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¿Cuánto vale un posgrado?

Estudiar en el extranjero cuesta, pero aumenta ofertas de trabajo, oportunidades y sueldo; conoce las experiencias de algunos mexicanos y cómo lograron pagar sus estudios.
sáb 28 julio 2007 05:00 AM
Carmona duplicó su sueldo al llegar a México. (Adán Gutiérre

A Refugio Trujillo sus profesores en Canadá le sugerían ‘amarrarse a la silla’ para soportar las privaciones que implicaba estudiar una maestría. Jaime Martínez y Verónica Baz, recién casados, se endeudaron por más de 1 millón de pesos para pagar su maestría en administración en Duke.

Ninguno se arrepiente del costo de estudiar en el extranjero, por los aumentos en oportunidades o en sueldo que eso les representó. Aquí están algunas de sus experiencias, con sus descubrimientos para ayudar a pagar los estudios.

El primer golpe de suerte de Roberto Carmona fue cuando sus jefes le encargaron que atendiera a un profesor visitante de la Universidad de Oxford.

Recién egresado como economista del ITAM, Carmona tenía poco de trabajar en la Secretaría de Energía (Sener). La plática trató sobre las posibilidades de estudiar en Oxford la maestría en Economía.

A sus 26 años, Carmona decidió estudiar su primer posgrado, para lo cual tuvo que cumplir con un examen de admisión, entrega de documentos personales, un promedio arriba de 8 y apelar a la misma suerte para entrar.

Cuando le notificaron que había sido aceptado, no estaba completamente preparado: “Ni pude ahorrar, ni tenía dinero… ni nada”. Logró que dos instituciones financiaran sus estudios: la Secretaría de Energía y el Instituto de Energía de Oxford.

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En Oxford se dio cuenta de que la vida era mucho más cara de lo que creía. Consiguió un cuarto de tres por tres metros por 65 libras a la semana (1,400 pesos). La Sener lo becó con 200 libras al mes (4,328 pesos) y la universidad le daba 250 (5,410 pesos).

 “Vivir así fue un poco traumático”, dice. La suerte estuvo de su lado: como no podía trabajar con ningún profesor ya que nadie lo conocía, ni con ninguna otra institución porque no tenía experiencia, encontró trabajo en una pizzería, lo que significó una mejora de 600 libras al mes (12,900 pesos).

En Oxford consiguió trabajo en PMI (Petróleos Mexicanos Internacional), con lo que duplicó su sueldo al regresar a México, dos años después. 

“Hacer una maestría en México es tan caro como irte al extranjero”, asegura Carmona. “Si te aplicas a buscar becas sale en casi lo mismo. Lo importante no es tanto la escuela, sino la madurez emocional que te deja ir a otro lado” y compararse con estudiantes de otras partes. “Conoces gente que para alcanzar su nivel tendrías que volver a nacer”.

La inversión que hicieron las instituciones en Roberto Carmona para que cursara su primera maestría fue de 20,000 libras (432,800 pesos, al tipo de cambio actual), de las cuales él no tuvo que pagar nada.

Carmona regresó a Inglaterra, cinco años después, a estudiar el doctorado en Estadística Aplicada en la London School of Economics, esta vez con una beca-crédito por 100,000 pesos, que le brindó la Fundación Mexicana para la Educación, la Tecnología y la Ciencia (Funed), que tenía que empezar a pagar seis meses después de su regreso a México.  Al no poder conseguir otra beca para completar el costo, recurrió a ahorros de dos años.

Su estancia en Londres tuvo un costo de 350,000 pesos, que incluyó sus estudios y hospedaje: un cuarto de tres por tres metros por 500 libras al mes (10,800 pesos). Su compromiso con PMI fue regresar a trabajar ahí, lo que le aseguró un puesto.

Amarrarse a la silla

Refugio Trujillo, ahora subdirector de Monitoreo en la Sociedad Hipotecaria Federal (SHF), estudió Matemáticas en la UNAM. Cuando se tituló, a los 26 años, decidió irse a Canadá, luego de consultar las becas que proporcionaban el Conacyt y la UNAM. Basándose en los consejos de algunos profesores, y atraído por el estilo de vida y la cultura de Montreal, Trujillo optó por la Universidad de McGill, en esa ciudad.

La UNAM le dio una beca de 1,000 dólares canadienses (cerca de 10,000 pesos) mensuales para su maestría, de dos años, y luego otra similar para el doctorado, de tres y medio. La beca sólo le exigió  trabajar para el Instituto de Matemáticas de la UNAM durante un año, antes de entrar a Pemex y SHF.

En Montreal rentó un departamento de una recámara, sala, comedor, baño y cocina, por el cual pagó 480 dólares canadienses (4,800 pesos) al mes, alquiler que, al cabo de cinco años y medio, subió a 580 al mes (5,800 pesos).

“Para irte a estudiar al extranjero no necesitas sólo ser inteligente, también contar con un perfil sicológico que te ayude a soportar las adversidades –como temperaturas por abajo de 30 grados, en invierno–. Mis profesores me decían que pasara lo que pasara, me amarrara a la silla y no me viniera. Después del primer año, ya la hiciste”.

Con apoyo de la UNAM, Trujillo consiguió que el gobierno de Quebec absorbiera 4,800 de los 6,000 dólares canadienses semestrales (60,000 pesos). El resto lo pagó la UNAM.

Estudios en pareja
Graduados del ITAM, Verónica Baz, quien era investigadora del Centro de Investigación para el Desarrollo (CIDAC), y su esposo, Jaime Martínez Bowness, hasta entonces asesor en la Semarnat, estudiaron un MBA en la Universidad de Duke, en Carolina del Norte.

La primera dificultad fue encontrar una universidad que los aceptara en pareja. Baz comenta que un soltero envía en promedio cinco solicitudes para ser aceptado en alguna universidad. Ellos enviaron a ocho instituciones.

“El proceso de admisión es desgastante y largo, lleno de filtros, tanto como si se estudiara medicina”, comenta Martínez Bowness.

“El examen, el proceso después de éste, los ensayos, las entrevistas, además del costo por ambos, por los dos años, entre 100,000 y 125,000 dólares (entre 1.08 y 1.35 millones de pesos), hace que muchos lo piensen dos veces”. 

La pareja considera que se paga tal cantidad por el ambiente de las universidades estadounidenses, pues ahí se convive y compite con alumnos destacados de todo el mundo. Los profesores, las instalaciones, el ambiente competitivo y las relaciones fueron argumentos para emprender el viaje.

Baz explica que en el momento que una universidad acepta al estudiante, se puede tener una línea de crédito en un banco, a pagar en 20 años. El banco que les financió fue el estadounidense Sallie Mae.

 “La misma universidad se encarga de conseguirte el dinero, incluso sin un aval, como fue mi caso. Debemos 100,000 dólares (1.08 millones de pesos). Espero abonar alrededor de 15,000 pesos al mes para pagar antes de 20 años”, explica Martínez Bowness.

Rentaban un departamento de una recámara y un estudio por 900 dólares (9,720 pesos). Jaime estima que gastaban al mes 20,000 pesos de manutención.

Estudiar el MBA paga: “Es impresionante cómo a las universidades llegan a ofrecerte trabajo empresas de todo el mundo. Incluso si necesitas viajar, mudarte, pagar algo de la deuda que te dejó el MBA, te lo dan”, comentan los dos.

Ambos están seguros de que fue la decisión correcta. Verónica de inmediato duplicó su sueldo y ahora es directora de CIDAC. Mientras que Jaime decidió iniciar su empresa.

 

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