La sublevación policial del 30 de septiembre, que llevó al gobierno de Ecuador a declarar , perjudicó a todo el país, de acuerdo con el presidente ecuatoriano, Rafael Correa.
“Aquí todos salimos perdiendo porque hay cinco muertos y decenas de heridos” a causa de los disturbios, dijo Correa, quien sostiene —como lo hizo desde ese día— que los hechos formaron parte de un .
En entrevista con Luis Carlos Vélez para CNN, el mandatario recordó cómo vivió la sublevación, desde que decidió ir personalmente a negociar con los por un decreto gubernamental que elimina sus bonos, hasta que fue sacado por el ejército del hospital donde los manifestantes lo mantuvieron cautivo 12 horas.
Correa señaló que, mientras estaba en el centro médico, él y su equipo recibieron a dos delegaciones de los policías para dialogar, pero éstos ni siquiera conocían la ley por la que se quejaban.
Por ello, afirmó, la “supuesta inconformidad” de los agentes “fue mucho más que eso, eso es claro (…) . ¿Eso qué tiene que ver con reivindicaciones salariales? Claramente fue un intento de desestabilización”.
“Cada vez tenemos más evidencias de que se trataba de un golpe de Estado” promovido por sus opositores, por lo que los involucrados serán juzgados, dijo
Correa consideró que la crisis, que concluyó la misma noche del 30 de septiembre, tuvo un sello adicional para América Latina: “Eficacia, se actuó con solidaridad y respaldo, que otras veces se quedan en retórica”.
Tras la sublevación, gobiernos de la región y organismos como la Organización de los Estados Americanos (OEA) y la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur) .
Días después de los hechos, incluso, la OEA dio a conocer un informe que en que se trató de un intento de golpe de Estado.
Correa sostuvo que permanecerá en la Presidencia de Ecuador hasta 2013, cuando concluye su periodo, y posteriormente estará “donde mi pueblo me necesita, estoy aquí para servir, no para servirme de nada”.