Estudiantes surcoreanos viven un 'infierno' en su último año de 'prepa'
La mayoría de los estudiantes de Corea del Sur llaman a su último año de preparatoria el año del infierno, pues es cuando se les aplica la prueba de ingreso a la universidad y que define su futuro.
Unos 700,000 alumnos entran a las aulas en todo el país este jueves para realizar el examen de ingreso a la universidad, conocido como la Prueba de Habilidades Escolares para la Universidad (CSAT, por sus siglas en inglés).
Los mercados financieros abren una hora después de lo habitual, los servicios de transporte público se incrementan e incluso la policía ofrece transporte a los estudiantes, todo para asegurar que lleguen a tiempo los estudiantes.
Algunos alumnos de los primeros años de preparatoria llegan desde las 4 de la mañana para obtener un buen lugar para apoyar a los alumnos de último grado. Las porras se escuchan afuera de las escuelas mientras llegan los nerviosos estudiantes, acompañados por sus todavía más nerviosos padres.
“Estoy orando por mi hija. Todas las madres hacemos lo mismo ahora. Oramos para que venga lo mejor”, dijo una de las madres mientras esperaba en la puerta de la escuela.
“Quiero darle un gran abrazo cuando haya terminado y decirle que hizo un gran trabajo hasta ahora”, añadió.
Esta prueba de ocho horas determinará a qué universidad podrán entrar. Es su oportunidad para garantizarse un futuro.
En un país donde más del 80% de los estudiantes concluye la preparatoria, tener un lugar en una escuela de prestigio implica mucha competencia. El último año previo al examen es uno de los periodos más intensos que experimentan los estudiantes.
“En Corea del Sur, la verdad es que muchos jóvenes esperan este día toda su vida. Han invertido tanto tiempo y esfuerzo, y el hecho de ser la prueba definitiva, los pone bajo mucha presión”, explica una profesora de la Preparatoria Paihwa para niñas, que acude a la sede donde sus alumnas realizarán la prueba para apoyarlas.
Muchos estudiantes duermen escasas cinco horas al día durante este último año. Los miembros de la familia viven de manera nerviosa y temerosos de interrumpir con la rutina de su familiar en último año de preparatoria.
La obsesión de Corea del Sur con la educación y el éxito académico tiene sus raíces en el confucianismo, en el que los logros académicos se traducen en estatus social.
Los estudiantes surcoreanos invierten unas 7.6 horas estudiando en los salones de clase, asegura el exministro de Educación, Ahn Byong-man.
Desde la primaria, los estudiantes invertirán muchas horas en clases extra después de haber concluido con sus horas escolares. Casi un 75% de la población estudiantil toma clases privadas, según datos del Ministerio de Educación.
Para reducir la carga financiera de la educación privada y alentar el descanso entre los estudiantes, la administración de Lee Myung-bak prohibió que se dieran clases después de las 22 horas. Los oficiales del gobierno patrullan las calles para asegurarse que no haya clases impartidas de manera ilícita.
Para un estudiante de último año de preparatoria, una rutina de estudio va a incluir sesiones de autoestudio, clases extracadémicas y más estudio por las noches en cubículos privados; además de sus clases regulares.
La carga psicológica es tal para los estudiantes, que las cifras de suicidio son altas. En 2009 más de 200 estudiantes se suicidaron y en 2010 la cifra fue de 150, de acuerdo con el Consejo Preventivo en Educación y Ciencia.
Sin embargo, el ingreso a las universidades ha mejorado en varios sentidos. Algunos alumnos obtendrán su pase a la universidad a través de otros programas de recomendación.
Sin embargo, la importancia del CSAT sigue siendo la principal alternativa. Más del 20% de los estudiantes que se presentan a la prueba son conocidos como repetidores pues es la segunda vez que lo resuelven.
Aquellos insatisfechos con los resultados de su evaluación estarán dispuestos a cursar otro año más de poco sueño para volver a tomar la prueba.