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Promover la inversión nacional

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mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

Al parecer no hay nada novedoso en lo que podría ser la nueva política económica de México. El descubrimiento de que el capital foráneo en cartera no puede financiar el crecimiento de un país no es una sorpresa, ya que es una realidad. No por nada todas las inversiones extranjeras, incluyendo las directas, se anotan como pasivos en las cuentas nacionales. Los capitales de cualquier país equivalen a un "préstamo" a México, pues hasta una voluminosa empresa automotriz podría optar por rematar sus plantas y salir del suelo nacional.

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Es obvio que tal acción es infinitamente más difícil en comparación con la inversión extranjera en cartera, en la cual basta una llamada telefónica para poner millones de dólares fuera del país al día siguiente del vencimiento de, por decir algo, los Tesobonos.

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Hoy que la gracia del dinero foráneo ya no toca a México, el ambiente se llena de opiniones que coinciden más o menos en la frase "se los dije". Entretanto los medios internacionales de negocios, corno The Economist, Business Week Newsweek, advierten a la comunidad financiera global que es necesario mandar un claro mensaje al mundo: pocos países como México tendrán la "suerte" de ser salvados por un "tío rico", en caso de pérdida de la confianza, y el hacha ya pende sobre el cuello de Hungría, la República Checa, Polonia y hasta Brasil y Venezuela.

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La quiebra "estilo único" es un nuevo concepto global. Ante esta realidad el gobierno da señales de que no volverá a ser tan dependiente del capital externo, aunque le cueste años de crecimiento lento, incluso después de 1995, un año recesivo sin remedio.

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Las preguntas en el medio empresarial deben ser, por tanto, ¿va en serio el crecimiento con recursos internos? ¿cómo? Para tal cambio estructural el país deberá no sólo alimentar, sino prácticamente construir un ahorro interno. Esquemas como el SAR probaron ser sólo un tímido mecanismo para imitar el modelo chileno de pensiones. Y ningún esquema de ahorro puede funcionar sin un deliberado esfuerzo por impulsar la producción de bienes de exportación, de nuevo la "fórmula” de crecimiento.

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Aunque por fin la Secretaría de Comercio y Fomento Industrial está recordando la segunda parte de su nombre (la relativa a la promoción industrial), persiste la duda sobre como fomentar el crecimiento con los bancos de desarrollo en franca retirada. La promoción de inversiones en que tanto trabajó el gobierno en años pasados debe dirigirse ahora hacia los capitales nacionales, tanto los que alcanzaron a salir del país en estos meses (para que regresen), como los que permanecen aquí, a la espera de una oportunidad.

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Y aún con ello, es iluso pensar que México dejará de depender del capital externo en cualesquiera de sus formas durante 1995, por lo menos para obtener un pequeño crecimiento inercial en el Producto Interno Bruto. La economía y la competencia por el capital siguen siendo globales, y no hay marcha atrás.

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