Oficina a larga distancia

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Para todos aquellos profesionistas a los que la crisis dejó sin empleo (o que quizá todavía deban enfrentar un posible recorte de personal), el teletrabajo podría convertirse en una atractiva opción de autoempleo.

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Llamado también SoHo (Small Office, Home Office), oficina en casa o telecomputer, el teletrabajo es una tendencia que surge en Estados Unidos a finales de los años 80. Los consultores y empresarios son los primeros que trabajan desde sus casas, conectándose a sus empresas por medio de la computadora personal (PC) y de novedosos sistemas de telecomunicación (fax, módem, red remota, teléfonos celulares). Poco después, algunos altos ejecutivos se suman a esta corriente de trabajo y abandonan los edificios, aunque sin dejar de formar parte de la organización estratégica de sus empresas.

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Actualmente, cada vez son más las personas que ofrecen sus servicios desde su casa y entre ellas ya no sólo pueden contarse altos ejecutivos sino muchos profesionistas. Abogados, contadores, administradores, publicistas, diseñadores, analistas, etcétera, tienen que adaptarse a las constantes reducciones de espacio en las empresas debido a los enormes costos que el espacio corporativo representa.

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En la ciudad de México, el costo mensual promedio de una oficina es de N$3,000 nuevos pesos por metro cuadrado. Ello incluye: energía eléctrica, teléfono, equipo (fax, módem, PC, etcétera), mobiliario y mantenimiento. El teletrabajo ofrece a las empresas reducir sus costos al contratar los servicios de terceros sin perder el control sobre ellos y al no tener que darle a cada uno de sus empleados un lugar físico.

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Además, pueden contarse otras ventajas, como aprovechar mejor el tiempo (se evita el traslado a la oficina, los controles para el cumplimiento de un horario fijo, etcétera). Además, es posible trabajar fuera de las grandes ciudades, sin perder las oportunidades laborales que ofrecen.

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Por su parte, las empresas pueden contratar a expertos en cualquier lugar del mundo y tener contacto permanente con la gente que han capacitado y que por alguna razón no puede asistir a la oficina (mujeres con hijos lactantes o personas en cuarentena 0 impedidas físicamente).

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Sin embargo, ciertas prestaciones se reducen significativamente. El derecho al Seguro Social, la antigüedad y la jubilación son factores que dejan de contar a favor del empleado y tampoco la empresa está obligada a respetarlos. Y al trabajar por proyecto, el contacto social en la oficina evidentemente desaparece.

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Con esta nueva tendencia laboral se abren posibilidades de negocio prometedoras tanto para los fabricantes de PCs como para las empresas dedicadas a la telecomunicación. Aunque este mercado es incipiente en el país, empresas como AT&T ya anuncian el lanzamiento de nuevos productos. Por ejemplo, el sistema AT&T Partner, en su versión Básico Atlas, puede enlazar a una computadora personal con otros equipos de oficina (fax, contestadoras, teléfonos unilíneas, lectores de tarjetas de crédito), sin la necesidad de tener líneas adicionales.

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El Partner funciona gracias a una tarjeta que se coloca dentro de la PC y a un software que es compatible con ambiente Windows. Partner es capaz de unir entre dos y cuatro líneas telefónicas y de seis a 12 extensiones. Con el programa Pasaje Way, incluido en este sistema, se pueden recibir llamadas telefónicas, seleccionarlas, registrarlas y transferir a la pantalla información adicional sobre quién se encuentra al otro lado de la línea. Es posible saber quién y de dónde llama antes de contestar; tiene integrada una agenda, envía recordatorios y alarmas y puede marcar números automáticamente.

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Este producto, con un costo de $300 dólares, lo ofrece la división Global Business Comunication System (GBCS) de AT&T. Aunque la firma pasará por un proceso de reestructuración estratégica a partir del primer día de 1997, se creará una nueva compañía que continuará desarrollando sistemas de telecomunicaciones y que le dará mantenimiento a lo fabricado por GBCS. Aunque todo indica que los empleos de cuello blanco cambiarán significativamente en los próximos años, antes de que cualquiera de estos avances llegue a México hará falta, primero, que se digitalice la red telefónica. De nada habrá servido mudar la oficina a la casa si la velocidad de transmisión de datos en las líneas de Telmex es tan lenta como la que se experimenta, durante las horas pico, en el periférico capitalino.