Más que cuentos chinos
Durante una noche en Beijing, en diciembre de 2007, mientras líderes chinos y americanos veían un espectáculo de fuegos artificiales, Henry ‘Hank’ Paulson, entonces secretario del Tesoro de Estados Unidos, tuvo que pasar frío con tal de que su reputación no peligrara. Miembros de la delegación china le ofrecieron un abrigo del Ejército Rojo, pero tuvo que rechazarlo. “Anhelaba el calor, pero no pude aceptarlo, imagina la fotografía: el secretario del Tesoro vestido como soldado del Ejército Rojo”, cuenta.
Ésta es una de las anécdotas que Paulson relata en su libro Dealing with China, en el que analiza el desarrollo del país como potencia económica y su relación con Estados Unidos, en las últimas dos décadas.
El autor da varios ejemplos. Hoy, China produce y compra casi la mitad del carbón, cemento, hierro, mineral y acero del mundo y consume 40% del aluminio y el cobre a nivel global . Además, es el máximo acreedor de Estados Unidos, con casi 1.3 billones de dólares en bonos de deuda.
Sin embargo, pese a que China crece de manera importante en términos de inversión y consumo global, todavía tiene rezagos considerables en algunos indicadores de desarrollo económico.
El país tiene más de 100 millones de personas atrapadas en la pobreza extrema. El producto interno bruto (pib) per cápita está en el número 80 del mundo y su gobierno es, sistemáticamente, represivo en temas de libertad de expresión.
En el último Índice de Percepción de Corrupción publicado por Transparencia Internacional, ocupó el lugar 100.
Con un gobierno tan celoso de publicar información, ¿cómo conocer la historia del desarrollo económico chino en las últimas dos décadas?
Esto es lo que intenta hacer Hank Paulson en su libro. Difícilmente alguien ha tenido más acceso a los líderes más importantes de China en los últimos 20 años. Primero, como banquero, luego, como secretario del Tesoro, y, actualmente, como presidente del Paulson Institute, un think tank de la Universidad de Chicago, que promueve el desarrollo de energías limpias y desarrollo sustentable.
En el libro, Paulson narra cómo participó en la apertura económica de China a finales de los 90 y principios de este siglo. Fue presidente ejecutivo de Goldman Sachs, uno de los bancos de inversión más importantes del mundo.
En un esfuerzo por entender la mentalidad de los líderes chinos, Paulson logró crear una influyente red personal que le permitió conseguir importantes contratos. Estos incluyen desde la salida a Bolsa de la empresa China Telecom, el Banco de China y PetroChina, la mayor petrolera estatal, o la reestructura de Guandong Enterprises, una de las mayores manufactureras y exportadoras del país. Hasta el rediseño de la escuela de negocios más importante de China: la Universidad de Tsinghua.
Paulson fue secretario del Tesoro, en 2006, durante el gobierno de George W. Bush. Su mayor mérito, según cuenta en el libro, fue convencer a China de eliminar el régimen fijo de su tipo de cambio.
Tras salir de la Secretaría del Tesoro, el autor creó el Paulson Institute, con ayuda de la Universidad de Chicago. En sus palabras es un think and do tank, que busca que sus reportes en temas sustentables no se queden en publicaciones de investigación. Lo más destacable fue lograr tratados de inversión bilateral, entre China y Estados Unidos.
El dark side de Paulson
Es verdad que poca gente tiene tanta información en forma de experiencias personales como Paulson. Sin embargo, su estrecha relación con los líderes chinos condiciona la manera en la que presenta sus historias, pues tiende a elogiarlos mucho y a hacer críticas ambiguas.
“Conocí a Wang Quishan como banquero, pero ahora lo vi por primera vez como líder político, totalmente capaz y seguro de sí mismo”, dice el autor sobre el miembro del Comité Permanente del Partido Comunista. “No fue tanto lo que dijo, sino cómo lo dijo. Fue sustancial y directo, franco y carismático, imperturbable. Fue una actuación virtuosa”.
La única crítica dura y dirigida al gobierno actual es la represión a los medios y redes sociales disidentes de la administración de Xi Jinping, secretario general del Comité Central del Partido Comunista de China.
Lo que hay que reconocer es la capacidad narrativa de Paulson, que logra atrapar al lector con algunas historias de película.
Entre ellas figura la de Mike Evans. Mientras éste trabajaba para Paulson, en Goldman Sachs, debía convencer a Jiang Jiemin, entonces director de la Comisión de Supervisión de los Activos del Estado chino, del precio de salida a Bolsa de PetroChina. Después de 10 horas de negociación, a las 5:00 am, Evans lo convenció diciendo: “Tu jefe se ha quedado dormido (… ) Tú y yo hemos trabajado años en esta operación. Vas a tener que confiar en mí, porque esto es lo que tenemos que hacer”.
Aunque el ejemplo de Evans sirve para empoderar a los estadounidenses, podría ser útil para ejecutivos y funcionarios de cualquier país. Como dice Paulson desde el principio de Dealing with China: “Los chinos son competidores formidables, pero no deberíamos temer la competencia o menoscabarnos por ella”.
Lecciones desde China
Paulson cree que esto es lo que debería hacer Estados Unidos para lidiar mejor con China tras 25 años y 100 viajes a ese país:
1. Al elaborar las reformas económicas chinas, la transparencia es básica para evitar la corrupción.
2. China y Estados Unidos deben formular más políticas públicas juntos.
3. Es necesario estar preparados a fondo para las reuniones con los líderes chinos y estar alerta de los cambios de paradigma que afecten la relación entre los dos países.
4. Estados Unidos debe dejar de desear que los líderes chinos piensen al estilo americano.
En una frase: Hay países impenetrables y difíciles de descifrar. Sólo estando dentro es posible lograrlo.
Especial para: Ejecutivos, empresarios, científicos sociales y otros curiosos sobre la economía y política exterior de China.
Este artículo fue publicado en la edición 1173 de la revista Expansión. Adquiere esta revista o suscríbete a nuestra edición digital en iOS o Android.