A sus 48 años, Calvillo ya impidió que se instalara un basurero de material radioactivo en Texas, a 20 kilómetros de la frontera mexicana; denunció los daños de Pemex en el sureste del país y abrió el debate sobre la contaminación capitalina. Durante los últimos cinco años dirigió Greenpeace México y la hizo la ONG con más socios activos del país. Ahora, este doctor en filosofía en la Universidad de Barcelona y sociólogo por la Autónoma Metropolitana se lanza como vigía de las empresas para informar a la ciudadanía sobre sus impactos nocivos a través de su recién formada ONG El poder del consumidor.
¿Promoverá a las empresas socialmente responsables?
Nos interesa promover la Responsabilidad Social Empresarial (RSE). Se piensa que es filantropía, pero ésta sólo crea una imagen de la empresa que nada tiene que ver con su impacto social, puede ser sólo un maquillaje.
¿Hay hipocresía en la filantropía empresarial?
Sí. Por ejemplo, Microsoft aparece como la gran empresa filantrópica, pero se opone a que los trabajadores tengan un salario digno en China. Cemex patrocina publicaciones bellísimas, pero quema llantas en sus hornos de cemento (ambas empresas fueron consultadas por Expansión y no respondieron a las acusaciones).
¿Las irresponsables son más filantrópicas?
Esas empresas tratan de limpiar su imagen. Aunque puede haber gente que lo haga de buena fe.
¿Qué informará El poder del consumidor?
Por ahora vemos dos cosas: las prácticas monopólicas, como la telefonía y la televisión. Y lo segundo será una campaña para regular la venta de refrescos y comida chatarra en el país. Ahora hay mayor sobrepeso y obesidad que provocan diabetes y están fuera de control.
¿Cuál es su principal enemigo?
Hay que vencer la falta de participación ciudadana y las instituciones públicas que están al servicio de intereses privados.
¿Será un Superbarrio de los consumidores?
Para nada me siento superhéroe ni caricatura de un superhéroe. Siempre tengo interés en defender los derechos civiles y echarlos a andar.