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Vida por agua

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mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

Se dice que el agua (mucho antes que el verde) es vida. En América, desde tiempos precolombinos el agua constituía para los antiguos mexicanos un elemento primordial para la creación. Y así lo atestiguan no sólo la importancia que tuvieron los cultos a deidades de este elemento, como Chac Mol o Tláloc, sino también los acueductos y otras obras de ingeniería que hicieron posible, por ejemplo, la fundación de Tenochtitlán sobre las aguas de un lago, o las recurrentes visitas de la nobleza indígena a lugares como Oaxtepec, es pues en aquellos tiempos la importancia que tenían los baños se explicaba más por su dimensión religiosa y médica, que por lo puramente recreativo.

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Otros pueblos, en otros continentes, han apreciado también el valor terapéutico del agua. Entre ellos destaca el caso de Roma. Baste recordar que un signo distintivo de las antiguas ciudades romanas eran los acueductos, y que los primeros edificios que éstos levantaban, a donde, llegaran, eran el del juzgado y el de los baños.

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Más recientes, pueden mencionarse los muy populares baños termales de Europa Central. A finales del siglo XIX y principios del XX, ahí se refugiaban todos aquellos enfermos nerviosos (especialmente las mujeres que, debido a la férrea moral adoptada durante la época victoriana eran tan propensas a padecer la neurosis histérica) que buscaban tranquilidad, paz y métodos de relajación. Así, ¿qué mejor que un buen baño? La larga tradición del SPA explica el porqué, aún hoy, "la cura por agua" sea una disciplina de rehabilitación que, en el Viejo Continente, sigue vigente, a pesar de que se practica desde los tiempos clásicos.

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Terapia integral. Con base en argumentos como los anteriores, algunos conocedores aseguran que el sistema SPA (cuyas siglas significan salutte per acqua, literalmente "salud a través del agua") no es sencillamente una serie de técnicas de relajación, sino un concepto terapéutico integral.

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A unas dos horas y media de distancia de la ciudad de México, en Zimapán, Hidalgo ‑que antaño fuera un feudo minero de importancia nacional‑, el viajero puede encontrar el hotel Royal SPA.

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Enclavado en medio de una zona semidesértica, goza del mejor clima para este tipo de instalaciones. El solo edificio principal de este lugar ya merece, por sí mismo, el viaje, pues posee un enorme valor histórico. Se trata de un castillo, construido en el siglo XVI, que se supone habría sido una de las residencias de Felipe II en el Nuevo Mundo. Aunque el esfuerzo fue, en términos prácticos, inútil, pues este Felipe, como todos los monarcas de aquella casa reinante, nunca visitó sus tierras en América (el único Habsburgo que llegó a México fue Maximiliano... y así le fue).

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De acuerdo con sus administradores, el Royal SPA se encuentra a la altura de los mejores SPAs del mundo y entre su equipo de especialistas cuenta con masajistas rumanos, especializados en distintos tipos de tratamientos. Algunos son propios para la relajación (¡ojo, estresados!), otros para el control del peso, otros combaten los síntomas del cansancio acumulado (o sea, esa molesta sensación de rigidez que invade a los músculos, la cual es provocada por la inmovilidad y acumulación de ácido láctico en los tejidos), etcétera.

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Luego de llegar e instalarse en cualquiera de las 40 habitaciones, todos los huéspedes son inspeccionados, médicamente. De esta manera, el personal puede estar seguro del estado de salud que guarda cada cliente, pues los cambios bruscos en la temperatura del agua (los clientes van del vapor a la regadera de presión, del sauna a la pileta de agua helada) aceleran la circulación sanguínea de manera a veces violenta. Por ello, quieren conocer los grados de tolerancia de cada huésped y diseñar el tipo de tratamiento que más conviene.

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Servicios especiales. Para los que buscan servicios más especializados, como el tratamiento reductivo, luego de la evaluación médica, se diseña una dieta balanceada que, junto con los masajes y baños, ayudará a perder todos o algunos de esos feos kilitos extra que se han alojado en la zonas del vientre y las piernas.

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Pero además de sus ventajas terapéuticas, el Royal SPA también ofrece el servicio de traslado de la capital al hotel y de regreso para aquellos huéspedes que así lo requieran. Ello es especialmente cómodo, sobre todo al regreso. Y es que puede suceder que el estrés, que ya había sido reducido y hasta eliminado gracias a la expertas y fuertes manos de los masajistas rumanos, vuelva a alojarse en la espalda y el cuello tras la manejada de regreso a casa.

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