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<b>Opinión</b> ¿Por qué EU se disculpó con los <i>cherokees</i>?

Estados Unidos apenas saldó una deuda histórica con uno de los pueblos nativos de Norteamérica
mié 17 noviembre 2010 11:05 PM
chéroquis
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Nota del editor: A.J. Langguth es el autor de 'Empujados al Oeste: Andrew Jackson y el Camino de Lágrimas hacia la Guerra Civil'. Las opiniones son sólo del autor.

Pasadas las elecciones de mitad de periodo , es momento para que los estadounidenses dejen atrás los recientes intentos de demonizar a pueblos enteros. No necesitamos ver a la Alemania nazi o al Apartheid sudafricano como ejemplos de cómo etiquetamos y abusamos de los demás.

Las sospechas generadas sobre los hispanos como delincuentes y los musulmanes como terroristas fueron sólo el último recordatorio de la discriminación a lo largo de nuestra historia .

Podremos avergonzarnos después, pero nuestras disculpas por lo general llegan demasiado tarde.

Los blancos van cambiando. Abigail Adams (esposa de John Adams, el primer presidente de EU), admirable en muchos sentidos, fue violentamente hostil contra los franceses: “¿Hubo alguna vez un pueblo más insidioso y más vilmente modelado?”

Si hubiera sido por ella, los Estados Unidos podrían haber ido a la guerra contra Francia en 1798, apenas 15 años después de que el apoyo de los franceses hizo posible la independencia de los Estados Unidos.

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En 1850, los votantes en New Hampshire se negaron a suprimir la disposición de la constitución estatal que prohibía a los católicos ejercer un puesto público. En la Primera Guerra Mundial, Henry Ford publicó El judío internacional: El principal problema del mundo.

Pero desde 1830 se comete un delito particularmente maligno, y es en contra de los dueños originales de este continente.

En la Guerra de 1812, Andrew Jackson derrotó a esos indios creek que se aliaron con los británicos. Jackson no fue generoso en la victoria. No sólo le quitó a la tribu una gran parte de su territorio, sino que no perdonó a los creek que pelearon a su lado por los Estados Unidos.

Elegido presidente en 1828, Jackson decretó que los vecinos de los creek (o indios maskoki), los cherokee o chéroquis, debían renunciar a sus tierras ancestrales en Georgia y mudarse al oeste, cruzando el río Mississippi.

En la época de George Washington, Estados Unidos firmó acuerdos prometiendo a los cheroquis amistad y protección federal. Violar esos acuerdos requirió describir a los cherokees como salvajes, incapaces de vivir cerca de los hombres civilizados.

A Jackson no lo influenció la evidencia de que los cherokees eran algo muy diferente. Ellos habían desarrollado un lenguaje escrito, publicado su propio periódico y adoptado una constitución basada en la de los Estados Unidos.

De hecho, los europeos a menudo se impresionaban más con ellos que con sus vecinos blancos. Líderes religiosos, especialmente cuáqueros y abolicionistas del norte, salieron en defensa de los cherokees. Sin embargo, esos aliados trataban a los indios como simples niños.

Desde Concord, Massachusetts, Ralph Waldo Emerson escribió una furiosa carta abierta denunciado el desalojo forzoso, pero él también describió a los cherokees como salvajes.

Políticos de Georgia, codiciando las ricas tierras de algodón de los cherokees, fueron más brutales: alegaban que la tribu consistía en “bárbaros”, y si el gobierno en Washington no obligaba a los indios a salir de Georgia, ellos tomarían las armas y harían el trabajo ellos mismos.

Solicitando ayuda a la Suprema Corte de Justicia de EU, los cherokees obtuvieron una importante victoria legal, pero la respuesta inmediata de Jackson fue resumida en pocas palabras: el presidente del Tribunal Supremo, John Marshall, ha tomado su decisión. Dejemos que lo haga valer ahora, si puede.

Mucho antes de que Henry Thoreau abogara por la resistencia pacifica, los cherokees prometieron que nunca irían a la guerra contra los Estados Unidos por sus tierras. Ellos confiaban en la justicia del pueblo estadounidense. Si se sintieron decepcionados, creyeron que algún día el país comprendería el daño que se les había hecho.

En 1838, el general Winfield Scott llegó a Georgia y comenzó a acorralar a los cherokees que no abandonaran voluntariamente sus tierras. Unos 16,000 miembros de la tribu fueron recluidos en prisiones improvisadas. Los hombres de Scott tomaron primero a mujeres y niños, para asegurarse de que los hombres salieran de sus escondites para protegerlos.

Los cherokees fueron forzados a entrar a vagones, comúnmente a punta de bayoneta. Mientras dejaban su tierra ancestral, algunas personas de Georgia  cavaban las tumbas familiares, buscando joyas. Durante cinco meses, fueron sacudidos a lo largo del camino de Georgia a Oklahoma, en lo que se conoció como el 'Camino de Lágrimas'.

Misioneros del norte que compartían el mismo suplicio, fueron testigos de familias sacadas de su hogar de manera tan repentina, que no tenían nada para protegerse de las lluvias heladas de invierno. La neumonía y el agotamiento se llevaron a los viejos y a los muy jóvenes. Aunque los cálculos varían sobre los muertos, los vagones del tren paraban todos los días para enterrar gente a lo largo del camino.

Los años pasaron, y la atención de los Estados Unidos se centró en otra parte. Entonces, en el 2004, el senador republicano por Kansas, Sam Brownback, presentó una iniciativa instando a una disculpa formal con los cherokees y con todas las tribus indigenas del continente por los daños cometidos en el pasado por los Estados Unidos.

Dieciséis años antes, el Congreso se había disculpado por encarcelar a los ciudadanos estadounidenses de origen japonés durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, la  resolución de Brownback languideció hasta el año pasado, cuando se agregó a una reforma al proyecto de ley de defensa de las asignaciones del 2010.

El presidente Barack Obama la firmó el 19 de diciembre de 2009.

La disculpa, aunque tardía, hubiera complacido a Davy Crockett. Él alguna vez peleó junto a Jackson contra los británicos y sus aliados creeks. Pero al oponerse al desalojo de los cherokees, Crockett perdió su escaño en el Congreso. Aunque lamentó su derrota, él dijo que por lo menos su voto “no me avergonzará en el día del juicio final”.

Encuentro este ejemplo digno de recordar, junto con la esperanza de que ninguna generación futura necesite disculparse por lo que se dice o hace ahora.

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