¿Cuántas veces se ha probado algo y ha dicho: “me gusta, pero no me siento yo”? Cada vez que estamos frente a la disyuntiva de elegir entre dos o más opciones, hacemos un proceso de ajuste de todos los elementos que conforman la propia personalidad, y muchas veces, sin darnos cuenta, tomamos la opción que mejor se acomoda a nuestra forma de vida. Y es que todos buscamos la coherencia. En nuestras actitudes, en las opiniones que tenemos, en las cosas que hacemos y hasta en lo que traemos puesto.
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El caso de las bolsas de mano es muy ilustrativo, porque cuando son adquiridas, sus compradoras ven en ellas, además de una función utilitaria, un elemento indispensable que hablará de la imagen que quieren proyectar. Piense en su grupo de amigas e imagine a cada una de sus ellas guardando la cartera, la pluma, el celular, el estuche de maquillaje y todo lo que necesita para un día de oficina. Se dará cuenta de que todo modelito tiene un porqué.
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