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El presidente de Egipto sigue siendo un aliado vital de EU, dice WikiLeaks

En el marco de las revueltas en Egipto, cables diplomáticos filtrados por WikiLeaks explican la relevancia que tiene el presidente del país
vie 28 enero 2011 03:03 PM
Egipto - protestas
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La relación de Estados Unidos con el presidente de Egipto, Hosni Mubarak, está llena de contradicciones y tensiones, según cables diplomáticos publicados recientemente. Pero también está llena de intereses básicos similares en una áspera e impredecible parte del mundo.

Un análisis de los cables secretos y confidenciales publicados por WikiLeaks y sus medios asociados revela la frustración de EU con la falta de planeación de la sucesión de Mubarak, preocupaciones por el retraso de una reforma económica necesaria y críticas privadas en torno a la línea dura del gobierno de Mubarak con sus opositores internos.

Pero los cables también muestran que Washington considera a Egipto como un importante –y hasta el momento– estable aliado en diversas cuestiones, que incluyen el programa nuclear de Irán, la promoción de las negociaciones entre Israel y la Autoridad Palestina, y en la tarea de hacer una vida difícil a Hamas en Gaza.

Y sobre todo, Egipto es considerado como un baluarte moderado en contra del fundamentalismo islamista patrocinado por Irán.

Los cables muestran que Mubarak ha adoptado persistentemente una línea dura hacia Irán, diciendo a los diplomáticos estadounidenses en el 2008 que había advertido a Teherán sobre "no provocar a los estadounidenses", con la cuestión nuclear e insistiendo en que Egipto nunca podría aceptar a un Irán con armas nucleares.

Mubarak también advirtió en repetidas ocasiones de la influencia de Irán sobre Hamas en Gaza y Hezbollah en Líbano. En un cable de febrero del año pasado,el presidente egipcio fue citado cuando describió "la mano de Teherán se mueve con facilidad en toda la región, desde el Golfo hasta Marruecos".

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Un cable del 2009 señaló que con "el descubrimiento de una célula de Hezbollah en Egipto, los egipcios parecen estar más dispuestos a enfrentarse a los sustitutos y trabajar más estrechamente con Israel".

Para ese fin, los cables describen al gobierno de Mubarak como un socio útil para detener el contrabando hacia Gaza desde Egipto.

Un cable del 2008 citó a una alta figura militar egipcia diciendo que su nación ha gastado aproximadamente 40 millones para comprar acero para un muro subterráneo en la frontera con Gaza, "y Egipto estaba pagando los costos de éste muro en términos de opinión pública tanto dentro de Egipto como en la región".

No hay garantía de que ningún "sucesor", del gobierno de Mubarak tome una línea dura con Hamas.

Para Estados Unidos, la alianza entre Egipto y Arabia Saudita también ha sido un importante contrapeso para la creciente influencia iraní en la "corredor árabe", y entre los estados como Siria y Qatar.

Funcionarios egipcios, de Mubarak para abajo, también han causado una grata impresión entre los visitantes estadounidenses –militares, diplomáticos y congresistas–, que sienten que son los únicos en el mundo árabe que pueden desempeñar un papel como mediador entre Israel y los palestinos. (Egipto firmó un tratado de paz con Israel en 1979, y Mubarak ha resistido la oposición popular a la misma).

Antes de la visita de Mubarak a Washington en mayo del 2009, la embajadora, Margaret Scobey, escribió desde El Cairo que "los egipcios quieren la visita para demostrar que Egipto sigue siendo el indispensable 'aliado árabe', de Estados Unidos".

Scobey dijo que Mubarak era "un realista verdadero y comprobado, precavido por naturaleza y conservador, además de que tiene poco tiempo para metas idealistas".

Él se considera a sí mismo como "alguien que es duro pero justo, que garantiza las necesidades básicas de su pueblo".

Al mismo tiempo, el gobierno de Mubarak ha sido muy sensible ante cualquier percepción ligera desde Washington. Se ha quejado de los recortes a la ayuda económica de EU y de un nivel de estancamiento en la ayuda militar "porque muestra una disminución de nuestro punto de vista de nuestras relaciones", según un cable.

Sobre las presiones para mejorar los derechos humanos, de acuerdo con un cable de Scobey en el 2009, "Mubarak toma este asunto de manera personal, y lo pone furioso cuando tocamos el tema, especialmente en público".

En un cable posterior, dijo que Mubarak "evoca al Sha de Irán : EU lo animó a aceptar las reformas, sólo para ver al país caer en las manos de revolucionarios religiosos extremistas".

El presidente egipcio depende de su ministro del interior y su servicio de inteligencia para "mantener a las bestias domésticas a raya, y Mubarak no es alguien que pierda el sueño por sus tácticas".

Los cables de EU muestran frustración con la negativa de Mubarak a abordar los temas de derechos humanos. En 2008 habría dicho: “Mientras Egipto ha hecho mejoras limitadas en los últimos años, como la libertad de prensa, el progreso en general ha sido lento".

En un cable posterior, Scobey sugirió que la nueva secretaria de Estado, Hillary Clinton, "desee establecer un indicador de una futura discusión sobre democratización y preocupaciones sobre derechos humanos". Pero teniendo en cuenta la sensibilidad de Mubarak, Estados Unidos ha dado pasos con cuidado al presionar al gobierno egipcio sobre los derechos humanos.

Un cable del 2009 dijo que Estados Unidos había evitado "confrontaciones públicas que habían convertido en rutina en los últimos años", sobre derechos humanos.

En los últimos cinco años, los cables revelan una creciente preocupación con la falta de plan de sucesión, y temor a que Gamal, el hijo menor de Mubarak, ocupe el lugar de su padre. Ya en abril del 2006, un cable señaló que Suzanne, la esposa de Mubarak, era el "más ferviente refuerzo", de su hijo, pero agregó: "La posibilidad de que Gamal pueda suceder a su padre sigue siendo profundamente impopular en la calle".

Agrega que, "a diferencia de su padre", (Gamal) no puede dar por hecho el apoyo del ejército, "ya que nunca sirvió como militar". Pero el mismo cable lamenta la falta de contendientes obvios para suceder al envejecido Mubarak, una situación que parece seguir hoy en día".

Scobey escribió con aparente frustración hace dos años que Mubarak "parecía confiar en Dios y en la presencia del ejército y los servicios de seguridad civiles en todas partes para asegurar una transición ordenada".

Los eventos recientes pueden haber minado esa confianza, pero un cable del 2007 señala que el aparato de seguridad interna de Egipto como "un estimado de 1.4 millones de personas, es por lo menos el doble de tamaño que había con Sadat … y hace poco probable cualquier tipo de cambio violento de liderazgo".

Esa percepción ahora es desafiada, y el papel del ejército puede ser fundamental en la decisión del resultado. Un cable del 2008 cita a expertos egipcios describiendo a un "descontento cuerpo de oficiales militares de nivel medio", con los sueldos de los militares quedando muy por detrás del sector civil y los altos mandos oponiéndose a que Gamal suceda a su padre.

Los funcionarios egipcios también señalaron que muchos oficiales estaban frustrados porque la lealtad al régimen diezmaba a la competencia, y que el mejor talento militar estaba dejado de lado en caso de que planteara una amenaza para el gobierno. Incluso así, un cable concluye: "Los militares siguen siendo una poderoza fuerza política y económica".

Después de discutir si los militares pueden intervenir para evitar que Mubarak pasara la batuta a su hijo, el cable concluye: "En un escenario de sucesión desordenado parece difícil predecir las acciones de los militares".

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