Entre los objetivos más importantes del Programa de Política Industrial y Comercio Exterior (Propice) se encuentra el fomento a la integración de cadenas productivas y al desarrollo de -agrupamientos industriales de nivel regional (clusters), que promuevan las sinergias necesarias para el cabal aprovechamiento de las ventajas competitivas existentes y potenciales en sectores seleccionados de la industria nacional.
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De estas industrias con ventaja competitiva, la más importante es la cadena que nace con la industria petroquímica y sus ramificaciones hacia la producción de hules, plásticos, fibras y agroquímicos. Esta cadena es la más grande y la única que permea casi a toda la matriz insumo-producto nacional, por lo que su influencia resulta determinante en los niveles de competitividad de la industria.
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En conjunto, la cadena participa con 2.5% del PIB nacional y 13% del PIB -manufacturero; comprende un universo de alrededor de 4,000 empresas (90% micro y -pequeñas; 6% medianas y 4% grandes), y en los últimos seis años ha mantenido un crecimiento de 4% anual, muy superior al crecimiento del PIB. En el ámbito regional los núcleos más dinámicos de la cadena se concentran en Veracruz, Tamaulipas, Distrito Federal, México, Nuevo León, Jalisco y Guanajuato.
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La principal fuente de competitividad de esta cadena procede de la abundancia relativa de su principal insumo, los hidrocarburos (petróleo crudo y gas natural), en donde México ocupa entre el quinto y sexto lugar mundial por el volumen de reservas probadas y donde Pemex posee una posición relevante por su capacidad de refinación de insumos petroquímicos (1.7% de la capacidad instalada mundial de productos precursores). Otra de las ventajas es la disponibilidad de mano de obra capacitada. No obstante, la cadena se ha visto limitada en su desarrollo por la existencia de algunos cuellos de botella. El más importante es la inelasticidad de la oferta de insumos -petroquímicos precursores e intermedios, debida a que hasta hace sólo algunos años la producción de tales géneros estaba reservada al Estado a través de -Pemex, impedido a su vez —por motivos fiscales y de control macroeconómico— de realizar las inversiones necesarias que aumentaran su escala productiva.
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Otro cuello es el rezago tecnológico que afecta a la gran mayoría de las micro, pequeñas y medianas empresas de la cadena, mismo que no se ha podido superar por los largos periodos recesivos de la economía nacional, inadecuadas políticas fiscales que gravan el valor de los activos físicos y por los altos costos financieros que prevalecen.
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La reciente liberación de la petroquímica secundaria a la participación privada podría contribuir a solucionar el principal embudo, debido a que lo que necesita el sector es inversión fresca, destinada a ampliar la capacidad de -refinación de petroquímicos precursores e intermedios.
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La otra opción que intenta el gobierno es la privatización de los activos petroquímicos de Pemex, pero ha sido fuertemente cuestionada por amplios grupos de interés, tanto de la misma cadena productiva como de la opinión pública especializada, en el sentido de que la privatización de Pemex Petroquímica no representa inversión nueva que incremente la capacidad instalada sectorial, lo que podría anular las ventajas de especialización adquiridas por las empresas compradoras, además de alterar las condiciones de competencia hacia un control oligopólico, con lo que la inelasticidad de la oferta sectorial se vería acentuada creando más cuellos de botella.
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Una tercera opción sería fortalecer a Pemex -Petroquímica dotándole con mayores presupuestos de inversión mediante un esfuerzo conjunto entre el gobierno federal, el sector privado y la misma paraestatal, con el propósito de mejorar su eficiencia operativa y aumentar su capacidad de refinación de petroquímicos precursores e intermedios. Esto beneficiaría a toda la cadena productiva y presentaría menores -riesgos de ocasionar alteraciones negativas en las condiciones de competencia interna. Además, se evitarían algunos problemas de índole política.