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¿Exportaciones salvadoras?

La decisión de Banxico de aplicar una política monetaria restrictiva, pone nuevamente en el tapete
mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

Después de lograr una combinación virtuosa que dio resultados positivos con relativa facilidad –gracias a las condiciones favorables del entorno internacional–, el equipo del gabinete económico se aprestaba a hacer extensivos los beneficios del crecimiento a otros sectores de la economía y, supuestamente, a la población. Aunque se asumía que las favorables circunstancias externas no se modificarían, se consideraba necesario que el desempeño que habían tenido las exportaciones fuera sustituido por el mercado interno, en donde los frutos del crecimiento tendrían un mayor impacto. Sin embargo, las circunstancias cambiaron y llegó la crisis de Asia con las consecuencias de sobra conocidas.

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Los efectos de esa crisis no han terminado y lo más grave es que se podrían encadenar con otros fenómenos, tales como un aumento de tasas en Estados Unidos. Por lo pronto, apenas el 11 de marzo pasado el Banco de México anunció su decisión de modificar su postura de política monetaria, de neutral a restrictiva, estableciendo un “corto” –retirando dinero del mercado– por $20 millones de pesos. El banco central argumentó que esa medida se establecía en respuesta a la volatilidad observada en los mercados financieros internacionales, provocada por la crisis asiática y la caída en los precios del petróleo. También explicó que esa volatilidad había contribuido a generar presiones sobre el tipo de cambio y, a su vez, los movimientos en la paridad habían dado lugar a que las expectativas de la inflación se movieran al alza.

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Es importante señalar que un “corto” tiene efectos sobre distintas variables. Al propiciar un ajuste al alza en las tasas de interés, se fuerza una baja en la demanda interna, lo que a su vez reduce las expectativas que se tienen de la inflación y frena el deterioro de la balanza comercial. Ciertamente, eso tiene un costo: al bajar la demanda interna, se pone en riesgo la meta de crecimiento económico. Además, con el incremento de tasas el mercado nacional se vuelve más atractivo para la inversión extranjera; eso tiende a fortalecer el tipo de cambio, lo que implica otorgarle más ventajas a los productores foráneos, que en esas condiciones podrían desplazar fácilmente a los fabricantes nacionales del deprimido mercado interno.

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LOS EFECTOS DEL “CORTO”
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Cabe recordar que los efectos del “corto” no son iguales a los que produce la contracción del gasto público. En este caso, la reducción del gasto ayuda a bajar la demanda, lo que podría contribuir a desacelerar el crecimiento; sin embargo, paralelamente, al reducir la necesidad de financiamiento por parte del gobierno, reduce presiones sobre los recursos financieros. Eso finalmente ayuda a frenar el crecimiento de precios.

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Por otra parte, no se debe perder de vista que si bien la decisión de Banxico de aplicar un “corto” dio lugar de inmediato a un incremento de tasas, lo cierto es que la magnitud de la contracción es muy baja y tiene mucho de simbólica, ya que apenas representa 0.02% del saldo diario de la base monetaria estimada para 1998.

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Lo anterior no significa que las autoridades renuncien a aplicar una política monetaria todavía más restrictiva o un mayor recorte del gasto público. Insistentemente han sugerido que “no les temblará la mano” para hacer los ajustes que les permitan acercarse a sus metas. Dependiendo de la evolución de los mercados y los precios, harán todo lo posible por evitar un impacto muy fuerte sobre la producción, porque eso también repercutiría en los proyectos de inversión.

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El equipo económico apuesta a repartir el efecto del ajuste entre las diferentes variables económicas, para mantener el control y no afectar severamente las expectativas. Como parte de su estrategia, a finales de febrero el gobierno emitió un bono global por $1,000 millones de dólares, con muy buena aceptación, y el 17 de marzo hizo otra colocación por $415 millones en el mercado italiano. De esa manera tratará de obtener recursos para cubrir el esperado déficit en cuenta corriente.

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Sin embargo, si las condiciones internacionales no mejoran, es probable que el gobierno se vea obligado a reconocer un mayor deslizamiento del tipo de cambio, que podría ser acompañado por restricciones monetarias, para limitar sus efectos inflacionarios. En ese caso, la única opción que quedaría para mantener el crecimiento serían las exportaciones, sólo que éstas irían a un mercado más competido.

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Aunque ahora se busca una combinación más racional de las variables económicas –se matiza la obsesión antiinflacionaria–, en estos momentos difíciles se confirma que esta política económica no fue capaz de aprovechar los tiempos favorables para resolver los problemas que generan una estructura económica y una administración pública ineficientes. Con una política de arranca y freno en la promoción de las exportaciones, que no ha permitido consolidar las cadenas productivas ni la coordinación entre los agentes económicos, no será fácil competir.

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