Pero el ecosistema que debería absorber y convertir ese impulso en ahorro de largo plazo, es decir, la industria de fondos, no está creciendo al mismo ritmo. Por el contrario, se está encogiendo.
Hugo Petricioli, CEO de Franklin Templeton México, explicó que “el mercado crece pese a la regulación, no gracias a ella”. Ya que aunque la demanda aumenta, el país no ha creado nuevos fondos en años, operadoras internacionales han salido del mercado y México se rezaga frente a Brasil o Canadá, donde la oferta es mucho más amplia.
El experto apunta que la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) elevó 200% las cuotas de supervisión para inversionistas retail, incrementó costos operativos y mantiene requisitos de capital que inhiben la creación de nuevos vehículos. Todo ello ocurre justo cuando la Política Nacional de Inclusión Financiera promete fomentar el ahorro al 2030.
La falta de dinamismo, advierte Petricioli, tiene un costo alto, ya que México deja pasar el círculo virtuoso que otros países ya aprovecharon, donde los fondos financian infraestructura, gobiernos y empresas, y ofrecen alternativas eficientes para proteger el patrimonio de los ahorradores.
Para ilustrar el rezago competitivo de México basta señalar que, mientras Brasil cuenta con casi 800 operadoras de fondos y Estados Unidos con alrededor de 16,000, el mercado mexicano opera apenas con 29.
Aunque la economía estadounidense es mucho mayor, explica el directivo de Franklin Templeton, esa diferencia no justifica la brecha extrema en oferta y competencia; sino la falta de nuevos jugadores y productos refleja un problema esencialmente regulatorio que frena el desarrollo del ecosistema.
“México tiene estructuras oligopólicas”
Alejandro H. Garza, fundador de Aztlán Equity Management, señala que el problema va más allá de la regulación y que responde también a la estructura del mercado.
“Es típico de las industrias oligopólicas en México”, señala. Según él, las bancas patrimoniales y muchas casas de bolsa operan bajo incentivos que frenan la innovación, favorecen productos propietarios y sostienen un modelo “rentista” donde se extraen ingresos de un mercado cautivo.
“Las casas de bolsa promueven solamente sus propios fondos mutuos. Eso crea una arquitectura cerrada”, en este escenario no hay competencia, los costos son más altos y el cliente paga el doble o triple por estrategias que podría obtener más baratas vía ETFs, explica.
De este modo, los fondos mutuos tradicionales dominan el mercado porque las instituciones que los venden controlan también la distribución. Y si la distribución está cerrada, la innovación se frena. “Es más rentable mantener la estructura actual que lanzar ETFs competitivos”, añade.
Garza propone un cambio a través de una arquitectura abierta obligatoria. “Todos los bancos y casas de bolsa deberían estar obligados a ofrecer productos de todo el ecosistema, no solo los propios. Eso reduciría sesgos, bajaría costos y mejoraría la experiencia del inversionista”, afirma.
Aztlán planea lanzar cuatro ETFs en 2026, tres en la Bolsa de Londres —renta variable global, renta fija dolarizada y renta fija mexicana— y uno más en Nueva York, enfocado en el sector salud y que promete ser diferente a otros productos similares o genéricos que ofrecen rendimientos “mediocres”.
El ETF global seleccionará de manera sistemática las 20 mejores empresas del universo MSCI World, buscando generar alfa (rentabilidad superior), no solo replicar índices. Además, incluirá coberturas automáticas para contener volatilidad en periodos de corrección. El ETF mexicano, dice Garza, será el primero en integrar toda la curva soberana de deuda en pesos en un solo vehículo de bajo costo. “Los grandes jugadores jamás tuvieron incentivos para hacerlo”, apunta.
Para inversionistas minoristas, sostiene, la ventaja es que podrían tener acceso a estrategias sofisticadas, de bajo costo y sin la “arquitectura cerrada” que hoy limita su abanico de opciones.
Garza añadió que el reto para el inversionista promedio es aprender a seleccionar ETFs y construir carteras balanceadas. Recomienda evitar el sesgo doméstico —“México es menos del 1% del equity global”— y privilegiar asignaciones globales con una mezcla tradicional 60/40 entre renta variable y renta fija.
“Los ETFs permiten construir portafolios eficientes; lo importante es elegir productos adecuados y exigir que se ofrezcan los mejores, no solo los de casa”, afirma.