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Sam Pitroda, el empresario que quiere rediseñar el mundo

Pitroda ha trabajado en la industria de las telecomunicaciones desde hace más de 50 años; el liderazgo no consiste en beneficiarse de los demás, advierte.
vie 25 diciembre 2015 06:00 AM
Pitroda es un hombre de negocios convencido de que el mundo debe reinventarse. (Foto: Ramón Ruiz Sampaio )
Sam Pitroda (Foto: Ramón Ruiz Sampaio)

Medio siglo de trabajo en las telecomunicaciones, 40 inventos, su desempeño como funcionario público y su impulso para reducir la brecha digital, respaldan sus ideas y la convicción de que la pobreza puede reducirse a través de la comunicación entre las personas. Satyanarayan Gangaram Pitroda es un hombre de negocios convencido de que al mundo le urge reinventarse con base en la distribución equitativa de la riqueza.

Pitroda piensa en el futuro todo el tiempo, desde que su padre le contaba sobre la primera vez que vio una locomotora, y hasta cuando vio la llegada del hombre a la Luna en la televisión. Nació en Odisha, India, en 1942, en una familia de escasos recursos y en medio del movimiento independentista.

El inventor quería ir a Estados Unidos desde que vio a Neil Armstrong y a Edwin Aldrin pisar la superficie lunar. Deseaba estudiar en el país que tuvo la vision de ir más allá de la Tierra. La posibilidad de vivir el sueño americano llegó años más tarde, cuando leyó en el periódico que el presidente Kennedy había decidido aceptar inmigrantes en su país.

En ese entonces, Pitroda estudiaba física. “Yo era un romántico (...) Así que tomé un barco y salí de Mumbai. Fui a Karachi, luego a Egipto y, finalmente, a Italia para llegar a Inglaterra. De ahí, volé a Nueva York y tomé un autobús hacia Chicago”, recuerda.

Aquéllos “eran los días de los Beatles y de la guerra de Vietnam. Desde entonces, tenía la idea de que la comunicación podía sacar a las personas de la pobreza y ayudar a conectarlas”.

Sam Pitroda hizo una maestría en Física Electrónica en India, y otra en Ingeniería Eléctrica en Chicago. Sus compañeros de carrera optaron por trabajar para la industria de la guerra, pero él decidió apostar por la incipiente industria de las telecomunicaciones, motivado, principalmente, por la filosofía de ‘no violencia’, de Mahatma Gandhi.

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Trabajar en la industria de las telecomunicaciones desde hace más de 50 años, le ha permitido mantener los ojos puestos en el futuro y cuestionar, con autoridad, el sistema económico y educativo.

Además, ha sido funcionario de gobierno, emprendedor y hasta pintor; por eso puede ir de un tema a otro con soltura y pasión.

A finales de los 90, hacía sus primeras apuestas a los pagos móviles. Este año, se espera que ese sector crezca 60.8%. De hecho, en los últimos cinco años han mantenido tasas de crecimiento de doble dígito.

En 2014, vendió a MasterCard c-sam, un sistema de transacciones electrónicas, por un monto no revelado.

En octubre, Sam Pitroda presentó su tercer libro Dreaming Big: My Journey to Connect India. Y con 73 años, ya prepara el cuarto. Comparte: “Pienso titularlo 'Llamado global a la acción: rediseñando el mundo'”.

¿Cuáles son los retos en materia de innovación y tecnología, en países como México o India?

El problema es que la gente no quiere cambiar de mentalidad, los gobiernos no están diseñados para lo nuevo. Por ejemplo, la Secretaría de Educación no está organizada porque sólo quiere dictar y controlar. La tecnología de hoy dice: “No controles, ábrete a las posibilidades”.

El tema es que la infraestructura ya es vieja; no está diseñada para el mundo de hoy.  Nadie la quiere cambiar porque los gobiernos funcionan de forma vertical, y la tecnología favorece la horizontalidad.

Por otro lado, todos los que se han beneficiado del sistema antiguo no se preocupan por rediseñarlo, pues viven de ordeñarlo.

La llegada de internet ha jugado un papel importante. Su aparición fue un evento más grande que la Segunda Guerra Mundial y que la bomba (atómica). Su forma de transformar las cosas es sutil pero contundente. Por eso, necesitamos rediseñar el mundo y sus sistemas económicos. Si esto no tuviera sentido, Uber no estaría valuada en 45,000 millones de dólares (mdd).

¿Qué papel juega la educación en ese cambio de paradigma?

Construir un carácter fuerte es lo más importante en la vida y nadie lo enseña. En las escuelas de management sólo se preguntan cómo beneficiarse de los demás , en lugar de pensar cómo darle a todos.

Si estoy cómodo, no necesito tomar nada de nadie; al contrario, necesito darle a los demás. Nadie les enseña a los niños que ser buena persona empieza por el respeto a sí mismos. Para respetarte a ti, debo respetarme a mí mismo. De eso se trata el liderazgo.

Hoy publicamos listas de los 400 más ricos del mundo, en lugar de difundir las listas de los mejores maestros o doctores.

¿Las empresas están interesadas en transformar ese paradigma?

Las compañías no cambian hasta que las juzgan en el reporte trimestral. Se enfocan sólo en sus metas de cada tres meses. Si las juzgaran con base en un desempeño a mediano plazo, tres o cuatro años, tendrían una ideología distinta de trabajo.

El problema es que se enfocan sólo en las cifras. En las noticias financieras, todo se trata de dinero, dinero, dinero. Gandhi decía: “Si abres una compañía, puedes volverte millonario, pero en unos años debes establecer un fideicomiso para que todo mundo comparta tu riqueza”.

Ahora todos se enfocan sólo en el dinero, lo que está bien hasta cierto punto, pero en el proceso perdemos la igualdad. Si hablas así, la gente piensa que eres antinegocios. No, no es eso. No se trata de la vieja idea de socialismo contra capitalismo. Ya no se ven así las cosas.

¿Cómo imagina que debiera ser un sistema económico alterno?

Primero, necesitamos entender que la economía es global y exige soluciones globales. La economía es internacional, pero todo mundo es local, bancos, moneda, etcétera. Hay que crear una plataforma mundial.

Por ejemplo, ¿realmente necesitamos 160 0 200 monedas? Quizá debemos decidir que el mundo sólo necesita cinco o 10, y prepararnos para hacer eso y para crear una organización global de la propiedad.

Los negocios son globales, pero las redes son privadas, locales. Todos los negocios son internacionales, pero las leyes son locales... Debemos encontrar la manera de simplificar eso. 

Tres ejes para el cambio

1. El enfoque de la educación ejecutiva. Durante años, los MBA enseñan a los estudiantes cómo obtener valor de los demás y a generar resultados, en lugar de pensar en cómo retribuir a todos.

2. Anticipar lo inesperado. Es necesario migrar de legislaciones locales a mundiales. Pitroda cree que, en el futuro, tendría que haber bancos globales y máximo 10 monedas en todo el orbe. 

3. El consumo. Hoy, existe la idea de que el poder adquisitivo es igual a desarrollo, pero ahora se debe pensar en conservar en lugar de adquirir.

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