Entre las calles de Hong Kong se esconden las diminutas 'casas ataúd'
Escondidos entre los edificios de departamentos multimillonarios y elegantes centros comerciales, en los centros urbanos de Hong Kong hay una gran cantidad de pequeñas viviendas invisibles —algunos del tamaño de un ataúd— a las que mucha gente llama "hogar".
Mak, de 72 años, ha vivido en su “casa ataúd” de cuatro paredes escondido de la ciudad en el barrio de Wan Chai durante los últimos 10 años. Todo el espacio para vivir no es mayor que una cama individual, y apenas tiene el espacio suficiente para sentarse.
“Nadie quiere vivir aquí, pero tenemos que sobrevivir”, dice Mak, quien trabaja como conserje en el cercano Times Square. “Está a un paso de vivir en las calles”.
Conocidas como coffin homes (casas ataúd) por el parecido físico, el recinto de 4.6 metros cuadrados es una de las alternativas de vivienda de la ciudad para la gente de bajos ingresos. Otras incluyen los hogares jaula de la ciudad, que parecen establos para ganado.
En el edificio de Mak, 20 inquilinos comparten un baño comunal que también sirve como ducha. Los pasillos están revestidos con cableado descuidado y mala ventilación —y los espacios para las camas están apilados uno encima de otro.
“Hay un estigma sobre las personas que viven en estos lugares. La gente piensa que se debe a que son flojos, pero eso no podría estar más lejos de la verdad”, dice Sza Lai Zan, una trabajadora social ubicada en Hong Kong. “Algunas veces sus empleos pagan muy poco a pesar de las largas horas y el trabajo pesado, o simplemente están pasando por un mal momento”.
Y Mak no es la excepción. Nativo de Hong Kong, se declaró en bancarrota después de una serie de fracasos financieros y ahora a duras penas gana lo suficiente para pagar la renta —alrededor de 150 dólares al mes.
Ahora se encuentra entre los 1.2 millones de residentes de Hong Kong que viven actualmente en la pobreza, de acuerdo con un grupo asesor del gobierno .
“Me puedo saltar las comidas, ignorar la suciedad, las chinches y la mala ventilación, pero el mayor problema que tenemos aquí, es la seguridad”, dice Mak. “La hemos visto de cerca en los últimos años. Estamos amontonados como sardinas, y no hay regulaciones de seguridad. Moriríamos todos si comenzara un incendio”.
Lleno de deudas, Mak se negó a dar su nombre completo por temor a que los acreedores se enteren de su paradero.
A pesar de las condiciones, el espacio para dormir de Mak es una de las tantas instalaciones similares con permiso del gobierno. De acuerdo con una ordenanza de la ciudad, cualquier departamento con 12 o más espacios para dormir bajo acuerdo de renta debe obtener una licencia especial.
Pero de acuerdo con un email de la portavoz de Asuntos del Interior, Elain Chu, “la ordenanza no fue formulada para prohibir o volver ilegales los apartamentos de espacios para dormir”, y solo regula que los apartamentos rentados cuenten con los códigos de incendio y seguridad actuales.
El motivo es que las condiciones de vida son “determinadas por diversos factores, como la situación del mercado, el ambiente económico, la capacidad financiera personal (o una) elección personal y así sucesivamente”, dice Chu.
Para Sze, el fenómeno de las “casas ataúd” es el resultado de las pésimas condiciones urbanas: la combinación de los altísimos precios en las bienes raíces y la aparente mayor brecha de riqueza en Asia.
En un estudio en 2011 de Savills —una empresa de bienes raíces con sede en Gran Bretaña— se encontró que las propiedades importantes de la ciudad se venden por la desconcertante cantidad de 10,550 dólares por pie cuadrado (30 centímetros cuadrados).
Pero incluso las propiedades de segundo nivel en Hong Kong están un 40% más caras que en otras ciudades internacionales como Londres, Nueva York o Moscú, se encontró en el informe.
“Hong Kong se ha vuelto más y más rico, pero estas personas se han quedado atrás”, dice. “Un habitante me dijo una vez, 'ni siquiera estoy muerto, pero ya vivo en un ataúd —cuatro paredes y clavos'”.
Sze —quien ha manejado casos similares al de Mak durante más de 16 años— dice que los habitantes de ataúdes pagan un porcentaje mayor por metro cuadrado que si lo hicieran en propiedades de alto nivel. Ella dice que el año pasado, la renta de las casas ataúd se incrementó aproximadamente el 20%.
“Existen algunas prácticas retrógradas que no deberían pasar en Hong Kong”, dice Sze. “Las personas en hospedajes de bajos ingresos necesitan más derechos. Ellos no deberían vivir al límite”.
Sze dice que más de 300,000 de personas en Hong Kong actualmente esperan por vivienda pública. Y a pesar de que el promedio de tiempo de espera es de tres años, muchos esperan en espacios reducidos, como las casas ataúd, hasta por 10 años.
A través de los ojos de Mak, existen dos Hong Kong: El que sólo se ve a través de la ventana, personificado por el brillo y el glamour por los cuales es famosa la ciudad. Y el del interior, que ha dejado que los ciudadanos menos afortunados caigan entre las grietas.
“No es que el gobierno del Hong Kong no pueda ayudar a la gente como yo, que somos parte de la sociedad de bajos ingresos y necesitamos ayuda”, dice. “Es que ellos no quieren ayudar a la gente como nosotros y resolver problemas como éste”.