Las lluvias en Colombia dejan millones de damnificados y 138 muertos

Al menos 138 muertos, 1.3 millones de afectados, pueblos literalmente inundados y una alerta amarilla en Bogotá es el último balance oficial de la peor temporada de lluvias en Colombia de las tres últimas décadas.
Esa situación llevó este jueves al presidente colombiano, Juan Manuel Santos, a declarar el estado de calamidad pública en 28 de los 32 departamentos del país.
"Antes de venir para acá, le dije al ministro del Interior (y de Justicia, Germán Vargas Lleras) que declarara la calamidad pública en 28 de 32 departamentos", manifestó Santos durante su participación en la Asamblea de la Confederación Colombiana de Cámaras de Comercio (Confecámaras), en el municipio de Itagüí.
Explicó que esa decisión permitirá al gobierno recibir ayuda y distribuirla con mayor eficiencia y efectividad.
El mandatario reconoció no haber visto antes a Bogotá como en los últimos tres días, dado que no ha parado de llover y esto obligó a las autoridades capitalinas a decretar la alerta amarilla.
Tras más de 72 horas de intensas precipitaciones, el alcalde de Bogotá, Samuel Moreno, decretó la noche del miércoles la alerta amarilla en la capital al activar 20 comités locales de emergencia y reforzar la vigilancia en los 84 puntos considerados críticos.
Desde noviembre de 1973 la capital colombiana no registraba lluvias tan intensas como las de los últimos días, las cuales está previsto sigan hasta finales de diciembre, según el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales de Colombia (Ideam).
Mientras que el río Bogotá alcanzaba el martes los 195 centímetros, el máximo registrado en los últimos 30 años, el Ministerio del Interior y Justicia, a través de la Dirección de Gestión de Riesgo, hacía una llamada a los habitantes de las zonas ribereñas ante una eventual crecida.
Las lluvias torrenciales que registra Colombia desde inicios de 2010, como consecuencia del fenómeno meteorológico de La Niña (enfriamiento de las aguas del océano Pacífico), dejaron hasta este jueves 138 muertos y 1.3 millones de afectados.
Además, según la Cruz Roja Colombiana (CRC), las lluvias anegaron pueblos enteros, y provocaron deslizamientos y emergencias en 561 de los 1,100 municipios del país.
También destruyeron 1,750 viviendas, causaron daños a otras 205,000 y acabaron con más de 120,000 hectáreas de cultivos.
En materia vial, 24 carreteras en todo el país están cerradas por derrumbes y deslizamientos de tierra provocados por los fuertes aguaceros.
Una de las regiones más afectadas es la conocida como la mojana sucreña, en el norteño departamento de Sucre, donde sus alrededor de 250,000 habitantes viven en medio de una inundación.
Gilma Martínez, una anciana de 65 años, anémica y enferma de los riñones, es una de las afectadas: vive sobre unas tablas que la separan del agua que mantiene inundada desde hace cinco meses su humilde casa junto al cementerio de Sucre, un pintoresco poblado ubicado entre los ríos Magdalena, Cauca y San Jorge, rodeado por caños y ciénagas.
Esta zona está literalmente inundada, y sus habitantes sobreviven con los pocos enseres que les quedan ya que la mayoría fue corroída por la humedad.
En este pueblo no hay un milímetro de tierra seco, sólo se está a salvo del agua en los segundos pisos de las viviendas o bien en las casas de los menos pobres levantaron un muro de contención.
El párroco de Sucre, Eduardo Arce, quien celebra la eucaristía en un comedor comunitario donde adecuó en una parte seca un improvisado altar, dijo que sólo les queda organizarse y viajar hasta Bogotá para pedir una audiencia con el presidente Santos para que les ayuden a salir de esa situación tan dramática.
Al igual que el casco urbano de Sucre, su parte rural también está anegada, en una región donde sus habitantes se dedican a la agricultura y la ganadería.
El profesor y escritor Isidro Álvarez, autor de El país de las aguas, explicó que precisamente la ganadería y la agricultura extensivas y descontroladas son parte de la causa por la que cada año las inundaciones de la mojana sucreña son más grandes y devastadoras.
Sólo la llegada de las fuertes lluvias a Bogotá, la capital colombiana, pusieron en alerta un problema que viene sufriendo el país desde hace meses y que en las últimas semanas se ha agravado.