Cuando de edificios inteligentes se trata, Xóchitl Gálvez es la aliada ineludible de las corporaciones en México. Les ayuda a tomar decisiones sobre telecomunicaciones, seguridad, acondicionamiento del aire y medio ambiente durante la construcción de sus edificios. Asegura la vigencia a largo plazo de estas estructuras, pese a los fuertes vientos de cambio tecnológico.
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Gálvez, de origen otomí, llegó a la Ciudad de México a los 16 años, al dejar el Valle del Mezquital, Hidalgo, “donde la pobreza suele heredarse”. Trabajó como telefonista y después programadora mientras estudiaba ingeniería en computación en la Universidad Nacional Autónoma de México. Con una beca, llegó a Grenoble, Francia, en 1983, para cursar una maestría en telecomunicaciones y edificios del futuro.
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De vuelta en México en 1989, Gálvez se colocó en el World Trade Center como directora de informática. Ahí se enfrentó a “un mundo corporativo hecho para hombres”. Lo rechazó y fundó su compañía en 1992, donde dictó sus reglas del juego: la licencia de maternidad es de seis meses, por ejemplo, y las madres de niños con menos de seis años trabajan hasta las tres de la tarde.
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Su firma, High Tech Services –llamada así para ganar el mundo corporativo que “no acostumbraba pagar por las ideas”, aún menos cuando provenían de una mexicana– facturó cerca de $3 millones de dólares en 1999. Su progenie, Operación y Mantenimiento de Edificios Inteligentes, facturó $1 millones de dólares.
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El éxito le trajo muchos premios a Gálvez. Fue elegida como una de los 100 líderes del futuro este año en Davos, Suiza. Pero el honor que más estima es el “Reconocimiento al compromiso con los demás”, del Centro Mexicano de la Filantropía, en 1999. Se ganó este premio dedicando 30% de su tiempo a su Fundación Porvenir para niños indígenas desnutridos.
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