Los bonos verdes son instrumentos de deuda: quien los emite obtiene recursos para financiar proyectos que tengan un impacto positivo en el medio ambiente, como los enfocados a energía renovable, mejoras al sistema de agua, control de la contaminación o biodiversidad. Los rendimientos que se consiguen en esos proyectos van a las manos de los inversionistas que adquirieron los bonos.
Richard Turnill, responsable global de Estrategias de Inversión de BlackRock, señala que este tipo de inversiones, las sustentables, están ganando popularidad en el mundo ante el deseo que tienen los inversionistas de hacer el bien o mitigar el riesgo.
Los activos totales en fondos de inversión dedicados a prácticas empresariales medioambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG, por sus siglas en inglés) que cotizan en bolsa en Europa y Estados Unidos crecieron casi 50 % desde 2013 hasta 2017, según Cerulli Associates. Y en el primer semestre, la emisión global de bonos verdes superó por primera vez en la historia los 100,000 millones de dólares.