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Tu jefe sabe más de ti de lo que dice

Si crees que no sabe que finges enfermarte o cuánto navegas en Internet… quizá te sorprendas un día; en ocasiones los directores callan para evitar conflictos, hasta que se ven obligados a despedirte.
vie 14 enero 2011 06:02 AM
Para delegar no impongas qué hacer da una guía de cómo hacerlo. (Foto: CNNMoney)
jefesubdito.jpg (Foto: CNNMoney)

Aunque una fórmula para mejorar el ambiente laboral es generar empatía con los compañeros de trabajo y con el jefe, en el caso de este último esa meta no es fácil. Descifrar lo que algunos directivos piensan de sus empleados lleva su tiempo.

"Un profesionista necesita leer la comunicación no verbal de sus jefes. Una mueca, frases o una sonrisa dicen mucho. Entender ese lenguaje ayuda a ver los momentos en que es favorable o no presentar ciertas ideas", menciona un artículo publicado en el European Journal of Work and Organizational Psychology.

El escenario anterior es el ideal, pero muchos superiores tienen como política personal "mantener un tipo de ‘careta' frente a sus trabajadores, por considerar que así son menos vulnerables a perder el control de sus equipos", indica la psicóloga industrial por la UNAM, Berenice Espinoza.

Los empleados, sea cual sea su rango, valoran a un director que transmite si algo no le parece, o festeja un triunfo. Lo valioso es comunicarse. Eso revela un estudio realizado por The Institute for Employment Studies en el que participaron más de 300 profesionistas del Reino Unido.

En México, uno de los principales deseos en ocho de cada 10 trabajadores es mejorar su situación laboral, según arroja la cuarta encuesta mundial de la consultora de Recursos Humanos, Randstad.

Uno de los caminos para lograr ese objetivo podría ser empezar por identificar conductas que los jefes no evidencian, pero sí restan puntos al desempeño. "Un directivo es observador, esa es una de sus tareas, y el hecho de no decir, cara a cara, algunos comportamientos, no significa que les resten importancia. Al contrario, les sirve para evaluar", afirma Espinoza.

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Te mostramos las cinco cosas que un superior mantiene "calladitas" (y tal vez nunca las diga), por lo que conviene descifrarlas y actuar.

1. Te la pasas en Internet. Las compañías cada vez son más atentas a controlar todo lo que sale de la red, por varios aspectos. Uno, asegurar que sus empleados no filtren información que comprometa al negocio. Dos, y el más básico, tener una medición de la "productividad" de la persona.

Claro que un jefe puede darse cuenta de qué tiempo invierte su gente en escribir correos, navegar por la red, leer un periódico online, hacer compras virtuales o bajar un programa para chatear, aunque éste se encuentre prohibido en la organización . Lo ve y suele "hacerlo evidente" hasta que encuentra el momento para sancionar, explica la psicóloga industrial.

Es un tema complejo. Si bien, agrega, es impensable llegar al extremo de prohibir esa situación al personal, es cierto que se está en horas laborales, y la computadora que se usa forma parte del equipo corporativo, para cumplir con tareas vinculadas a la organización.

En Estados Unidos, por citar un caso, cuatro de cada 10 empresas (en 2009) dedicaron un porcentaje del presupuesto de sistemas a investigar los correos de sus empleados, frente a dos de cada 10 que tomó esa decisión en 2008, cita un artículo publicado en The Wall Street Journal.

¿La razón? Tres de cada 10 organizaciones dijeron verse afectadas por la filtración de información en su empresa. Pero sobre todo (y aquí viene lo interesante) indicaron estar intrigadas por las horas que pasa un empleado frente al teclado, y eso no es proporcional a la calidad con que entrega sus resultados.

El mercado de software para monitorear correos electrónicos ha crecido más de 25% cada año desde 2008, según un estudio de mercado de la firma Gartner.

¿Qué hacer? Tengas o no la certeza de que existe un 'Big Brother' revisando los mails, evita que tu trabajo se vea empañado por una frase escrita en las redes sociales, o por largas horas en el Messenger. Siendo realistas, eso genera una mala imagen y podría restarte tiempo, puntualiza Espinoza.

2. Estás 'algo mayor' para el puesto. Cuando Teresa Rivera, a sus 45 años, aplicó para una plaza de Relaciones Públicas en un corporativo mexicano, supo que el detalle más complejo en su currículo podría ser la edad.  

"Traté de destacar mi experiencia, los resultados obtenidos en otros trabajos, preparé cartas de recomendación, todo lo necesario para sobresalir. Quien iba a ser mi jefe nunca lo dijo, aunque noté que el 'pero' estaba en mi edad", platica Teresa.

Comenzó a decir, añade, que en ese puesto se viajaba mucho y algunas veces habría que ir en sábado. Terminó con una respuesta diplomática pero "me sonó irreal: buscamos a una persona con otro perfil y conocimiento de este campo".

Berenice Espinoza explica que esa situación se ha agravado, desafortunadamente, con la recesión. "Las empresas buscan a gente más joven, porque pagan una menor cantidad por las mismas horas o mucho más de trabajo. Además, los pueden formar de acuerdo a los objetivos de la organización. Eso es parte de una realidad laboral". Por ello, la recomendación para los colaboradores es pensar en sus opciones de empleabilidad (a largo plazo) desde los 30- 40, años.

¿Qué hacer? Tener un plan, específico, de retiro laboral, es decir, qué hacer a partir de los 50 -55 años, por ejemplo, es deseable aunque no siempre real. Si se está en esa etapa, una opción es concentrarse en las alternativas con que se cuenta hacer rentable la experiencia de trabajo.

Son opciones juntarse con otros profesionistas y ofrecer servicios de consultoría; presentar el currículo ante consultoras dedicadas a ofrecer, entre empresas, gente con expertise en ciertas áreas. Iniciar o consolidar algún negocio en mente y, desde antes, tratar de abonar más dinero a la cuenta de retiro para obtener una pensión mayor.

3. Sé que finges la gripa (y tu abuela no está enferma). Un jefe podrá ser despistado, pero sabe cuando una persona cae en pretextos en forma recurrente para excusar ciertos comportamientos. Y, aunque toleren, en algún momento enfrentará tu actitud, dice Espinoza.

La consultora británica Mind reveló en una investigación, entre empleados europeos, que nueve de cada 10 personas al estar hartas de su trabajo, optan por inventar enfermedades para salir temprano o faltar algunos días.

En Estados Unidos, hay un número creciente de empresas que contratan a investigadores para seguir a los empleados que se reportan enfermos, de acuerdo con un artículo publicado en Bloomberg Businessweek.

¿Qué hacer? En México tal vez no se llegue a ese papel de inspector, pero las faltas sin justificación y la baja en el ritmo laboral sí son indicadores que un jefe detecta con relativa facilidad, argumenta Espinoza. Si estás pasando por un mal momento, que genera el deseo de mentir en la oficina, analiza a qué te puede conducir esa actitud. ¿Necesitas descanso? Sé claro y pide algunos días (las vacaciones que te deben desde hace tiempo.)

De no existir confianza con los superiores para hablar sobre tu deseo de buscar otro trabajo, discreción es la clave. Negocia con los reclutadores, si es posible, que las entrevistas sean en determinados horarios y dedica tiempo, en tu casa, a hacer todos los contactos. 

4. Tu hijo es tu problema. Profesionista y mamá, seguramente te lleva a vivir ciertas situaciones, desde salir corriendo porque el niño se enfermó, hasta faltar un día porque no hay quien lo cuide.

Quizá no falte la ocasión en que el jefe te mira, como diciendo "hay que sacar pendientes, si se enferma busca alguien que te ayude".

Aunque no lo aceptan muchos (directivos) se reservan dar una promoción o contratar a una mujer con niños pequeños porque piensan que su rol como mamá podría afectar, en algún momento, su desempeño. Puede sonar discriminatorio, pero así es.

¿Qué hacer? La Encuesta Nacional de Empleo refiera que las madres jóvenes (menores de 30 años) que trabajan representan un 18.2% del total; aquéllas entre 30 a 49 años son el 58.9%. Fuera de las cifras, eso significa que (por supuesto) la maternidad no frena lo laboral. "No obstante, hay que ser astutas para manejar ese tema en la oficina. Y cada vez son más las compañías que apoyan en ese sentido. Si hay manera de negociar un esquema, por ejemplo, de freelance, eso puede ayudar (en ocasiones) a la mamá cuando el hijo es muy pequeño ", sugiere la especialista de la UNAM.

5. Yo soy tu (mejor) amigo. Esas palabras sí que resultan difíciles de escuchar. "Un superior puede trasmitir confianza en lo que hace su personal, pero no se va todos los días de fiesta con ellos o les hace favores que haría con otros (fuera de su ámbito laboral), sencillamente porque tiene que guardar un orden y, hasta cierto punto, marcar la diferencia entre jefe y amistad", puntualiza la psicóloga.

¿Qué hacer? Para mantener una sana relación, es importante evitar hablar de asuntos personales delicados con un superior, aún cuando en la comida de fin de año todo el equipo, incluyendo el director, haya sido "la mesa" más unida.

Mantener distancia entre lo personal y laboral da tranquilidad. Es mejor cierta discreción a temer que información tuya se use en forma negativa. En la oficina, si tienes algún problema, abórdalo sin perder el 'toque' profesional. Aunque te lleves bien con el jefe, no hay que confundir los escenarios, o ello podría causar estragos entre el resto del equipo.

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