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Operación: viaje al <i>Forex</i>

Cómo hacerse <i>broker</i> de divisas en 10 días, ahuyentar a los amigos y salir indemne del merca
mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

Camino del Ángel hacia la Diana. Son las 16 horas y el dólar acaba de perder 20 puntos con respecto al euro. Entro en un edificio sobre Paseo de la Reforma. Las palabras “Metrade, consultor en información y tecnología” dan la bienvenida en la recepción. En la sala de espera, otra decena de personas –probablemente convocadas también por algún portal laboral de internet– se pelean con una solicitud en inglés. Primer filtro.

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El piso de operaciones es un entorno de pantallas que muestran gráficos de fluctuaciones de divisas y mesas largas en torno a las cuales hormiguean los ejecutivos de cuenta (brokers). Tras una entrevista que dura escasos ocho minutos, Juan Carlos –assistant manager– me ofrece un curso de inducción. Posteriormente podré decidir si me interesa o no permanecer en la empresa.

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Primera lección. El mercado de cambios o Forex (abreviatura del inglés Foreign Exchange) es el mercado financiero más grande del mundo y mueve un volumen promedio de $1.5 billones de dólares; “treinta veces mayor que la combinación del volumen de todos los mercados de acciones”, explica Manuel, de Metrade.

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La esencia del juego es comprar y vender monedas fuertes a un precio determinado.  El 95% del negocio es especulación pura y dura. Las monedas se intercambian en pares –por ejemplo euro-dólar–, de acuerdo con ciertas reglas que buscan minimizar el riesgo.

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Observo con atención las operaciones de los veteranos, que no llevan en promedio más de seis meses en sus puestos. Aún no puedo participar en la jugada. Pero es fácil entender que las monedas fuertes son el dólar estadounidense, el euro, el yen japonés, la libra esterlina, el franco suizo, el dólar canadiense y el dólar australiano, “reconocidas en todo el mundo porque liberan, cumplen o dan por terminada una operación”, en palabras de José María Aramburu, director de Estudios de Mercado de la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef). Son las que presentan las mejores posibilidades para los especuladores por ser las de mayor volumen de transacción.

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No es fácil estimar el monto de estas operaciones especulativas, pues se contabilizan dentro de todas las divisas que salen de México. El volumen del mercado cambiario podría alcanzar $120,000 millones de dólares anuales, según estimaciones de Consuelo Díaz, analista de divisas de Monex Divisas. Pero es sólo una aproximación.

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Segunda lección. Me dan un horario de entrada y de salida, pero el Forex nunca duerme. En contraste con la Bolsa de Valores, este mercado opera las 24 horas del día. El intercambio empieza cada día en Sydney, se mueve alrededor del mundo al comenzar la jornada laboral en cada centro financiero –primero Tokio, luego Londres y después Nueva York–. Los inversionistas responden a fluctuaciones en la divisa causadas por eventos económicos, sociales o políticos en el momento en que ocurren, sin importar si es de día o de noche.

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“Es un mercado donde no hay información privilegiada”, dice Pedro Andujo, de Indinter, otro despacho de consultoría financiera. No existen agentes económicos con la capacidad de cambiar las tendencias por sí mismos, como la tiene un movimiento en Microsoft en los mercados accionarios del Nasdaq. Tampoco es común el uso (o mal uso) de información privilegiada, como en los casos de Enron y WorldCom.

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Seré consultor
En estos tiempos difíciles, las oportunidades laborales para quien aspire a embolsarse un ingreso abundan en lugares como Metrade.

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“Hay un despacho de esta naturaleza por cada estado de México”, indica Andujo. Y es que –aprendo rápidamente– no se trata de instituciones financieras, sino de consultoras. E-link, firma importante en este sector, maneja $10 millones de dólares al año. A ojo, la asesoría financiera operará un monto aproximado de $320 millones de dólares anuales.

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Más tarde aprenderé que lo de embolsarse el ingreso no es tan fácil. No por el curso. Un broker de la Bolsa pasa un examen extremadamente difícil para obtener su licencia. En este caso, 10 días de inducción se consideran suficientes para empezar a trabajar. Basta con nociones de las dos herramientas de trabajo básicas: el análisis técnico –que mide y determina tendencias, soportes y resistencias dentro de las que fluctúa una divisa– y el fundamental –para cruzar e interpretar información macroeconómica que permite anticipar sus movimientos–.

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Tercera lección. Metrade es un despacho de asesoría y consultaría financiera que opera a favor de la corporación Financial Experts Investment International Limited (FEIIL), una organización de Singapur que opera en América Latina por medio de un fideicomiso domiciliado en ¡Nueva Zelanda! Todo tiene su razón de ser: ahí no hay autoridades financieras; sólo operan subsidiarias de compañías internacionales.

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Este tipo de especulación existe desde el siglo XVIII. El telégrafo permitía los primeros intercambios. “Los hijos de Winston Churchill perdieron mucho dinero en estas actividades”, ilustra Fernando Careaga, subdirector de Estudios de Mercado en Condusef.

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Sin embargo, fue en los años 80 cuando se crearon las casas brokers en Asia, que dieron acceso a este mercado a los inversionistas promedio. Es un decir, porque el contrato mínimo para participar en las firmas de tal continente es en la actualidad de $286,000 dólares. El financiero George Soros hizo buena parte de su fortuna especulado en este tipo de transacciones.

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Optimista, voy en busca del primer cliente al que pedir $10,000 dólares, la cuota más baja de inversión en el país, los que pondré a circular con mis recién adquiridos conocimientos. Recuerdo la preocupación de un compañero durante el curso: “¡Es que yo no tengo amigos ricos!”

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Fin de curso. Comienza la acción
Roberto, el elegido, resulta un hueso duro de roer “¿Es posible hablar con uno de los inversionistas actuales? –pregunta–. ¿En qué país o bajo qué ley se dirimen las posibles controversias?” Qué cosa, esas respuestas no nos las dieron en el curso. Regreso a la oficina a analizar el asunto con mayor detenimiento.

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Cuarta lección. El contrato libera a la compañía de toda responsabilidad. El riesgo recae sobre el inversionista. Es un mercado de renta variable y las controversias se resuelven fuera de México. Claro, el dinero se coloca en cuentas segregadas fuera del país; por tanto, no le compete a ninguna institución nacional regular algo que ocurre fuera del territorio.

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El sentido común indica que a mayor información habrá menor riesgo, algo esencial en un mercado tan sensible. Pero la disposición del espacio laboral es reveladora. Cada una de las mesas que se encuentra en la oficina es un equipo independiente.

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Está prohibido comunicarse con las otras mesas, ya que cada unidad se considera como una compañía diferente. A su vez, todas son supervisadas por los expertos de Singapur, los únicos que tienen una visión global del negocio. La competencia es una parte integral del sitio de trabajo, signo distintivo de la organización laboral en Asia.

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El oficio financiero se exporta a América Latina para conquistar nuevos mercados y escapar de la saturación del propio territorio (aunque el negocio no es exclusivamente asiático). México es su nueva Meca.

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Para las personas que vienen a entrevistarse, el premio parece jugoso, pero del grupo de 14 que inicia conmigo el curso sólo quedamos cuatro a los cuatro días. Segundo filtro.

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Quinta lección. Lo esencial en todo este proceso es la capacidad de traer clientes que puedan aportar montos de entre $10,000 y 30,000 dólares en función de la empresa. Pero, ¿con qué garantía?  Los contratos ofrecen poca seguridad al inversionista si se comparan con un fondo de inversión manejado por un banco de renombre. La responsabilidad, como en otros mercados, depende del inversionista y no hay compensaciones por pérdidas.

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Algunas organizaciones ofrecen un rendimiento de 2 a 3% mensual, lo cual constituye un engaño, ya que se trata de un mercado de renta variable.

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“La regla de oro que seguimos consiste en que tres de cada cuatro operaciones son ganadoras”, comentan en FEIIL. En contraste con esta afirmación, Pablo Riquelme, consultor financiero desde hace una década, replica que no pueden saberlo: “Si así fuera yo sería millonario.” Un broker excepcional, riguroso y que dispone de equipo de punta, tal vez gana en seis de cada 10 operaciones. Un resultado difícil de batir con una pantalla Bloomberg compartida entre 80 operadores, en su mayoría muy jóvenes y sin experiencia.

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“La rotación promedio de los ejecutivos de cuenta es de seis meses y su edad promedio es de 25 años”, comenta Andujo, de Indinter. “Esto principalmente debido a que no pueden abrir nuevas cuentas”, agrega Everardo Enríquez, de E-link. Son empresas que por el momento están presentes en la ciudad de México y que empiezan a vislumbrar un potencial de negocios en ciudades como Monterrey y Guadalajara.

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Para estas firmas, el país representa una oportunidad de ampliar sus operaciones y apropiarse de un mercado potencial. El progreso en los medios de comunicación electrónica ha permitido el crecimiento exponencial de sus actividades.

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La coyuntura actual hace que las personas busquen rendimientos más interesantes que los que ofrecen las instituciones tradicionales, como los bancos y los fondos de inversión, generando así una ventana de oportunidad para estas compañías. Si bien es cierto que éstas explotan la ingenuidad y la irresponsabilidad del cliente mexicano, es importante resaltar que para invertir en tales mercados no importa el nombre de la organización, lo esencial es entender bien el contrato y leer las cláusulas con lupa.

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Sexta y última lección. Dos leyes básicas aplican en el mercado: a mayor rendimiento, mayor riesgo; si uno gana, otro tiene que perder. “No se puede ganar indefinidamente –comenta Aramburu, de Condusef–. Estos despachos explotan una zona gris de la regulación, pues no están tipificados como instituciones regulables.”

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Son las 17 horas. Han pasado 10 días. El dólar ha recuperado 20 puntos con respeto al euro. Tomo el elevador y decido que será mejor proseguir mi búsqueda de trabajo. Sería fenomenal poder escribir un artículo sobre esta experiencia.

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