Mujeres poderosas que fueron despedidas
Jill Abramson
La derrocada editora ejecutiva del New York Times, Jill Abramson, es la última de un desfile de mujeres poderosas que fueron despedidas por cuestiones de estilo personal. El problema de Abramson, de acuerdo con el periódico que ella dirigió hasta su partida el miércoles, fue que ella era “polarizante y voluble”, en opinión de algunos empleados. El fracaso es siempre más complicado que eso. Especialmente cuando se trata de mujeres líderes.
Para llamar la atención, las mujeres tienen que introducirse en la toma de decisiones, como Sheryl Sandberg aconseja en su bestseller 'Lean In', pero las mujeres fuertes a menudo se introducen demasiado para la comodidad de los hombres y de otras mujeres en su órbita. La investigación muestra que existe una banda más estrecha de conducta aceptable para las mujeres líderes. Y para las mujeres en esta galería, mantenerse en la cima resultó ser un acto de equilibrio muy difícil de dominar.
Jill Barad
CEO de Mattel, 1997-2000
Alguna vez una mercadóloga estrella que ayudó a construir a Barbie y Hot Wheels, Barad alcanzó la cima de la empresa de juguetes más grande del mundo y fue número 6 en la primera lista de mujeres más poderosas de la revista Fortune en 1998. Enérgica y extravagante, desdeñó comentarios de algunos de sus colegas, así como de los inversores, que veían vacilar las ganancias de Mattel.
Carly Fiorina
CEO de Hewlett-Packard, 1999-2005
Fue la jefa de Lucent y apareció en la portada del primer número de la primera revista de Las mujeres más poderosas de Fortune en 1998. HP reclutó a Fiorina para ser su presidenta ejecutiva el verano siguiente. “Mi fortaleza es mi fortaleza, pero también puede ser una debilidad”, dijo Fiorina a Fortune cuando estaba luchando y discutiendo con otros gerentes de HP. El Consejo la presionó para salir en 2005. Fiorina se postuló después, sin éxito, al Senado de Estados Unidos en California.
Zoe Cruz
Copresidenta de Morgan Stanley, 2005-2007
El Misil Cruz, como sus colegas la llamaban, fue una operadora de bonos estrella y copresidenta favorecida bajo la gestión de John Mack cuando él era presidente ejecutivo de Morgan Stanley. Una pérdida de trading por 4,000 millones de dólares en una mala apuesta hipotecaria, además de conflictos de personalidad con otros ejecutivos, llevó a que Mack la despidiera en 2007. Cruz abrió Voras Capital Management, un fondo de cobertura nombrado en honor a la zona montañosa en Grecia donde nació, y la empresa cerró en 2012.
Janet Robinson
CEO, New York Times, 2004-2011
La primera jefa mujer del New York Times peleó, al igual que la editora en jefe Abramson, con el vástago Arthur O. Sulzberger Jr., quien es presidente y editor. La pronta salida de Robinson llevó a la designación del exejecutivo de BBC, Mark Thompson, como presidente ejecutivo, quien supuestamente tenía una relación tensa con Abramson.
Sallie Krawcheck
Presidenta de patrimonio global y gestión de inversiones de Bank of America, 2009-2011
Alguna vez la mujer más poderosa en Wall Street y una firme defensora de los derechos del consumidor, Krawcheck discutió con sus jefes en Citigroup y luego en BofA. Rechazada pero resuelta, compró 85 Broads, una red de mujeres mayores y está tramando una expansión. ¿Qué la impulsa ahora? Krawcheck dice que ve un “punto de inflexión” en términos del impacto de las mujeres en la economía global.
Carol Bartz
CEO de Yahoo, 2009-2011
No había juegos con Bartz, quien fue contratada para revivir a Yahoo después de que construyó de forma impresionante Autodesk. Enérgica y audaz, redujo los costos y elevó los márgenes de ganancias pero fracasó en aumentar el crecimiento de los ingresos. “Estas personas me jodieron”, dijo Bartz a Fortune en 2011 después de que el entonces presidente de efectivo Yahoo, Roy Bostock, la llamó a su celular para despedirla.
Natalie Nougayrède
Editora en jefe, Le Monde, 2013-2014
En un drama con reminiscencias del de Abramson en el New York Times, la editora en jefe del periódico líder francés cayó víctima de una revolución del personal. Nougayrède presionó para transformar a Le Monde en un líder digital, pero las personas que trabajaban para ella se resistieron a su estilo autoritario y la forzaron a salir después de 14 meses en el puesto más alto.