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Los pakistaníes lloran sus penas en medio de las inundaciones

El gobierno reporta 1,645 fallecidos por las lluvias, pero la cifra podría crecer cuando el agua se retire y deje los cuerpos al descubierto
lun 30 agosto 2010 03:51 PM
pakistan mama
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Aslaam Noon se sienta en el suelo con las piernas cruzadas bajo el intenso sol de esta región de Pakistán. Alza las manos hacia el cielo e implora a Dios a gritos. Después, se inclina suavemente y besa el pequeño montón de tierra que está frente a él. Ahí se encuentra enterrado el cuerpo de su pequeño hijo de ocho años.

A Noon lo abate el dolor y cae inconsciente. Los hombres de su familia y sus amigos del pueblo lo rodean. "Despierta", le dicen mientras le tiran agua a su asoleado rostro. Mientras los ojos de Aslaam Noon se abren, un pariente suyo también le grita. Tasleem Noon mira hacia otra dirección y da alaridos sobre otros dos montones de tierra donde reposan los cuerpos de su hijo y de su hija.

"Es una injusticia,"  grita este afligido padre. "Nunca pensé que esto llegara a pasarme."

Tres padres de la amplia familia Noon lloran en las tumbas de sus hijos en el cementerio del pueblo.

El cementerio está rodeado por agua. Resistió la peor inundación en la historia de Pakistán, pero cuatro niños de la familia Noon no sobrevivieron.

Los Noon pensaban que estaban a salvo. El pueblo entero hizo caso de la advertencia que emitieron las autoridades de salirse cuando las aguas empezaran a llegar. Vendieron su oro y algo de su ganado para pagar los excesivos precios que los transportistas les cobraban para llevarlos a salvo.

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Fue una buena decisión ya que una parte del pueblo quedó inundada mientras el resto quedó rodeada por agua.

Semanas después de la primera inundación, la familia Noon junto con otros 300 residentes regresaron a casa. Estaban felices al encontrar en pie algunas de sus chozas. Pero las inundaciones no habían terminado completamente y tres días después de su regreso, cuatro de los niños Noon se ahogaron en las aguas, cerca de su casa.

Siguiendo la tradición musulmana, los hombres se reunieron en el cementerio al tercer día de duelo. Las mujeres no se pueden unir a ellos.

Ellas se juntan en el patio de una de las chozas a unos cuantos metros. A lo largo del estrecho camino que lleva a la choza, el coro de gemidos va creciendo.

Dentro, docenas de mujeres se sientan juntas en el suelo. Entre una cama volteada y varias sillas apartadas a un lado, lloran. De acuerdo con la tradición, están prohibidas las comodidades cotidianas hasta que termine el tercer día de duelo, lo que explica que retiren los muebles.  

Samina Noon es una de las tres madres cuyos hijos murieron. Se golpea la cabeza una y otra vez, y repite el mismo canto: "Mi niño bonito, Dios mío, devuélveme a mi niño bonito". Samina sabe que eso no pasará. "Cuando salieron de casa, dijeron que volverían, pero el agua no se los permitió", dice. Esconde su cabeza entre las manos y llora. No solamente perdió a su hijo, también a dos sobrinos.

Mar de llanto

Éste es el dolor de una familia en un mar de desesperación en Pakistán. El número de victimas ha alcanzado los 1,645, pero el gobierno cree que la cifra crecerá significativamente cuando el agua de las inundaciones retroceda y se recuperen los cuerpos.

Muchos no se han molestado en notificar el hallazgo de los extraviados. Han pasado 15 días desde que Shazaadi Banglani, de Jacobabad, vio a sus dos hijos desaparecer en las lodosas y revueltas aguas del rio. Las aguas entraron a su casa en la noche, y ella y su esposo no tenían brazos suficientes para rescatar a sus 10 hijos. Shazaadi no se ha molestado en presentar un reporte de personas desaparecidas porque piensa que es una pérdida de tiempo.

A ella le preocupa salvar a sus otros hijos y llorar por los que perdió.

Dos de sus hijos se sientan en su regazo. Arif, de cinco años, llora. "Ahora le temen al agua, están enfermos", dice. La familia sólo cuenta con tapetes para dormir sobre ellos.

Shazaadi y otros pobladores dicen que no van con el gobierno a reportar a los desaparecidos porque no creen que el gobierno los vaya a buscar. En lugar de eso, dejan a los pescadores la horrible tarea de sacar los cuerpos del agua.

Dargahi Mirani es uno de esos pescadores. Afirma que los pobres no podrían pagarle, así que se ofrece como voluntario. Pero algunas personas pueden pagar y lo hacen. Mirani apunta que algunos pobres pagan en torno a unas 500 rupias (cinco dólares), la gente de clase media, unas 2000 rupias (25 dólares),  y los ricos, 5000 rupias (50 dólares).

"Hasta el momento he encontrado unos 15 o 16 cuerpos", dice. No cuenta con equipo y todo lo que tiene es su habilidad para nadar y permanecer bajo el agua por largos periodos de tiempo. Agita sus manos a través de las corrientes lodosas en donde fue visto por última vez un cuerpo y se sumerge buscando.

Los pobladores ayudaron a los Noon a encontrar los cuerpos de sus hijos, pero las cuatro muertes no son parte del número de víctimas del gobierno ya que no han contactado con las autoridades. En lugar de eso, tratan de sobrevivir al terrible dolor.

El tercer día de luto casi termina. Cuando amanece, la familia debe regresar a su vida cotidiana. Es obvio que sus corazones aún están listos para el cambio repentino.

Tasleem Noon grita "¡Qué queda de mi casa! ¡Qué queda de mi vida!"

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