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La cocina: la proporción de la inequidad

El sexo femenino dedica cerca de 10 horas a actividades domésticas, como cocinar o lavar platos; las que más tiempo dedican a esto son las esposas de los jefes, cuyo promedio es de 75 horas.
jue 03 junio 2010 06:03 AM
Los hombres pasan en promedio menos tiempo en la cocina, pero esto se acentúa cuando hablamos de países en desarrollo. (Foto: Jupiter Images)
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En los países en desarrollo, el sexo femenino destina el 53% del tiempo total a todas las actividades económicas, mientras que para los hombres la cifra es de 47%. En las naciones industrializadas, este indicador se traduce en 51% para las mujeres contra un 49% de ellos, según un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

Estos números dan una idea del rol que juegan ellas en el desarrollo económico, y dan la impresión de que los alcances profesionales entre ambos sexos deberían ser equiparables. Sin embargo, resulta que (al menos en México) tanto las mujeres rurales como las urbanas dedican una importante fracción de su tiempo a alimentar a su familia.

El uso del tiempo no es igual para hombres y mujeres: para ellos este concepto implica desarrollar su inteligencia, comprender el mundo, organizarlo y comandar lo que en él suceda, mientras que para ellas su eje principal se enfoca a las actividades del hogar, explica el antropólogo y lingüista de la UNAM Daniel Cazés.

La cocina, por ejemplo, es un espacio predominantemente femenino. Las mujeres mexicanas mayores de 14 años dedican, en promedio, 10.2 horas a la semana a preparar alimentos y 13.8 a otras actividades relacionadas a la cocina, mientras que en el caso de los hombres estas cifras llegan a poco menos de una hora a la semana a preparar alimentos, señala el estudio La cocina: ¿destino o privilegio femenino? de la investigadora del departamento de Economía de la Universidad Iberoamericana, Carla Pederzini Villarreal.

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La investigación, que se basa en la Encuesta Nacional del Uso del Tiempo (ENUT) 2002, refiere que en el sector rural, el promedio de horas dedicadas por las mujeres a cuestiones vinculadas a preparar alimentos es casi el doble de lo que sucede con las mujeres en la ciudad (16.3 contra 8.4). Según datos de la ENUT, 31.1% de los hogares rurales consume parte de lo que producen, es decir, realizan autoconsumo, lo cual significa mayor trabajo dentro del hogar.

Pederzini, también doctora en Estudios de Población por el Colegio de México, revela que las horas destinadas a lavar trastes y a limpiar la cocina no es significativamente distinto ente áreas rurales y urbanas.

Analizando el tiempo que dedican ellas a actividades de la cocina, por grupo de edad, el informe encontró que las jóvenes son las que menos disponen para ello; por ejemplo, aquéllas de 15 a 19 años ocupan tres horas a la semana en la preparación de alimentos, mientras que en el campo la cifra cambia a ocho horas. Las mujeres rurales de 40 a 44 años son las que más horas dedican a dicha tarea.

¿Y lo profesional?

El informe refiere que conforme aumenta el nivel educativo, se dedican menos horas a estas actividades.

En el caso de las mujeres rurales, haber estudiado la primaria no disminuye mucho el promedio de tiempo otorgado a preparar alimentos, sólo cambia de 19.5 a 17.8 horas a la semana. En la ciudad, las horas destinadas disminuyen de 11.2 a 10.4. Al cursar la preparatoria, este indicador disminuye en la zona urbana (5.5) y rural (6.4). Al pasar al nivel que incluye a las que estudiaron una carrera o un posgrado, las mujeres urbanas bajan el tiempo dedicado a la cocina (4.9 horas).

El hecho de que el sexo femenino participe en el mercado laboral es uno de los determinantes más importantes del número de horas que se dedican a la cocina. Las asalariadas son las que menos horas dedican al trabajo doméstico y a las actividades relacionadas con la preparación de alimentos, tanto en el sector rural como en el urbano.

Las que otorgan más horas al trabajo doméstico, dice el estudio, son las esposas del jefe; en promedio, las cónyuges que viven en sectores rurales alcanzan 75 horas en promedio en este rubro, lo cual prácticamente representa el doble de una jornada de trabajo. En la ciudad, el promedio tampoco es bajo, pasan 65 horas en labores de este tipo. Lo que llama la atención, en la comparación del sector urbano y el rural, es que la preparación de comida y las actividades relacionadas con la misma representan un porcentaje sustancialmente más alto del trabajo doméstico.

Aun cuando la mujer sea jefe del hogar, lo que probablemente significa que participa en el mercado laboral, sus horas de trabajo en cocinar alimentos son en promedio 8.9 en el sector urbano y 14.7 en el rural. En el caso de los hombres, en cambio, el parentesco con el jefe no hace mucha diferencia en las horas que se dedican a esta actividad.

"Es claro que los hombres participan poco en estas actividades y que las mujeres siguen enfocadas a asuntos domésticos. La inversión de tiempo en ello aumenta en el campo, donde ellas carecen de elementos para hacer más productivo este hábito (como tener una estufa). Aquí no es tan fácil sustituir la hora de la comida por alimentarse en la calle. Esto tiene una carga muy fuerte en términos del tiempo de la mujer, porque se están quitando posibilidades de recreación y de superación personal", señala Carla Pederzini

En la ciudad, por ejemplo, las mujeres que son responsables de las actividades domésticas, muchas veces no aceptan cierto tipo de trabajo porque éste limita el tiempo para cumplir con sus tareas del hogar. Por consiguiente se puede afectar el desempeño profesional. Es como una cuestión hereditaria para el sexo femenino, el desarrollo profesional queda en segundo término y, a veces, hasta terminan por aceptar un salario más bajo o buscan empleos que sean compatibles para sacar adelante todos los pendientes de casa, añade la investigadora.

Una reforma laboral, dice, ayudaría en gran medida a que las mujeres encuentren nuevas opciones para insertarse al mercado laboral en forma distinta.

Para Daniel Cazés, es necesario crear nuevos patrones en cuanto a la distribución del tiempo porque aunque ellos destinan entre ocho y diez horas diarias a sus labores (generalmente públicas), las mujeres destinan hasta 15 horas de su tiempo en sus actividades, además de hacerse cargo de los quehaceres de la casa del cuidado de los hijos, llegando a ciclos de 24 horas enteras de estar trabajando.

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