Desde el 24 de agosto del año pasado, fecha en que las autoridades de la Secretaría de Comercio determinaron liberalizar paulatinamente el precio del azúcar, los productores de leche no han dejado de insistir que también es necesaria la liberalización del precio del lácteo. Esto, al advertir que el sector ya no puede sostenerse más porque se está vendiendo la leche por abajo de su precio real. Incluso, señalan, existe el peligro de que se dé el desabasto por el poco atractivo que hay para producir el lácteo.
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Esa problemática no está lejos de la realidad, ya que la industria lechera presenta problemas de costos a lo largo de su cadena productiva. Por ejemplo, según el Banco de México (Banxico), en 1995, el índice de precios de las materias primas que se utilizan en la elaboración de pasteurización, rehidratación y envasado de leche se incrementó 84%; en cambio, el índice de precios al consumidor de la leche pasteurizada envasada aumentó 55%.
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Esas cifras evidencian que en algún eslabón están sacrificando utilidades y ese parece ser el motivo por el cual algunos sectores están solicitando la liberación del precio del lácteo.
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A favor de esa demanda de los productores juega el comportamiento del precio internacional de la leche en polvo: a lo largo de 1995 se registró un crecimiento promedio de 18% en dólares. Si se añade el efecto de la devaluación, la estrategia de recurrir a importaciones para satisfacer la demanda interna resulta cada vez más cara.
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En esas condiciones, la producción de leche en el periodo enero-noviembre de 1995 ascendió a 70.2 millones de hectolitros, 4.2% más que en el mismo lapso de 1994. En cambio, la importación de leche descendió 11.5%, a 122,664 toneladas. Así, se estima que la oferta total del lácteo se incrementó 1.2%, al ubicarse en 84.2 millones de hectolitros.
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Si se toma en cuenta que durante los dos últimos meses de 1994 se realizaron grandes importaciones de leche en polvo —y todo indica que eso no ocurrió en 1995—, se puede afirmar que la oferta total del producto permaneció casi constante, al sumar 91.3 millones de hectolitros.
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Eso sería resultado de una caída aproximada de 16% en las importaciones de leche, de modo que su participación en la oferta total habría disminuido de 20% en 1994, a sólo 17% en 1995. En contrapartida, se estima que la producción nacional creció y habría alcanzado a sustituir 97% de la leche que se dejó de importar.
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En ese contexto, la solicitud que han presentado los ganaderos, de liberalizar el precio de la leche, no tendrá una respuesta fácil. A pesar de los pronunciamientos de las autoridades a favor de eliminar los controles de precios, la leche es un producto de primera necesidad. Además, como ha sucedido con otros productos, debido a la pérdida del poder adquisitivo las liberaciones de precios no provocan alzas exageradas, ya que corren el riesgo de que disminuya su demanda.
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Se puede citar el caso de los productos derivados de la leche, pues a pesar de que sus precios no están controlados existe un rezago con sus costos. Según Banxico, el índice de precios al consumidor de derivados de la leche creció 60% en 1995, a diferencia del índice de las materias primas que se utilizan en la fabricación de crema, mantequilla y queso, que aumentó 73% en el mismo periodo. Así, al no existir control de precios, entre las causas por las que no se ajustan los precios con los costos de producción está que en estos momentos la producción de la mayoría de los derivados de la leche cayó en 1995, por la contracción del mercado interno. Por lo tanto, existe el riesgo de que si aumentan su valor podría caer más la demanda.
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Si se llegara a liberar el precio de la leche, es probable que no se resolviera el problema de los productores. Son necesarios apoyos integrales y una recuperación de la demanda interna.