EU vislumbra cancelar la ley que impide a soldados ser abiertamente gays
La ley que impide la participación de los soldados abiertamente homosexuales en el Ejército de Estados Unidos podría llegar a su fin antes de que acabe el año en el Congreso, donde el debate no está tanto en si debe derogarse como en cuándo hacerlo.
Tras un primer revés en el Senado en septiembre y meses de disputas en los tribunales, el Gobierno de Barack Obama lanzó un segundo asalto al Congreso contra la política de Don't Ask, Don't Tell (No preguntes, no digas) , que permite expulsar del Ejército a los soldados que admitan abiertamente su homosexualidad.
Con la oposición de Obama a la ley, el secretario de Defensa, Robert Gates, y el jefe del Estado Mayor Conjunto de EU, Mike Mullen, instaron este jueves a la Cámara Alta a votar para derogar la ley "antes de que acabe el año" y antes, por tanto, de que el Congreso renueve su composición en enero de 2011.
Su recomendación, emitida en una audiencia en el Comité de Fuerzas Armadas del Senado, se basa en un informe que el Pentágono publicó el martes, y según el cual el 70 por ciento de los militares estadounidenses creen que acabar con la medida tendría un impacto "positivo, mixto o inexistente" en su misión.
Gates imprimió un sentido de "urgencia" al voto sobre la ley, dado que el asunto se está litigando de forma "imprevisible" en varios tribunales, y ha sido incluso declarado inconstitucional en uno de ellos, cuando, según el Gobierno, quien debe resolverlo es el Congreso.
Pero esa prisa se ha topado con las dudas de parte del ala republicana, liderada en este asunto por el senador John McCain, sobre si este es el momento adecuado para emprender un cambio semejante en las Fuerzas Armadas, dada la complejidad de las operaciones de combate en la guerra de Afganistán.
"No estoy diciendo que esta ley no deba cambiar nunca. Simplemente estoy diciendo que puede ser prematuro hacer este cambio en este momento, y de esta forma", dijo este jueves McCain en la audiencia.
Para Mullen, no obstante, "la guerra no reprime el cambio", sino que "lo pide", y la mente cada vez más abierta de los estadounidenses hace que no pueda haber "una oportunidad mejor o una generación mejor" para terminar con la medida, firmada por el ex presidente Bill Clinton en 1993.
Gates, por su parte, consideró muy difícil que el fin del conflicto en Afganistán proporcione un escenario mejor para acabar con la medida, porque "el mundo no va a convertirse en un lugar más seguro".
Las voces que están a favor de derogar la ley , aparentemente mayoritarias en el Congreso, deberán presionar ahora para hacer avanzar el asunto dentro de la apretada agenda del último mes de la legislatura, marcado por el temor demócrata al fracaso de sus propuestas con el aumento de representación republicana desde enero.
Sin embargo, esa carrera contrarreloj puede verse entorpecida por el reciente acuerdo entre los republicanos del Senado de no votar sobre ningún proyecto hasta que se resuelvan dos temas prioritarios: la extensión de los recortes de impuestos y el déficit federal.
El resto de dudas de quienes se oponen a derogar la ley se basan en la posibilidad de que afecte a la "cohesión" de las tropas, como indicó hoy McCain al mostrarse escéptico ante la idea de que los soldados abiertamente homosexuales puedan compartir alojamiento con sus compañeros heterosexuales.
Gates replicó que "habrá contratiempos, pero no serán generalizados", aunque "es posible que se agrave el problema de asaltos sexuales" en las misiones en combate.
Un voto positivo en el Senado acabaría con una política que ha motivado la expulsión de 14,000 soldados a lo largo de 17 años, y supondría la mayor transformación en las Fuerzas Armadas de EU desde que una orden ejecutiva de 1948 exigió la integración racial en sus filas.