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El Mar Muerto se hunde y expulsa a quien vive a sus orillas

El plan de rellenar el Mar Muerto con agua del Mar Rojo alterará ecosistemas; se pronostica un clima extremo en los próximos años
mar 16 febrero 2010 10:11 AM
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El Mar Muerto es el punto más bajo de las tierras emergidas, con su superficie a 422 metros bajo el nivel del océano... y cayendo. En los últimos 80 años, ha descendido 30 metros más, a un ritmo que se está incrementando y que ahora es de un metro al año. Y será mayor: en los siguientes 50 años, bajará 130 metros más. Si las cosas siguen como van, por ahí de 2060 estará a 552 metros por debajo del Mediterráneo.

Esto refleja el abuso en el consumo del agua que ahora no llega hasta él. En sus orillas, su retirada ha dejado toda clase de huellas fascinantes, entre ellas playas de gruesos granos de sal: el Mar Muerto es también uno de los más salinos del planeta; la tercera parte de él es pura sal.  Por ello, el ganado y a veces la gente que camina sobre la arena desaparece: debajo de ella se habían formado sólidos depósitos de sal que la sostenían, pero como ahora están expuestos a ocasionales flujos de agua dulce, se disuelven y desaparecen. La arena pierde apoyo, cede bajo el peso del que pasa y por eso es posible ver enormes hoyos como cráteres.

Con apoyo israelí, Jordania lleva años planeando un canal que traerá agua salada del Mar Rojo para rellenar el Mar Muerto. Los ambientalistas advierten que el nuevo líquido tendrá una composición diferente que alterará la de este lago salado y sus ecosistemas. También cambiará el color: la salinidad no se adivina en ese intenso tono azul que apreció Herodes, pero si este proyecto tiene éxito, en el futuro el color del Mar Muerto será marrón.

En todo caso, esto no resolverá el problema humano, el de beber y regar los cultivos, que constituye el fondo del conflicto. Tampoco previene los efectos del cambio climático: el Instituto Internacional para el Desarrollo Sostenible (IIDS), una entidad de investigación independiente, ha estudiado modelos de calentamiento global que anticipan para fines de siglo un clima más seco, caliente (entre 2.5 y 3.7º C más en el verano) e impredecible en la región, con lluvias más escasas y menos intensas. A final de siglo, advierte, el cauce del río Jordán se habrá reducido en 80% (no sólo no llegará al Mar Muerto, sino que ni siquiera los campos y ciudades que ahora reciben su agua podrán seguirlo haciendo) y el Éufrates, en 30%.

Tantas décadas de conflictos que afectan la región hacen más difícil que los pueblos que la habitan se pongan de acuerdo para enfrentar el problema. El IIDS señala que las cosas empeorarán: la competencia por el agua hará más difícil llegar a acuerdos de paz, reforzará la tendencia a la militarización y agravará las tensiones entre los pueblos de la zona, así como entre el mundo árabe y los países occidentales.

Lo que es peor: este patrón podría repetirse en otros sitios donde escaseará más el agua, como el sudeste de Asia, África y América Latina.

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Son las consecuencias del cambio climático. Por ello es necesario encontrar una manera de cooperar para resolver estos retos y detener los procesos de deterioro ambiental. Al final, nadie está a salvo del caos global.

El calentamiento global y los conflictos locales amenazan al Mar Muerto.

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