Publicidad
Publicidad

A través de un cómic, un musulmán profundiza en los valores del Islam

-
lun 23 agosto 2010 06:10 PM
foto
SuperHeroes Islam foto

Hace quince años me salí de una mezquita en protesta por un sermón de un imán. Afuera, el calor del sol del desierto escasamente se igualaba al fuego de la retórica de dentro del edificio.

En su interior, el imán estaba despotricando contra los enemigos extranjeros del Islam y de los pecadores. Con cada diatriba genocida venía un “amén” de la congregación. Algunos, lamentablemente, eran sinceros. Otros estaban en piloto automático en la mezquita para cumplir su cuota de buenas acciones. Y otros lo hacían por intercambio: penitencia por sus pecados, una economía de conveniencia que nació mucho antes del Islam y se ha vendido como el camino al cielo de otras fes.

No era la primera vez que yo oía nociones terribles de miedo y de odio vendidas en nombre de mi religión. Pero ese día fue diferente. Ese día me sentí cómplice. Había llegado a un punto intelectual crucial en donde mi amor por la religión no podía soportar mi silencio. Mientras me paré, miré al imán para asegurarme de que viera que al menos una persona no aceptaría más la receta de su venganza.

El Islam y la cristiandad nacieron en el mismo vecindario bajo las mismas condiciones con 600 años de diferencia.

La cristiandad apareció en un momento en que duros gobernantes subyugaban a su gente, haciéndoles imposibles las ya difíciles vidas. Las personas respondieron al mensaje de Jesús como lo hicieron 600 años después al mensaje de Mahoma. Tanto el cristianismo como el Islam ofrecían mensajes sencillos a los pobres: vive según las reglas y la recompensa vendrá después.

Islam llegó en un momento en que las guerras entre lo que se llamaba Arabia y el Imperio Bizantino Romano. Era la religión para el creyente, luego fortalecida por las cruzadas cristianas de los siglos once y doce y de las Inquisiciones medieval, papal y española.

Publicidad

Muchos imán hoy todavía predican en la retórica del siglo séptimo sin importar la realidad contemporánea. Pero a diferencia de Jesús y Mahoma, no predican sobre las recompensas futuras por vivir como prometió Alá. En su lugar, ofrecen recompensas a los que se hacen devotos al genocidio de los que han sido señalado como nuestros enemigos. Prefieren no dejarle el día del juicio final a Alá, sino que lo sustituyen en forma de un tribunal de menos categoría.

Ahora estamos en el mes musulmán de Ramadán, un tiempo de ayuno del amanecer al anochecer diseñado para enseñarle a los musulmanes sobre paciencia, humildad y espiritualidad. Durante el Ramadán, más de mil millones de musulmanes se congregan en sus mezquitas.

Finalmente es momento de que todos nos volvamos más responsables de lo que nuestros hijos están oyendo; pequeñas diferencias nos separan, en vez de celebrar las cosas positivas que nos unen. Si permitimos que hombres de mentes cerradas difundan miedo y odio en el nombre de nuestra religión, permitiremos que les laven el cerebro a otra generación como lo hicieron con la nuestra. Y pronto, la siguiente generación caerá al pozo de la disonancia. Permanecer sentados en silencio antes eso, nos hace cómplices a todos.

Como padre de cinco hijos, me preocupa quiénes van a ser sus modelos a seguir.

Me preocupa porque en todo a mi alrededor, incluso dentro de mi familia, veo que la religión está siendo manipulada. Como psicólogo, me preocupa el mundo en general, pero también me preocupa la percepción de cómo las personas se ven a sí mismos en mi parte del mundo. Ahora soy psicólogo clínico. Tengo licencia del estado de Nueva York. Estudié en el programa de sobrevivientes de tortura política para sobrevivientes del Hospital Bellevue. Y oí demasiadas historias de las personas que crecieron idolatrando ese liderazgo, sólo para terminar siendo torturados por sus héroes. La tortura ya de hecho es algo terrible, pero cuando te la hace tu héroe, eso te destroza.

Me salí de Bellevue, fui a escuela de negocios y empecé la serie de cómics THE 99. Ese cómic hace referencia a los 99 atributos de Alá en el Corán, cosas como la generosidad y la misericordia y la sabiduría.

Mil quinientos años después del nacimiento de Cristo, hombres que representaban a la Iglesia Católica vertieron plomo hirviendo en las gargantas de musulmanes y judíos para que aceptaran a Jesús como su salvador. Mil cuatrocientos años después de que Gabriel le expresó el mensaje de Dios a Mahoma a través del Corán, una pequeña minoría de musulmanes usó el plomo de las balas para matar incontables de personas en un impronunciable insulto en nombre del Islam.

Hoy, a través de THE 99, este musulmán orgulloso está usando el plomo de su lápiz para hacer una declaración. Por el bien de todos, espero que el lápiz sea en realidad más poderoso que la espada.

Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivas de Naif Al-Mutawa.

Newsletter

Únete a nuestra comunidad. Te mandaremos una selección de nuestras historias.

Publicidad

Publicidad