El desempeño sexual de la madurez depende de la actividad sexual en la juventud, de la herencia genética y la calidad de vida.
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No hay una edad para el erotismo, cada etapa abre nuevas dimensiones. A partir de los 50 años, la vida íntima se transforma y la testosterona comienza a disminuir. Según estadísticas recientes, después de los 55 se mantienen hasta 25 relaciones por año.
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De los 57 a los 63 años la erección disminuye levemente, requiriendo una estimulación más prolongada. En las mujeres decae el interés sexual que mantiene la capacidad de tener orgasmos múltiples. Las parejas se integran, la relación es más realista y la sexualidad más completa.
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A los 70 años, el tamaño de los órganos sexuales de ambos disminuye un poco. Sin embargo, la capacidad de amar no sufre mengua. Para los viudos o divorciados, la búsqueda de la pareja se convierte en el objetivo primordial.
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Al aumentar la esperanza de vida, las pautas de comportamiento y el desempeño sexual se modifican. Según Naciones Unidas, a partir de los 60 años sólo 18.4% de los hombres es impotente; y a los 80, 25% es todavía activo.
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Si se ha vivido plenamente, la adaptación es suave y sin problemas. La experiencia incluso abre las puertas a la sabiduría del placer. Recordemos que el Kama-Sutra fue escrito en la vejez de Vatsyayana y la biografía Memorias de Casanova fue narrada por un anciano.