Un país de migrantes
Hablamos mucho de los mexicanos que viven más allá de nuestras fronteras, ¿por qué no dedicamos unos minutos a los extranjeros que radican en México? Ellos son una de las grandes sorpresas del Censo de Población y Vivienda 2010. Son el grupo que más crece en México. Eran 492,617 en el año 2000. Diez años después, suman casi un millón. Una de cada cien personas que viven en México nació en otro país.
- “México es un país de emigrantes que no se reconoce como tal”, dice Jorge Durand, uno de los principales estudiosos del fenómeno migratorio. Podríamos darle la vuelta a su frase y decir “México es una tierra de inmigrantes que no se reconoce como tal”. Somos el país donde más ciudadanos de Estados Unidos viven, en todo el mundo: 738,103, según las cuentas oficiales mexicanas. Alrededor de un millón, de acuerdo con estimaciones de los propios estadounidenses. Hay tres ciudades de México donde ellos constituyen más de 50% de la población: San Miguel de Allende, Taxco y Chapala. Cuando hablemos de extranjeros, no sólo debemos pensar en gringos. Aquí viven 77,609 españoles, 53,822 guatemaltecos, 18,800 colombianos, 13,735 italianos y 12,072 coreanos.
- El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) explica, en parte, el boom de la migración estadunidense, que se multiplicó por cinco a partir de 1990. Eran 194,000 residentes, cuando se firmó el TLCAN y ahora son cinco veces más. La globalización podría ayudarnos a entender la llegada de los otros. Es un concepto abstracto, pero útil para comprender hasta qué punto nos hemos vuelto parte del mundo: más abiertos y conectados. El siglo XXI será un siglo de grandes movimientos poblacionales. Lo dice la ONU y lo registra el genial fotógrafo Sebastião Salgado o grandes escritoras como Annie Proulx.
- México es tierra de oportunidades. Esto lo saben ciudadanos de España, Colombia o Argentina que han puesto su mira en nuestro país. No somos EU o Australia. No tenemos su PIB y nuestra apertura está llena de reticencia y ambigüedad. Los extranjeros se encuentran entre el malinchismo y la xenofobia. Casi el paraíso, tituló Luis Spota una novela que describe el triunfo social de un falso aristócrata italiano en el México de mediados del siglo pasado.
- ¿Cómo sería la historia ahora? Tenemos cientos de posibilidades: futbolistas argentinos, financieros estadounidenses, cantantes brasileños, cocineros peruanos, actores cubanos, modelos colombianas, periodistas españoles, guardaespaldas israelíes, industriales salvadoreños, músicos polacos, estudiantes guatemaltecos, matemáticos rusos… dejemos de lado los estereotipos, podemos decir matemáticos ecuatorianos, futbolistas estadounidenses y empresarios indios. Lo importante es no perder el hilo de la historia. Ellos son la contratendencia de la fuga de talento mexicano. México vive la corriente migratoria más caudalosa en los últimos 150 años.
- Los libros de historia general registran la migración que siguió a la Conquista; los intentos de atraer pobladores extranjeros que comenzaron en el siglo XIX y terminaron con el Porfiriato y la genialidad generosa de Lázaro Cárdenas que abrió las puertas a los refugiados españoles durante la Guerra Civil. Algunas monografías nos permiten completar la película con otros casos: La odisea de los menonitas en Chihuahua; la integración de los nativos de Barcelonette, que fundaron imperios comerciales, como Fábricas de Francia. La llegada de los libaneses y su enorme aportación al mundo de los negocios. En 1930 representaban 5% del total de extranjeros y ya eran la fuerza dominante en los negocios en México.
- Lo ocurrido en el siglo XX fue apenas un aviso de lo que está sucediendo ahora: nuestra generación está debiendo la crónica de la llegada de los nuevos migrantes. Italianos en Playa del Carmen. Coreanos junto a la Zona Rosa de la Ciudad de México. Indios que acompañan la entrada de Tata en Jalisco o japoneses relacionados con la presencia de Nissan en Aguascalientes. Españoles que forman parte del ecosistema de BBVA y Santander.
- El retrato de los nuevos migrantes nos puede ayudar a responder una pregunta: ¿qué política migratoria necesitamos? El reto es atraer talento y reducir riesgos a la seguridad nacional. ¿Podremos trascender nuestra xenofobia y nuestro malinchismo, vencer nuestros miedos y ser simplemente pragmáticos?
- El autor es director editorial del periódico El Economista.
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