Las cuerdas olvidadas de violines recuerdan los horrores del Holocausto
Escondido en un sótano en el centro de Tel Aviv, en medio del olor de aserrín y barniz, está un taller de instrumentos musicales cuyo propietario y su hijo han pasado los últimos 15 años encontrando violines, que fueron tocados por víctimas judías del Holocausto, para devolverles la vida.
"Los alemanes confiscaron a los judíos cada violín, viola y violonchelo que pudieron, y estamos hablando de miles, a los que se llevó el viento", dijo Amnon Weinstein, mientras labora entre decenas de violines y arcos que cuelgan de las paredes y techos de su especial lugar de trabajo.
Weinstein es un luthier, un artesano de instrumentos de cuerda, un recuerdo de una era pasada, cuyo bigote y anteojos hacen poco para esconder su pinta de excéntrico. Dice que casi todos los sobrevivientes que tocaron en los campos de concentración debían sus vidas a sus instrumentos.
"Los alemanes los necesitaban para engañar a los judíos. En los campos, si alguien estaba tocando un violín, nadie pensaría que al lado había una cámara de gas. Ese era el plan de esta horrible gente", dijo Weinstein, que perdió casi a 200 miembros de su familia durante el Holocausto.
El propio camino de Weinstein comenzó después de contratar a un aprendiz alemán que lo convenció de dar una conferencia a la Asociación Alemana de Luthiers en Dresden, con el tema de cómo los instrumentos alemanes y austriacos llegaron hasta Israel.
En 1936, Bronislav Huberman, un prodigio del violín, que nació en Polonia en 1882, y Arturo Toscanini, un director italiano, decidieron formar una orquesta filarmónica en Palestina, explicó Weinstein.
"Por supuesto, ellos nunca podrían haber comprendido lo que los nazis habían planeado para el pueblo judío durante el Holocausto, pero ellos sabían que la situación se estaba deteriorando", dijo.
Durante los primeros ensayos en 1936, la mayoría de los músicos que venían a Palestina desde Europa aún apreciaba a los fabricantes de violines y arcos alemanes, dijo Weinstein. Cuando el padre de Amnon, Moshe, también un luthier, emigró en 1938 de Vilna en Polonia, comenzó a dar servicio a los instrumentos de la orquesta de Huberman y Toscanini.
Pero cuando las noticias de la campaña contra los judíos de Europa llegaron a Palestina, estos músicos se negaron a seguir tocando instrumentos alemanes, dijo Weinstein.
"La gente que tocaba instrumentos alemanes o los rompió o los quemó, y algunos fueron con mi padre diciéndole que los tirarían a la basura si él no los compraba", recordó.
Tras la conferencia inicial de Weinstein, pidió en la radio que las personas se presentaran con más historias sobre los "violines del Holocausto". Sólo entonces, comenzó a recibir instrumentos que fueron tocados en campos de concentración e inició la verdadera búsqueda por los sobrevivientes.
En almacenes, mercados de antigüedades y tiendas de violines, encontró violines que pertenecieron a artesanos judíos en Polonia y familias Klezmer en Europa central, desde los guetos de Varsovia, y campos de concentración como Auschwitz.
Cada violín, algunos de los cuales llevan la estrella de David, cuenta una historia extraordinaria y el luthier asegura que puede identificar la historia del instrumento por las marcas y cicatrices que hay en él.
"Hoy en día soy como un policía. Puedo identificar cuáles sufrieron y cuáles no. Los que estuvieron en el Holocausto llegaron en condiciones horribles, así que el taller tomó la decisión de hacer un instrumento de concierto de cada uno de ellos", dijo Weinstein, quien ahora salvaguarda más de 26 de estos instrumentos.
En su propia estimación, él ha realizado un labor voluntaria por el equivalente a casi 200,000 dólares en trabajo para su proyecto, pero mientras más tiempo pasa, se vuelve más difícil encontrar esos instrumentos.
Tras el final de la Segunda Guerra Mundial en 1945, muy pocos sobrevivientes llegaron a Palestina. No podían imaginar o soportar estar en una nueva guerra y por eso, un gran porcentaje emigró a Estados Unidos, de acuerdo con Weinstein.
"Entre 80 y 85% de los sobrevivientes fueron a EU, nadie quería venir a Israel, era de nuevo un lugar en guerra. 89% de ellos, pusieron sus violines en el ático y se olvidaron de ellos", dijo.
Los violines, como los recuerdos, se desvanecieron en las décadas posteriores a la guerra. Al pasar los años, las generaciones siguientes sabían poco sobre los instrumentos olvidados. Muchos de ellos fueron desechados, pero algunos llegaron a las manos de anticuarios y fabricantes de violines, donde Weinstein los localizó.
"Es un periodo muy complicado que es imposible de entender, imposible de explicar, pero el sonido del violín nos lleva de nuevo a ese tiempo. Hoy en día es difícil convencer a la gente que algo como esto sucedió. Esa es nuestra misión, que todo el mundo entienda un poco la fricción. El violín es una fricción, pero puedes escuchar un sonido y hace la vida un poco más comprensible", dijo.
Los "Violines de Esperanza" han sido tocados en orquestas en todo el mundo, incluyendo Turquía, Suiza, Israel y Estados Unidos. Weinstein dijo que su búsqueda continuará para que su música y recuerdos puedan seguir siendo compartidas.