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El drama de ser exconvicto

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jue 17 mayo 2007 12:44 PM

Durante el tiempo que pasó encarcelado, sin razón y por falta de liquidez para pagar la fianza, Alfredo imaginó que el día de su liberación sería el más feliz de su vida. Y sin duda lo fue, pero el sabor de la libertad tiene un gusto amargo.

Salió de prisión, libre de todos los cargos, 11 días después de su cumpleaños 25. Quiso retomar su vida donde la dejó, pero se topó con que pocos quieren contratar a un técnico contable ex convicto. Así, no tuvo más que conformarse con trabajos de conserje, lavacoches, ‘valet’ de estacionamiento y velador. "A nadie le importa que sea inocente, sólo saben que estuve en la cárcel".

El paso por la prisión le dejó una marca que parece indeleble. Otros que, como Alfredo, dejaron atrás los días de prisión, culpables o inocentes, encuentran ‘muy cuesta arriba’ desempeñar su oficio o profesión.

Muy pocas empresas en México les abren las puertas, reconocen los especialistas. Incluso, en varios estados todavía es común que pidan cartas de ‘no antecedentes penales’ para cubrir una vacante en un trabajo. El empleo a ex convictos es un asunto que se volverá urgente en los años que siguen, piensan los observadores. La política de combate al crimen, que aumentó las penas para los delitos que merecen cárcel y las aprehensiones, provocó que entre 1994 y 2004 se duplicara el número de personas encarceladas. Actualmente hay cerca de 213,000 reclusos en las cárceles del país (57% purgan condenas, el resto están presos sin sentencia), y la cifra crece año con año.

¿Cuántos salen cada año? Sólo hay datos parciales. En su último informe, Vicente Fox reportó que en los pasados 10 años quedaron libres unas 70,000 personas recluidas en prisiones federales, y en 2004, la Organización Pro-Justicia de la Sociedad Abierta estimó que cada año salen de las cárceles precautoriasre cerca de 40,000 por falta de pruebas.

Nadie sabe lo que ocurre con ellos una vez fuera. La pista se diluye cuando pisan la calle; acaso resurge cuando reinciden (el Centro de Investigación y Docencia Económicas calcula que le ocurre a entre 15 y 20% de los ex reos).

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El acceso a un empleo es clave para su reinserción social, dicen los especialistas. "El trabajo, dentro y fuera de los reclusorios, no es para que obtengan dinero. Es una terapia de readaptación", señala Juana Elena Montes de Oca, subdirectora de Industria Penitenciaria del Gobierno del DF.

Una encuesta entre preliberados y liberados, que encargó la Secretaría del Trabajo federal en cárceles de 15 estados, reveló que casi 50% dijo haber encontrado trabajo inmediatamente después de salir, mientras 10% seguía desempleado luego de un año. Sin embargo, 42% consiguió un puesto eventual o sin prestaciones (la mayoría contaba sólo con instrucción básica, 14%, con bachillerato, y 2% con licenciatura). Sólo 3% de los encuestados dijo que recuperó el empleo que tenía antes de ir a prisión.

El reto está en convencer a los empresarios de que, al menos, den una oportunidad a quienes quedaron en libertad, dice Martha Alicia Loza, directora de Promoción al Empleo del Gobierno del DF. "Es complicadísimo. En términos de grupos vulnerables, (los empresarios) están más sensibles a las personas de la tercera edad y a los discapacitados. Los liberados son tan difíciles de colocar como los enfermos de VIH y las personas transgénero, una vez operadas", asegura.

En busca del ángel guardián
Quienes han estado en la cárcel rara vez omiten esa parte de su currículum en una entrevista de trabajo. "La gente que ha estado encerrada lo carga, lo lleva consigo y no tiende a mentir", explica Loza. Asimismo, cuando alguno de ellos sale a la calle "está convencido de que ya pagó sus errores adentro y de que merece una nueva oportunidad afuera". En teoría es cierto, pero "se oye feo, llevan una etiqueta que los hace poco deseables para los empleadores", comenta.

A menos que tengan un ángel guardián, como Antonio Solís. Este empresario es uno de los pocos que les ofrecen empleo abiertamente. Desde hace 14 años, en su fábrica Muebles para Jardín Santa María, contrata sólo a preliberados y compurgados. Aunque él ya no tiene talleres en las cárceles, su fábrica, ubicada en Ixtapalapa, emplea a 25 personas que fueron capacitadas durante su reclusión en el penal de Santa Martha Acatitla, del DF, y otros penales del Estado de México, incluido el de Neza-Bordo.

Otra firma que lo hace es Vicky Form, de Grupo Industrial Zaga. Quienes conocen a su presidente, Mayer Zaga, saben que tiene una convicción personal por integrarlos. "Como sociedad tenemos que tener coraje para atender estos asuntos y no sólo quejarnos de que los índices de criminalidad están terribles. La rehabilitación necesita oportunidades, si no las brindamos, estamos retrocediendo como sociedad", dijo un vocero de la familia textilera.

La armadora de arneses Grupo Arse, en San Luis Potosí; Enkaplast y Oreda, en el DF, y muchos empresarios de pymes en Tamaulipas y Jalisco también tienen esta política (y talleres en las cárceles).

"Todos queremos una oportunidad. Cometí errores, como cualquiera, y ya los pagué", afirma Jesús, quien cumple una libertad anticipada por buena conducta. Entre las sesiones de apoyo psicológico, la firma semanal en la penitenciaría de Santa Martha Acatitla y la vida familiar que nunca perdió, trabaja en el taller de fundición de Solís.

"Fueron 14 años ocho meses", dice despacio y con la mirada fija en los moldes de arena del taller, como contando de nuevo los días en prisión. En cuanto quedó libre, buscó al empresario para quien trabajó durante más de una década en la cárcel. "Todos sabemos que, al salir Toño, nos espera, con un buen trabajo, bien pagado. El patrón es bien gente", comenta Jesús, quien antes de ‘caer’ era herrero y ahora fabrica muebles de aluminio. Un día, dice, tendrá su propio taller.

Pero parece cosa de suerte dar con una empresa así. Alfredo no trabajó en una de sus plantas, y está convencido de que su única opción es abrir un changarro. "No tengo ahorros y no sé si seré candidato a un crédito, digo, con mis antecedentes". Aun declarado inocente de los cargos que lo tuvieron en prisión, le es difícil justificar el hueco en su historia laboral.

Delitos no graves
La idea de contratar ex convictos asusta a más de uno, aun cuando la mayoría de ellos fueron a la cárcel por delitos menores. Según datos oficiales, 90% de los cargos son por robo, daños en la propiedad y otros delitos que no causan perjuicios mayores a los 8,000 pesos, y que no merecen penas mayores a los cinco años de cárcel.

El rechazo a contratar gente que haya estado presa, es alto. Hay muchos casos de éxito en este tipo de relaciones laborales, la mayoría con empresarios que se vincularon con la causa desde adentro, montando talleres, y en sus plantas ‘exteriores’ tienen las puertas abiertas para quienes hayan trabajado con ellos. En el sistema penitenciario del DF existen 29 ‘socios industriales’ que capacitan e invierten dentro de las prisiones.

Vicky Form comenzó operaciones en la penitenciaría de Santa Martha Acatitla en enero de 2005, tras cuatro meses de capacitar a los internos interesados, y ahora emplea a unos 70. "No es una producción significativa, porque es un taller muy pequeño", señala Abel Leyva, gerente de Producción de la empresa, quien lo considera ‘un taller más’. Eso sí, "como negocio no es la panacea ni ‘el oro de McKenna’, pero tampoco perdemos y en cuestión de responsabilidad social se gana mucho, es muy gratificante", reconoce.

La familia Zaga, dueña de la compañía de lencería, considera que apoyar la rehabilitación de este grupo es también responsabilidad suya. De lo contrario "va a seguir pasando lo que hasta ahora: cada vez nos cuesta más trabajo vivir en estas ciudades con índices de criminalidad terribles. Hay que dar oportunidades para evitar la reincidencia", dijo un miembro de la familia. Con todo, tampoco es un evento frecuente que toquen a su puerta ex convictos.

Igual que los Zaga, el dueño y director general de Grupo Arse, Gabriel Araujo, opina que "es esencial apoyar a esta gente adentro, pero sobre todo afuera. En la medida que al salir encuentren oportunidades, se reinsertarán a la sociedad como personas productivas. Es nuestra responsabilidad".

Arse fabrica arneses eléctricos. Con talleres en los reclusorios La Pila, Matehuala y Río Verde (San Luis Potosí), donde trabajan 230 de sus 450 empleados, logró premios internacionales de calidad. "Son muy buenos trabajadores y, ya capacitados, lo lógico es que al salir encuentren lugar en nuestras plantas externas".

Con todo, muchos presos sólo dan las gracias y declinan la oferta. "Son cárceles de paso, 80% no son de San Luis y al salir lo único que quieren es volver a su tierra, con su familia", y lo mismo sucede en el DF y se replica en la mayoría de los estados. "Hay que darles tiempo, salir de un encierro es difícil a todos los niveles, y necesitan aire, espacio para ubicarse en el mundo de nuevo", opina Juana Elena Montes de Oca, de Industria Penitenciaria del gobierno capitalino.

A algunos, como los Zaga, les motiva la idea de ayudar: "Estamos contentos de dar una oportunidad a alguien para rescatarse a sí mismo; en algunos casos, la experiencia no será tan buena, pero creemos que todo ser humano tiene derecho a una segunda oportunidad, hasta que demuestre lo contrario".

Iniciativas del gobierno
También en el gobierno hay algunos esfuerzos por impulsar la readaptación ‘completa’ de los ex convictos.

"Es un trabajo arduo, pero tenemos confianza en que los casos de éxito se pueden multiplicar. Se requieren empresarios con sensibilidad social. No negamos los riesgos, pero la gente en reclusión necesita oportunidades, especialmente laborales y formativas, para poder seguir adelante", dice Beatriz Baca, de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social. Como subdirectora de Equidad Laboral para jóvenes, jornaleros, indígenas y presos de la dependencia federal, ella se ha enfocado en sensibilizar a las empresas para que asuman el problema como responsabilidad de toda la sociedad.

Básicamente, opera a través de la formación de los comités estatales Prolabora, con representantes de instituciones gubernamentales, organizaciones de la sociedad civil, directores de las cárceles y de las cámaras empresariales e industriales de cada entidad. En 2007, el objetivo es firmar acuerdos con las cámaras empresariales del país para que ya no pidan cartas de libertad de antecedentes penales a los candidatos que compiten por un puesto.

"Deben hacerse reformas constitucionales en este sentido, pero primero debemos sensibilizar a los actores. ¿De qué sirve una ley si nadie la cumple?", dice Baca, para quien "a un interno que ha cumplido su sentencia le debe bastar con la carta de liberación para contar con las mismas oportunidades de empleo" que una persona con la misma capacitación que no ha vivido esta experiencia.

En este sentido, la capacitación durante el internamiento es importante. En Zinacantepec, Estado de México, pretenden abrir una escuela taller para preliberados, que, además de capacitarlos, vinculará a estas personas con empresas dispuestas a brindarles una oportunidad.

Antonio Solís, dueño de la fábrica de muebles Santa María, ya está involucrado. Para ello cuenta con Froylán. De 29 años y con experiencia en la industria química, este ex convicto trabaja para sacar adelante a su esposa enferma, y también ayuda a sus ex compañeros de prisión. "Les prometí que tendrían la misma oportunidad que tengo aquí". "El señor Solís nos dijo que vamos a capacitar a unos compañeros en Toluca y me hace mucha ilusión ayudarlos a que aprendan un oficio, para que al salir puedan trabajar y demostrar que no todos los que estamos allá adentro somos de lo peor, como nos etiquetan".

Una vez que cumpla su labor social, Froylán planea retomar sus estudios y dedicarse a la Ingeniería Química, sueño que truncó hace ocho años cuando ingresó a Neza-Bordo "por un problema que ni era mío". Para Antonio Solís, no es necesario, pero "tener talleres adentro siempre facilita darles trabajo afuera porque ya están capacitados.

"Pero nos debería interesar a todos", dice. "En nuestra experiencia toda la gente que sale con trabajo se ha readaptado y se ha reintegrado a la sociedad perfectamente. Muchos de los que han trabajado aquí, luego de tres o cuatro años ponen su propio negocio, sólo necesitaban esa oportunidad".

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