A pesar de que la producción de café aumentó en el ciclo 1996/1997, los productores del aromático atraviesan por serios problemas. Se enfrentan a un financiamiento gubernamental insuficiente para la renovación y mejoramiento de cafetales, a créditos bancarios caros y escasos y, por si fuera poco, a la extrema pobreza que azota a la mayoría de los productores.
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Las autoridades prevén que descienda la producción durante el ciclo que comenzó en abril de este año, por lo que no será hasta el ciclo 1998/1999 cuando se capitalicen los programas de apoyo a la producción del grano.
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Contrario a las expectativas, la producción de café del ciclo que abarca parte del año pasado y del presente creció 15%, al sumar 374,153 toneladas. Al parecer, la tremenda sequía que padecieron varios estados de la república no influyó en la producción.
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Paradójicamente, para el nuevo ciclo 1997/1998 las autoridades esperan que la producción descienda 10%, con lo que llegará a 338,284 toneladas. Esta situación es muy factible debido a que los productores se encuentran descapitalizados y la mayoría, como ya se señaló, no tiene acceso al -financiamiento bancario.
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Por lo pronto, los avances de abril-junio del nuevo ciclo confirman la tendencia descendente, debido a que la producción de 27,923 toneladas en ese periodo significó un descenso de 84% con respecto al mismo lapso del ciclo anterior.
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Con un pronóstico pesimista –en cuanto a que se reducirá la producción de café en el presente ciclo que comenzó en abril–, las autoridades reconocen que el problema de los productores se agravará. Aunque los costos financieros se redujeran en el corto plazo, el financiamiento seguirá escaso, porque la banca múltiple encuentra en problemas y, en caso de otorgar créditos, serán mucho más selectivos.
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Los únicos recursos con los que pueden contar los cafetaleros son los subsidios que otorga la Alianza para el Campo y estos también son insuficientes. Según la Coordinadora Nacional de Organizaciones Cafetaleras, los recursos que reciben los productores sólo representan alrededor de una cuarta parte de las necesidades reales de los productores pequeños y 10% de los requerimientos de los grandes cafetaleros.
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El mal se agrava porque esta vez el presupuesto se redujo 12% en términos nominales, cerrando el círculo vicioso para la mayoría de los productores, que viven en una situación de extrema pobreza. De hecho, el Programa de Desarrollo Integral para las Comunidades Cafetaleras, mismo que se anunció en octubre de 1996, se ha pospuesto para llevarse a cabo en el periodo 1998-2000.
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Aunque en este momento las autoridades correspondientes afinan detalles para poner en marcha los nuevos apoyos, a principios de junio los productores manifestaron su exigencia para que los recursos de la Alianza se hagan más flexibles y así poder ser utilizados integralmente, tanto para la renovación y el rejuvenecimiento de cafetales, como para combatir plagas y enfermedades, entre otras necesidades.