Un banco para el fin del mundo resguarda la diversidad que alimentará al planeta
En una isla remota del Ártico se encuentra un respaldo global diseñado para proteger la diversidad genética de los cultivos frente a guerras, desastres y cambio climático.
En una isla ártica a 1,360 kilómetros del Polo Norte, bajo roca sólida y permafrost, se resguarda una de las guaridas más estratégicas para la humanidad: la bóveda global de semillas de Svalbard.
Desde 2008, este “banco del fin del mundo” almacena duplicados de semillas de cultivos y especies silvestres para asegurar que la diversidad genética que sostiene nuestros alimentos no se pierda por conflictos, desastres o el calentamiento del planeta.
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Hasta junio de 2025, la bóveda alberga 1,356,591 muestras de semillas, depositadas por 129 instituciones y correspondientes a 6,378 especies, de acuerdo con su conteo oficial en tiempo real. La sede, en la pequeña localidad noruega de Longyearbyen, es operada por el gobierno de Noruega en colaboración con NordGen y el Crop Trust, la alianza internacional dedicada a conservar la diversidad de cultivos.
El permafrost natural de Svalbard, con temperaturas estables por debajo de cero, es un respaldo para las semillas.(Foto: Svalbard Global Seed Vault/Faceb)
Svalbard funciona como un seguro global: no investiga ni presta semillas para uso cotidiano, sino que conserva duplicados “en condiciones de caja negra”, es decir, sólo la institución que depositó puede reabrir su caja y retirar material en caso de pérdida o destrucción de su colección original.
La bóveda está incrustada a más de 100 metros dentro de una montaña de roca. En su interior, tres salas de almacenamiento, de las que solo una está en operación actualmente, están refrigeradas a −18 grados centígrados, el estándar internacional para conservación de semillas. El permafrost natural de Svalbard, con temperaturas estables por debajo de cero, actúa como respaldo pasivo: si fallara la electricidad, las muestras permanecerían congeladas durante largo tiempo. La capacidad total del recinto es de 4.5 millones de lotes de semillas, suficiente para respaldar varias copias de la diversidad agrícola conocida.
La región es uno de los grandes centros de origen y domesticación de cultivos (maíz, frijol, chile, cacao). Con la intensificación del clima y sus efectos como olas de calor, sequías, y lluvias extremas, las características genéticas de variedades nativas y parientes silvestres serán cruciales para desarrollar nuevas semillas más resistentes.
La bóveda alberga casi 1.3 milllones de muestras de semillas, correspondientes a 6,378 especies.(Foto: seedvault.no)
La evidencia de la FAO muestra que la biodiversidad agrícola “hace a los sistemas productivos y los medios de vida más resilientes a choques y tensiones, incluyendo las causadas por el cambio climático”. La fórmula de Svalbard no sustituye la conservación in situ ni los bancos de semillas nacionales: los complementa y asegura que, en el peor escenario, exista un duplicado intacto.
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Retos por delante
La conservación enfrenta varios desafíos. Por un lado, el financiamiento sostenido, pues mantener colecciones vivas es costoso. De ahí el papel del fondo patrimonial del Crop Trust y proyectos como BOLD, que cubren regeneración y respaldo en Svalbard para países con menos recursos.
La entrada a la bóveda es apenas visible.(Foto: seedvault.no)
Por otro lado, la presión climática. En 2017, un episodio de descongelamiento superficial provocó filtraciones de agua en el túnel de acceso, sin dañar cámaras ni cajas, por lo que Noruega selló e impermeabilizó el túnel, mejoró drenajes y sistemas de seguridad, y reforzó la infraestructura para condiciones climáticas más variables.
Y otro de los retos es la gobernanza global, pues se debe asegurar el acceso justo y la trazabilidad de beneficios bajo el Tratado Internacional.
Más allá de su imagen casi futurista, la bóveda es un recordatorio de que el mayor patrimonio de la humanidad son las semillas y este banco garantiza que, ante cualquier catástrofe, habrá un respaldo disponible para reconstruir lo perdido.