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Cantera de ejecutivos

Los MBA han dejado de ser una prestación y se convierten en una herramienta estratégica para las empresas.
lun 06 febrero 2012 10:07 AM

Durante los últimos años, las razones para estudiar un MBA han cambiado. Por ejemplo, muchos jóvenes se inscribieron a un master en negocios después de la crisis financiera de Estados Unidos en 2008-2009 porque era una de las mejores formas de esperar nuevas épocas de vacas gordas, y no con la idea de ascender en el organigrama corporativo, una de las razones más típicas. De hecho, es probable que ahora esté sucediendo lo mismo en las economías europeas.

La lista de propuestas sobre cómo analizar si a un estudiante le conviene hacer un MBA es larga. Pero pocas veces se analiza cuáles deben ser los criterios para que una empresa contrate un MBA o financie este tipo de estudios en uno de sus empleados.

La importancia de fijar estos criterios no es un asunto menor. De hecho, la tendencia que encontramos este año es que cada vez hay más empresas que se están tomando en serio que sus empleados entren a programas de esta naturaleza, al grado que en muchos casos es el director general quien termina decidiendo quién sí estudia un MBA y quién no, como ilustran los casos de Walmart, Pfizer y PepsiCo.

Podría pensarse que el origen de este cambio de paradigma es el costo de los estudios (en IPADE Business School, la escuela de negocios que repite como la número uno del ranking este año, el costo del programa puede sumar 700,000 pesos) y el tiempo que el directivo-estudiante debe dedicarle a la escuela.

Sin embargo, nos parece que el anterior no es el factor más importante. A juzgar por lo que varios CEO nos cuentan en la historia principal de este informe, la razón por la que cada vez más de ellos se involucran en esta decisión es que un MBA se puede volver crucial para mantener la rentabilidad de su compañía.

Un ejemplo de esto puede verse en industrias donde hay alta rotación de directivos, lo que obliga a las empresas a tener un alto ‘inventario' de gente capacitada para asumir posiciones de mayor responsabilidad.

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Bajo esa óptica, tener o formar un MBA en una empresa es una decisión estratégica que no debe recaer en el jefe de un área o en el Departamento de Recursos Humanos. Se reconoce que hay un riesgo de crear más burocracia y que esto además genera el reto de que las empresas desarrollen modelos que filtren a los candidatos de manera que lleguen los mejores a la mesa del director (imaginen a Scott Rank, CEO de Walmart, eligiendo entre más de 200,000 empleados que tiene la cadena de tiendas en México).

Esta tendencia es un gran paso, no sólo por lo que filosóficamente representa, sino porque este tipo de procesos de selección fomentan aún más la meritocracia dentro de las organizaciones empresariales.

Problemas de los 80

A fines del año pasado sucedió una historia que ilustra una parte de lo que hoy tiene a los países europeos en una encrucijada. El banquero central de un país de América Latina le ofreció una cena a la directora gerente del Fondo Monetario Internacional, Christian Lagarde con el grupo de mujeres de negocios más influyentes del país anfitrión. En la plática, una asistente le pidió a Lagarde su opinión sobre una comparación más o menos obvia: la deuda que enfrentan algunas economías europeas versus la deuda que en los 80 tuvieron buena parte de las economías latinas.

La ex ministra francesa dijo que no había nada que comparar, que no eran situaciones semejantes. Cuando tocó hablar al anfitrión, el banquero dijo dos cosas: la comparación es válida puesto que ambos casos tratan de disciplina fiscal y les hará falta mucha humildad a los europeos para volotear a ver cómo se resolvió el problema en AL y aprovechar lecciones valiosas que entonces surgieron.

Larry Summers, el veterano financiero estadounidense, recordó una de esas lecciones en su más reciente viaje a México. Desde su puesto en el Departamento del Tesoro del gobierno de William J. Clinton fue el artífice del préstamo de 50,000 millones de dólares que salvó a la economía mexicana en 1995.

"Cuando los mercados exageran, las políticas deben exagerar aún más", dijo en una entrevista que publicamos en esta misma edición. Summers le atribuyó esta frase a Ernesto Zedillo, el presidente de México durante la crisis económica de 1995.

Y esto es lo que aún no se atreven a hacer en Europa, lo que retrasa aún más la ansiada solución.

Comentarios: cartas@expansion.com.mx

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