso debería darse por descontado–, sino en que la formación sea de calidad, que permita al educando ser competitivo en la ocupación que él elija. Esa calidad ayudará a deshacer los nudos que atan el despegue de tanta gente que se integra a la fuerza laboral cada año.

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El tema que en este número nos ocupa dibuja a 30 jóvenes que han logrado sobresalir en las tareas que desempeñan. Muchos de ellos han tenido acceso a escuelas de alto nivel académico, ejemplifican el modo en que la educación allana el camino hacia el desarrollo personal.

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México, como país joven –casi la mitad de la población cuenta con menos de 23 años, y 30 millones de personas tienen entre 10 y 24–, no puede ignorar la urgencia de formar los cuadros necesarios para dar el salto hacia el siguiente estadio de avance industrial y tecnológico. ¿O alguien quiere ser parte de una nación cuyo destino sea ser sólo un enorme maquilador?

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Con una ciudadanía bien educada (y, por supuesto, saludable) se pueden absorber y aprovechar las influencias, vengan de donde vengan. Esa es la vía más redituable para romper cualquier clase de dependencia económica o cultural.

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