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Tres días en la mente de un CEO

Se llama Lewis E. Platt, dirige las operaciones de Hewlett Packard en el mundo y es uno de los cinco
mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

Cuando se le pregunta si considera que su trabajo es similar al de un presidente de gobierno, primero sonríe y luego suelta un tímido “un poco”. No se trata sólo por estar al frente de una corporación que da trabajo a 100,000 personas en 120 países, ni por figurar entre los directivos más influyentes de Estados Unidos: su dinámica de trabajo —80 a 90 horas semanales de frenético ritmo laboral— parece sacada directamente de la rigurosa agenda de un despacho gubernamental.

- A sus 56 años, Lewis Platt, presidente del Consejo y director ejecutivo —Chief Executive Officer (CEO)— de Hewlett-Packard Company, afirma seguir gozando enormemente de su trabajo. Después de un cuarto de siglo recorriendo las más diversas divisiones del consorcio y tras casi cuatro años al frente del gigante electrónico, este ingeniero californiano obligado a pasar la mitad de su vida entre los cinco continentes, sigue pensando que existen pocas cosas tan gozosas como viajar. Quizá sólo su pasión por los vinos —tiene una colección personal de 3,000 botellas— supere su pasión por los viajes.

- Y es precisamente en una de sus visitas, la realizada a México los pasados 26, 27 y 28 de agosto, que EXPANSIÓN aprovechó la ocasión para seguirle, conversar con él y tratar de escarbar en la personalidad de uno de los directivos más importantes de la industria más dinámica del mundo.

- ¿El objetivo de su viaje? “Se trata de una visita normal: México es un país muy importante para la corporación y por ello tengo que venir ocasionalmente”, afirma. Además, ya tocaba recompensar con su presencia a la división mexicana, una de las más productivas y exitosas de la compañía en el mundo: hacía tres años que Platt no venía por estos lares y aprovechó el desplazamiento para conmemorar el 30 aniversario de la instalación de la empresa en la república.

- El viaje, planificado con un año de antelación por su gabinete de prensa, se dividió en tres etapas: Guadalajara, México y Monterrey. Mientras en la primera ciudad atestiguó el inicio de operaciones de una nueva planta de distribución de productos para América Latina, en los dos destinos subsiguientes inauguró nuevas instalaciones para oficinas.

- El cuarto hombre
Platt figura en el cuarto lugar en un ranking de los 12 mejores CEOs entre los 1,300 principales corporativos de Estados Unidos, según la encuesta realizada a principios de año por la revista Forbes. En la clasificación solamente se ve superado por figuras como Bill Gates de Microsoft, Jack Welch de General Electric o Andrew Grove de Intel. La corporación sé posicionó, según la misma revista, como la “mejor gestionada” en su país durante 1995.

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- Basta con contemplar los números para darse cuenta de lo merecido de esta valoración: en los últimos seis años, las ventas mundiales de Hewlett-Packard han venido creciendo a un ritmo cercano a 22% anual. Tan sólo en 1995 los ingresos totales ascendieron a $31,500 millones de dólares, una cifra nada más y nada menos que $6,000 millones superior a la del año anterior. Y todo eso sin recurrir a despidos masivos, maquillajes contables por la venta de activos o complicadas e inestables operaciones de ingeniería financiera.

- No está mal para una compañía que en 1990 tuvo que enfrentarse a una profunda reestructuración interna para detener los avances de una burocracia y centralismo que amenazaban seriamente con poner en entredicho el imparable crecimiento que había experimentado desde su creación en 1934.

- ¿El secreto del éxito? “La compañía está mejor de lo que yo hubiera esperado conseguir cuando fui nombrado CEO . Mucho de ello se lo debo a John Young, mi predecesor en el cargo, cuyas decisiones anteriores beneficiaron mi administración. Además, nos favoreció un buen contexto económico mundial”, comenta Platt.

- ¿Modesto? No del todo. Pero lo cierto es que, visto desde fuera, el directivo no busca dar a su imagen el estilo distante y protagónico de sus colegas Gates, Welch o Roberto Goizueta (de Coca-Cola). De talante pausado, maneras afables y presencia accesible, Platt parece disfrutar ocultando la magnitud de su cargo. A pesar de que él mismo se califique orgullosamente de nerd, lo cierto es que su fachada no responde totalmente al estereotipo de insociable y huraño al que generalmente se suele emparentar el adjetivo.

- De hecho, más le vale no dar esa imagen para conseguir lo que se propone: según él, su función primordial como CEO radica sobre todo en mantener un estrecho contacto con la gente. Los tres días pasados en México dan buena cuenta de ello. Desde las ocho de la mañana hasta las 11 de la noche, Platt no hizo prácticamente otra cosa que reunirse con proveedores, grandes clientes —entre las cuales destacan dos reuniones privadas con Telmex y Banamex—, empleados y representantes de gobierno.

- El único momento en todo el viaje en el que pudo contactar con sus cuarteles generales en Palo Alto, California, fue en Monterrey, durante un desplazamiento, donde vía celular —y tras consultar con sus asesores laborales— dio la autorización para que su predecesor John Young pudiera ser nombrado nuevo CEO de Novell, luego de la repentina dimisión de Bob Frankenberg el pasado 28 de agosto.

- El resto del tiempo transcurrió entre sonrisas, apretones de manos, breves conversaciones y los mismos discursos repetidos en incontables ocasiones ante auditorios distintos. Tan sólo se reservaba unos breves minutos de cuando en cuando —la única condición que impuso a los organizadores de su agenda— para salir a un espacio abierto y fumarse un cigarrillo. Platt se niega a reflejar este vicio en las fotos oficiales, más aún siendo asesor económico del gabinete de Bill Clinton, principal adalid de la cruzada antitabaco que actualmente recorre Estados Unidos.

- HP way of life
A todos los cócteles y reuniones multitudinarias que asiste, el directivo calcula milimétricamente su posición para situarse en el centro de la sala, de forma que los congregados puedan acercársele, platicar brevemente con él e incluso llevarse consigo una foto de recuerdo. Y eso no sólo lo realiza durante los viajes, a los que dedica dos terceras partes de su tiempo laboral; también en sus oficinas de Palo Alto recibe diariamente a cinco comités de empleados, proveedores y clientes.

- “Mi trabajo es fomentar la cultura de HP”, dice. Cultura: una palabra que repite incesantemente y que, según él, considera como la principal aportación de su gestión al frente del corporativo. “Trabajé muy duro en la reconfiguración del HP Way. El resultado es que la gente tiene una percepción mucho más positiva hacia la compañía”, comenta.

- El llamado HP Way es más que una simple cultura interna implantada por decreto: parece casi una religión que siguen fervorosamente todos sus empleados. Sus mandamientos son sencillos: “Conseguir a la mejor gente, reforzar la importancia del trabajo en equipo e inculcarles la voluntad de triunfo”. Tales preceptos se han mantenido invariables desde que fueran dictados hace 62 años por Bill Hewlett y David Packard, dos ingenieros recién graduados que decidieron invertir juntos $538 dólares para experimentar con osciladores de sonido en una modesta cochera de Palo Alto.

- Detrás de estas tres máximas, un tanto genéricas, se esconde el verdadero precepto: una encomiable voluntad por respetar la individualidad, personalidad e independencia tanto de las subsidiarias extranjeras como de todos sus trabajadores. “La creación de valor para la empresa se obtiene propiciando un ambiente de trabajo que favorezca la productividad, creatividad y libertad de los empleados. A diferencia de las compañías pequeñas, yo no tomo las decisiones estratégicas. Participo en las más grandes, pero son los responsables de cada área de negocio quienes tienen la palabra. Se trata de dejar que la gente que mejor sabe decida. Así es como se crece”, explica.

- “El negocio de Hewlett-Packard es la propiedad intelectual —agrega—. Si tenemos éxito es por los productos y las ideas que sacamos. Nuestro activo más importante no está en los edificios y plantas que inauguramos, sino en los empleados. La asimilación de la cultura de la empresa es lo que hace la diferencia entre el éxito y el fracaso en el largo plazo.”

- No obstante, esta pretendida devoción a la comunicación tanto interna como externa no siempre se respeta todo lo que se debiera: durante la inauguración de la nueva planta en Guadalajara, ninguno de los más de 200 empleados presentes de rango menor tuvo derecho a escuchar una traducción simultánea de las palabras pronunciadas por Platt. “No me di cuenta de eso. Está claro que fue un error”, admite.

- El contacto con el mundo “exterior” también brilló por su ausencia: salvo un breve documental sobre México proyectado durante una celebración en el museo del Papalote del Distrito Federal, Platt apenas pudo contemplar otra cosa de la actual realidad mexicana que no fueran modernos edificios corporativos. “En esta visita a México no tuve tiempo, pero en otros viajes anteriores me tomé algunos momentos para ver museos y pasearme”, argumenta. Sin embargo, esto no le impidió, basándose en las cifras macroeconómicas del país, proclamar rotundamente en todos sus discursos la definitiva recuperación económica y el final de la crisis en México.

- De ese y otros temas tuvo tiempo de explayarse largo y tendido con el presidente Ernesto Zedillo, con el que se reunió en Los Pinos el 27 de agosto. “Fue una conversación maravillosa”, dice el directivo, quien califica al mandatario mexicano de “muy comprensivo”. Tal fue el grado de empatía surgida entre ambos que la entrevista duró el doble de tiempo del previsto. ¿Entendimiento de presidente a presidente?

- Un solo punto negro sobresalió de una visita principalmente organizada para el contacto directo y las relaciones públicas: la conferencia de prensa organizada en Guadalajara, de la que Platt dijo haberse sentido “un poco decepcionado”. Al margen de un par de casos, la mayoría de los periodistas convocados para conversar con el CEO mostraron poca curiosidad por estar frente a uno de los directivos más relevantes y reconocidos de Estados Unidos. La mayor parte de los medios presentes, casi todos de alcance nacional, guardaron un riguroso silencio monacal que sólo fue roto por un “¿qué piensa usted de la ley Helms-Burton?”, Pregunta que dejó, en un principio, bastante desconcertado al propio Platt, por no sentir que el tema tuviera tanto que ver con lo que él mejor conoce y puede hablar. Los periódicos del día siguiente se limitaron a reseñar sucintamente la inversión de $50 millones de dólares realizada este año por la compañía en México.

- Inversión turística
Si de inversiones se trata, también lo es traer al chairman de la compañía. Al final, Hewlett-Packard de México se habrá gastado $180,000 dólares en la ajetreada visita de su presidente, una cantidad que, a juicio de Samuel Araiza, director de Comunicación de la subsidiaria mexicana, es “muy pequeña”, aunque suponga el triple de dinero con respecto al anterior viaje de Platt a México. “Es el equivalente al gasto que ejerce la compañía por 20 días de publicidad en los medios. Y una visita así reditúa mucho más que cualquier campaña de promoción”, dice.

- Veloz conclusión de Platt sobre su viaje: “Una visita excelente”. ¿Y después? El directivo espera, por lo pronto, completar su mandato como CEO, el cual finaliza en el año 2002. Claro que eso siempre está sujeto a que siga demostrando capacidad para resistir y adaptarse a los continuos embates de lo que el llama “el torbellino del cambio”, auténtico modus vivendi del sector en el que opera.

- ¿Y qué hay del 2003? “Pienso trabajar menos duro que ahora”, dice, aunque descarta dejar por completo el mundo de los negocios. Para entonces, ya habrá completado su sueño: estar viviendo en una casa que incluya un viñedo de 10,000 metros cuadrados. De este modo, el par de días cada seis semanas que sé toma actualmente de descanso para conjurar el stress al que le somete su trabajo se habrá transformado en plácidos momentos de retiro. Eso sí, sin dejar nunca de viajar, aunque sólo sea exclusivamente a aquellos lugares dedicados a la vitivinicultura. Conforme a estos parámetros, es posible que México no figure entre sus destinos más frecuentes.

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