¿Scotch o Bourbon?
No es una época fácil para los whiskys en México. Aunque es el destilado con mayores ventas en el mundo, en el país apenas representa 2% del consumo total de bebidas alcohólicas y a últimas fechas incluso ha ido levemente a la baja, de acuerdo con información de la consultora AC Nielsen.
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El whisky es también conocido como scotch, un aguardiente hecho de la combinación de hasta cincuenta destilados de cebada y granos de trigo diferentes. Si se hace de un solo grano el resultado se conoce como single malt whisky. En todo caso, el scotch sólo se produce en Escocia.
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Su característico sabor proviene de su elaboración con agua pura que brota en montañas o pozos de las tierras bajas y de la turba, carbón mineral con el que se quema ligeramente la cebada y que le da a este destilado su reconocible sabor ahumado, de acuerdo con César Ramírez, embajador de la marca Jim Beam, de la empresa Maxxium.
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Además del scotch, existen los denominados whiskyes –nombre genérico dado para los whiskys que se producen fuera de Escocia– que incluye principalmente a los fabricados en Irlanda (que fue donde se creó esta variedad), Estados Unidos, Canadá, Japón y Venezuela.
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Si se produce en Kentucky, Estados Unidos, entonces se conoce como bourbon, aunque regularmente este apelativo se usa para designar a todos aquellos aguardientes estadounidenses elaborados con un mínimo de 51% de maíz.
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La controversia entre bourbon y scotch es patente. Para Víctor Moreno, gerente de la marca Jim Beam, el gusto avainillado y dulce del primero resulta más mezclable y es ideal para el paladar del mexicano, amante de los sabores dulces, según él.
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Para Jorge Ibarra, gerente de la marca Johnnie Walker, de la firma Diageo, la calidad de la tierra y de las mezclas del scotch siempre lo distinguirán del resto. En cambio, en opinión de Gustavo Gómez-Tagle, embajador de la marca Chivas Regal, de la empresa Pernod-Ricard, la decisión simplemente es cuestión de gustos.
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Al margen de la controversia, aumenta la curiosidad por saber degustar este licor. Durante 2002, Pernod-Ricard calcula agrupar alrededor de 1,100 personas en torno a las catas promocionales que la mencionada marca está organizando. Por su parte, Maxxium espera recibir a 5,400 entusiastas del bourbon durante las degustaciones de Jim Beam.
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El aumento del consumo de whisky en México dependerá en buena medida de la habilidad de sus distribuidores para desembarazarlo de la imagen tan seria con la que se le asocia. Las direcciones de mercadotecnia lo relacionan más con un público mayor a los 30 años.
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Asegura Gómez Tagle: “Se tiene la idea de que el whisky es para el papá o para ocasiones muy especiales. En Chivas estamos tratando de quitar ese estigma en aras de favorecer un consumo más informal.”