En una frase: Si comprenden las barreras que impiden su acceso a puestos de poder, las mujeres pueden superarlas. |
Especial para: Mujeres y hombres dispuestos a ver más allá de los estereotipos de género. |
En 2010, Sheryl Sandberg, directora general de Operaciones de Facebook, asistió en Nueva York a una reunión de trabajo con una firma de capital de riesgo. Al término del encuentro, le preguntó dónde estaba el baño femenino a uno de los ejecutivos de la compañía financiera. No supo responderle. Era la primera mujer que hacía negocios en aquellas oficinas. O quizá, como comentó el ejecutivo, "la única que había tenido la necesidad de ir al baño".
Más o menos por la misma época, Sandberg organizó en la sede de Facebook, en California, un encuentro con el entonces secretario del Tesoro de Estados Unidos, Tim Geithner. Asistieron 15 personas: 11 hombres y cuatro mujeres. Los hombres se instalaron cómodamente alrededor de la amplia mesa y las mujeres se situaron discretamente en una esquina de la habitación.
Estas experiencias llevaron a Sandberg a una conclusión: la discriminación de género aún no está superada. Para denunciar la situación y plantear soluciones, Sandberg, una de las escasas ejecutivas de alto nivel del mundo de la tecnología, publicó el libro Lean in: Women, Work and the Will to Lead.
La tesis del libro es sencilla: la situación laboral de las mujeres no ha avanzado nada en las últimas décadas, pues éstas siguen apartadas de los puestos de poder. Los datos le dan la razón. Las mujeres dirigen únicamente 17 de los 195 países que cuenta el Departamento de Estado de Estados Unidos. Y en el último ranking de empresas Fortune 500, que analiza las mayores compañías estadounidenses, sólo 21 tenían como director general a una mujer.
La solución, para esta ejecutiva de Facebook, está clara: la verdadera igualdad sólo llegará "cuando las mujeres dirijan la mitad de los países y las empresas, y cuando los hombres dirijan la mitad de los hogares", escribe.
El problema es que para alcanzar este objetivo existen barreras que impiden la promoción laboral de la mujer. Muchas son externas, como el sexismo, la discriminación por la ausencia de leyes equitativas y la falta de horarios flexibles. Sandberg cita un informe de la consultora McKinsey en el que dice que a los hombres reciben ascensos en el trabajo por su potencial, mientras que las mujeres sólo lo consiguen por sus logros. Pero también hay una serie de barreras internas "raramente discutidas y frecuentemente subestimadas".
Mente tradicional
Sandberg culpa a los estereotipos de género que se consolidan desde la infancia y que terminan convirtiéndose en una profecía autocumplida: los hombres y las mujeres actúan conforme a lo que el mundo espera de ellos. La sociedad opina que los hombres son agresivos, ambiciosos e individualistas. Las mujeres son sensibles, maternales y trabajadoras de equipo. Por tanto, "la ambición profesional se espera en los hombres, pero es opcional, o incluso negativa, en las mujeres. Decir: ‘Ella es muy ambiciosa' no es un cumplido en nuestra cultura".
Un hombre de éxito es aquel que triunfa en su vida personal y profesional. Pero la mujer "no puede tenerlo todo". Para Sandberg, esta actitud proviene de la interiorización de los estereotipos de género. Mientras que el hombre no duda de que puede triunfar en el trabajo y en su vida personal, la mujer se deja dominar por el miedo y termina dando un paso atrás.
Esto es lo que Sandberg llama "la brecha en la ambición por liderar", que ha observado a lo largo de su carrera. Cuando ella estudiaba, la proporción de hombres y mujeres que se graduaban era la misma. Pero a medida que su generación avanzaba profesionalmente, cada vez más mujeres abandonaban sus carreras para cuidar sus hogares. Según el estudio citado, de los alumnos de Yale que alcanzaron los 40 en el año 2000, 90% de los hombres seguía trabajando y de las mujeres, sólo 56%.
En 2003, dos profesores de la Columbia Business School presentaron a un grupo de alumnos la historia de éxito empresarial de un hombre llamado Howard, y a otro grupo la experiencia de una mujer llamada Heidi. Les pidieron que las calificaran. Howard fue visto como un tipo atractivo, interesante y digno de confianza. Heidi era calificada de excesivamente ambiciosa y egoísta. Ambas historias eran exactamente la misma. Los profesores sólo habían cambiado el género del protagonista.
El estereotipo de la mujer trabajadora es negativo, lo que lleva a las propias mujeres a no querer parecerse a él. Esto conduce al "síndrome del impostor". La mujer que triunfa tiene la sensación de no merecerlo, de deber su éxito a factores externos.
Empresaria y jefa de familia
Por supuesto, Sandberg desemboca en la complicada cuestión del balance entre vida personal y profesional. Cita el reciente caso de una de sus pocas colegas ejecutivas en el sector tecnológico, Marissa Mayer, CEO de Yahoo! El verano pasado, Mayer asumió el cargo en su tercer trimestre de embarazo. Cuando regresó a su puesto, después de sólo tres semanas de baja de maternidad, y suprimió la posibilidad de que sus empleados trabajaran desde casa, las críticas se desataron. Incluso la ministra alemana de la Familia entró en el debate, destacando el "mal ejemplo" que había dado.
Sandberg opina que cualquier decisión en el ámbito de la conciliación profesional y familiar es personal y respetable: desde abandonar el trabajo por la familia hasta centrarse en lo laboral en lugar de tener hijos. Sin embargo, mientras que en el hombre se contempla como una decisión individual, la mujer representa a todo su género y todo el mundo comenta su elección.
No existe un equilibrio perfecto entre la vida personal y familiar, sostiene la autora, y cada cual se arregla como mejor puede. Sin embargo, las mujeres reciben desde la infancia el mensaje de que, tarde o temprano, tendrán que elegir entre tener éxito en el trabajo o ser una buena madre.
Sandberg se basa en su propia experiencia personal -está casada y tiene dos hijos- para recomendar a las mujeres que no frenen sus carreras antes de tiempo. El éxito laboral y una familia feliz, aunque exigen esfuerzo, son perfectamente compatibles.
Esto, por supuesto, es más fácil de decir que de llevar a la práctica. Una de las principales críticas a Sandberg vino de Erin Callan, antigua directora financiera de Lehman Brothers y una de las mujeres más exitosas de Wall Street. En un artículo publicado en The New York Times, Callan comenta, utilizando la expresión del título del libro de Sandberg, que ella se echó "demasiado adelante" en su carrera, lo que rompió su matrimonio y destrozó su vida personal.
Sandberg sostiene que la clave en "la gestión de la culpa". La mujer trabajadora se siente culpable por no estar en casa. El ama de casa se siente culpable por no trabajar. El hombre no se siente culpable. Tal vez por afirmar que "las mujeres no son sólo las víctimas del sexismo, son también sus autoras", Sandberg se ha ganado numerosas críticas por parte de algunas representantes del feminismo. Las voces contrarias reprochan a la autora que se haya centrado en estas supuestas barreras internas y no en las causas estructurales y sociales que impiden el acceso de la mujer a puestos de poder.
Lean in: Women, Work and the Will to Lead (‘Involucrénse: Las mujeres, el trabajo y la voluntad de liderar'), Sheryl Sandberg, 240 páginas. 13,72 dólares en Amazon.