Científicos hallan información útil para preservar al demonio de Tasmania
La preservación del demonio de Tasmania, un animal marsupial en peligro de extinción que habita al sur de Australia, se perfila posible a raíz de que científicos hayan desentrañado las claves de los tumores que diezman la especie.
El enigma de este extraño cáncer es menor desde que un equipo de expertos encabezado por la bióloga Janine Deakin, de la Universidad Nacional Australiana, comparó el genoma de un demonio o diablo de Tasmania sano con el de un ejemplar afectado por esta rara dolencia, que se propaga rápidamente mediante contacto.
Los investigadores hallaron "que varios fragmentos importantes de los cromosomas habían sido mezclados como un rompecabezas que se ha armado de la manera incorrecta", según un comunicado divulgado por la Universidad.
Antes, en un estudio publicado en febrero de este año en la revista científica PLOS Genetics, el equipo de Deakin reveló que los tumores que afectan al demonio de Tasmania (Sarcophilus laniarius) evolucionan lentamente y han variado muy poco desde su aparición.
"Es algo inusual porque el cáncer generalmente, en el caso del cáncer humano, evoluciona rápidamente y hay grandes diferencias entre el tumor original y la metástasis", explicó Deakin.
La jefa de la Escuela de Investigación Biológica de la Universidad destacó que mediante la investigación "hemos confirmado que el tipo de tumor que contraen los ejemplares de diablo de Tasmania es genéticamente muy estable".
Llamado "Purinina" por los aborígenes, este marsupial carnívoro al que se considera el más antiguo del mundo de entre cuantos perduran sobre la Tierra, desapareció de la Australia continental hace unos 400 años, al parecer por la pérdida de su hábitat ante el dingo, un canino salvaje con un alto índice de reproducción.
En la actualidad, el diablo únicamente habita en estado salvaje en áreas de la isla de Tasmania y en varios centros especializados creados en el continente para aislar a ejemplares sanos de los animales afectados por la enfermedad.
La alarma saltó a mediados de la década de 1990 cuando se detectó que este animal moría a causa de un tumor cancerígeno facial que afecta sólo a esta especie.
Los expertos estiman que el 70 por ciento de los ejemplares de demonio de Tasmania mueren antes de alcanzar los 18 meses de vida a causa del cáncer y de los cambios en el ecosistema producidos sobre todo por la introducción de especies invasoras, como la del zorro rojo.
El diablo de Tasmania, que a menudo contrae la dolencia a través de las heridas que se producen en peleas con ejemplares infectados, comienza a manifestar síntomas visibles de este cáncer con la aparición en la boca de tumores que aumentan de tamaño hasta causar unas deformaciones que impiden al animal comer para sobrevivir.
Este carnívoro está incluido en el listado nacional de Australia de animales en peligro de extinción y también en la lista roja de Naciones Unidas por considerar que en un plazo de 25 a 35 años puede desaparecer si antes no se encuentra una cura al cáncer que diezma la especie.
Según los expertos, una eventual extinción de este animal causará un desequilibrio en el ecosistema de Tasmania ya que supondrá un aumento considerable de la carroña en las zonas selváticas de la isla y permitirá la multiplicación de las llamadas especies invasoras.
El siguiente paso de los científicos australianos es descifrar el origen y las causas de la enfermedad, no sólo para salvar a este animal de la extinción, sino también con el fin de que su estudio aporte avances en la investigación del cáncer en los humanos.
"El cáncer que afecta al demonio de Tasmania va a ser un modelo para estudiar varios tipos de cáncer que padecen los humanos porque es estable, se desarrolla lentamente y proporciona una mejor oportunidad para hallar particularidades que no se aprecian al estudiar el cáncer en el ser humano porque todo pasa muy rápido", enfatizó.
En general, el cáncer no es contagioso porque las células cancerígenas son distintas entre los afectados y cuando son transmitidas son rechazadas por el sistema inmunológico