La naturaleza es hermosa incluso cuando ya no hay hojas verdes o flores de colores. El mundo de la decoración ha sabido verlo y ha conseguido convertir elementos naturales que antes se habrían quemado en una chimenea, en maravillosas piezas decorativas. Hablamos de decorar con ramas y troncos. Nada más original y ecológico .
Atrás quedaron los días de la madera lisa y perfectamente barnizada. Hoy, las superficies en bruto, la madera sin terminar, están de moda. Porque la imperfección es hermosa y original, porque no hay dos piezas de madera natural iguales.
Del estilo industrial al boho-chic
Las casas chic han hecho eco de esta tendencia y llenado sus espacios con troncos de madera y ramas secas. Y no son necesariamente espacios rústicos. Para nada. Las piezas elaboradas con estos elementos naturales lucen muy bien en ambientes de estilo industrial, junto con muebles y accesorios de metal y negro; o en espacios de estilo nórdico, combinados con textiles cálidos, tacto peludo y colores grises y blancos; o en otros ambientes de estilo bohemio, donde domina la decoración ecléctica con una divertida mezcla de colores y materiales.
Si los árboles dan belleza, frescura y oxígeno para vivir, al morir, aún ofrecen más. La biofilia , es la tendencia en diseño de interiores que conecta a la naturaleza con el ser humano a través de animales, ramas y árboles muertos o secos, explica el arquitecto Julio César Chávez, presidente de la Sociedad Mexicana de Interioristas (SMI), con sede en Guadalajara, Jalisco.
Con el uso del diseño biofílico, en espacios arquitectónicos también se incorporan elementos como plantas, agua, animales, olores y hasta sonidos. Y, pese a ser un método innovador y armonioso, Chávez reconoce que hay un vacío en esta parte del interiorismo de nuestro país.
Mexicanos innovadores
Los beneficios de esta tendencia fueron el motivo que inspiró a María Antonieta Fernández para fundar RaMa Design, en abril de 2018. Al notar esta brecha en el interiorismo, se animó a dar paso a la tendencia que renace la naturaleza muerta.
“Quería adornar mi comedor con una raíz. No la hallaba en ninguna mueblería de Guadalajara (de donde es originaria). Después, encontré a una persona vendiendo leña en la carretera y le pedí que la consiguiera. Cuando la tuve me encantó y me puse a crear lámparas y esculturas”. María Antonieta aprovechó esta oportunidad de negocio. Así, comenzó vendiendo entre amistades lámparas desde 2,500 pesos. Hoy, sus piezas se cotizan desde 5,000 hasta 150,000. “Todo depende del tipo de pieza que se fabrique y el tiempo que nos lleva en taller su fabricación”, explica.
Miembro corporativo de la SMI, Fernández participó en agosto pasado en la Expo Diseño en las Vegas, Nevada. Llevará su labor a Estados Unidos, empezando por McAllen y Houston.
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