Un alto porcentaje de personas en todo el mundo tiene sus reservas a hacerlo, lo que a veces resulta inevitable.
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Pero bueno, si los humanos hacemos cosas que rebasan nuestra naturaleza, como caminar en la superficie de la Luna o sumergirnos en las profundidades del mar, entonces, ¿por qué no volar? Aquí algunos consejos para encarar la experiencia de la mejor manera posible.
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Si le atormenta el despegue, piense en otra cosa. Los libros y revistas no funcionan. Si hay con quien, platique de algo distinto al tema "aviones".
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Cuando le toquen turbulencias, trate de conservar la calma. No grite ni intente levantarse.
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¿Sufre de claustrofobia? Camine por los pasillos del avión. Vea las películas que se proyectan a bordo. Mire por la ventanilla.
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A la hora del aterrizaje, al cual inexplicablemente la gente teme más que al despegue –en realidad es menos arriesgado–, haga lo mismo que al principio.
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Si de repente le asalta un ataque de terror en pleno viaje, no tenga vergüenza y llame a un sobrecargo, él lo ayudará.
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