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Los beneficios de reducir el consumo de azúcar

Un estudio encontró que la salud de los menores de edad mejoró al dejar de comer dulces; no todas las calorías son igual de dañinas para el cuerpo, revelan los resultados.
mié 04 noviembre 2015 06:00 AM
Consumir menos dulces y bebidas azucaradas mejorará la salud de los menores de edad, advirtieron especialistas (Foto: iStock by Getty Images)
Consumir menos dulces y bebidas azucaradas mejorará la salud (Foto: iStock by Getty Images)

Nadie quiere escuchar más malas noticias sobre el azúcar, especialmente a unos días después de Halloween. Como padre de tres niñas, encontré un estudio reciente sobre el azúcar que de hecho me animó.

Al reducir la cantidad de azúcar que consumen tus hijos, puedes ver una mejora dramática en solo 10 días. Eso es asombroso, si lo dimensionamos en su totalidad.

Típicamente pensamos que las dietas toman meses para obtener resultados. Sin embargo, según los resultados del doctor Robert Lustig y su equipo en la Universidad de California en San Francisco, 43 menores de edad redujeron sus niveles de triglicéridos en 33 puntos, en promedio. El colesterol malo bajó unos cinco puntos, al igual que la presión de sangre.

Todos los niños redujeron dramáticamente su riesgo de adquirir diabetes, al igual que su nivel de azúcar en la sangre y sus niveles de insulina se normalizaron. En tan solo 10 días. Y si bien el estudio fue realizado en menores de edad, no hay ninguna razón para creer que estos mismos beneficios se extenderían a los adultos.

Además, el estudio mostraría algo que antes era impensable, de hecho, todas las calorías no son creadas igual.

Aunque amemos la simplicidad para contar las calorías que consumimos, existen algunas calorías que simplemente son peores que otras, y para la mayoría de la gente, el azúcar está en la lista de las peores.

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El azúcar de mesa que utilizan la mayoría de las personas es sacarosa, que está hecha de glucosa y fructosa. Pero el factor negativo es la fructosa, me dijo el doctor Robert Lustig. La razón del por qué es realmente fascinante.

Debido a que nuestros cuerpos usan glucosa como una fuente preferida de energía, es fácil de metabolizar y usada en casi cualquier platillo, con el extra almacenado en nuestros músculos o el hígado en la forma de glucógeno.

Desafortunadamente, este no es el caso para la fructosa, que solamente es metabolizada en un solo lugar, el hígado. Y debido a que el hígado solamente puede procesar una cantidad limitada de fructosa en un determinado tiempo, lo extra se convierte en grasa. Tu hígado comienza a acumular grasa, que es altamente nocivo para tu salud. Aún peor, el exceso de grasa recorre tu sangre, incrementando tu riesgo de una enfermedad del corazón e infartos.

En los primeros años de la civilización, antes de que el azúcar y el jarabe de maíz con alta fructosa (que básicamente son lo mismo) se volvieran tan baratos para refinarse y producirse, solo ingeríamos pequeñas cantidades de fructosa, cuando las frutas se caían de los árboles. Incluso la miel era protegida por las abejas.

Sin embargo, hoy en día consumimos unos 59 kilos al año, o unos 100 gramos al día. Nuestros hígados, sin embargo, no han evolucionado para equilibrar este incremento en el consumo de fructosa. Como resultado, una bebida azucarada golpea tu hígado como una ola de tsunami, según los expertos.

Hay algo más peculiar sobre la fructosa: en comparación con otras fuentes de calorías, no suprime la hormona del hambre, conocida como grelina. Como resultado de esto, puedes comer mucho de esta sustancia y no te sentirás lleno. Así que comerás más.

Además, la fructosa va directo al área favorita del cerebro, el núcleo accumbens, también conocido como el centro de la recompensa. Es decir, la fructosa llega a este lugar y le da una premisa, resultando en que la persona se sienta recompensada, de buenas, incluso eufórica, con deseo de ingerir más.

Robert Lustig y su equipo quieren dejar algo muy claro en este estudio.

Si bien muchos estudios sobre dietas indican que la mayoría de las personas se benefician al comer menos, este no fue el caso. Mientras los participantes del estudio redujeron el azúcar de sus dietas de un 28 a un 10%, si fue reemplazada con otros carbohidratos. Como ejemplo, reemplazaron panecillos en lugar de pasteles. El objetivo no era que los menores perdieran peso, sino que aislaran el impacto del azúcar en sus cuerpos.

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