El presidente interino de Túnez nombró un nuevo gobierno
El presidente interino de Túnez nombró el lunes un nuevo gobierno, el tercero provisional desde el derrocamiento de Zine al Abidine Ben Ali en enero, y decidió desmantelar el temido aparato de seguridad del ex mandatario, informaron las autoridades.
Intentando hacer valer su autoridad y ganar legitimidad ante los manifestantes que provocaron la huida de Ben Ali a Arabia Saudita el 14 de enero tras un mes de revueltas callejeras, las autoridades están desmantelando las estructuras de sus 23 años en el poder.
El primer ministro interino Beji Caid Sebsi dio a conocer un nuevo gabinete de tecnócratas, en vez de políticos de carrera, ninguno de los cuales ocupó un cargo en la etapa de Ben Ali.
En una rueda de prensa, aseguró que los ministros han sido elegidos basándose en el interés público, para supervisar una transición delicada hasta que los tunecinos elijan una asamblea nacional constituyente el 24 de julio.
"Este es un gobierno temporal que estará en el cargo solo cuatro meses y medio para salvar al país de la grave situación en la que se encuentra", declaró.
Poco después, un portavoz del Ministerio del Interior dijo que se desmanteló la policía política y el aparato de seguridad estatal -notorio por sus abusos de los derechos humanos-, una demanda clave del levantamiento popular.
"Puedo confirmar que se ha decidido acabar con ellos. Adoptaremos otras decisiones que gustarán a la gente", afirmó.
Los dos órganos funcionaban como una agencia de espionaje interior y tenían amplios poderes para actuar contra la oposición al régimen.
Sus funcionarios vigilaban a los políticos de la oposición y a los periodistas, podían arrestar a la gente cuando querían, y fueron acusados por grupos de defensa de los derechos humanos de torturar a los detenidos.
En las últimas semanas, muchos manifestantes aseguraron que agentes de la seguridad estatal se habían infiltrado en las protestas para provocar la violencia y desatar una reacción contraria al levantamiento.
"Es un sueño hecho realidad para todos", dijo Ali Larayedh, miembro del movimiento islamista moderado Ennahda, que fue legalizado tras estar dos décadas prohibido.
"La gente ha sufrido por ellos. Destrozaron la política, los medios de comunicación y la justicia de este país", contó LArayedh, que pasó 14 años en prisión.
Túnez ha intentado recuperar la estabilidad desde la marcha de Ben Ali hace casi dos meses. Las manifestaciones en este pequeño país mediterráneo se han extendido por todo el mundo árabe, pero los estallidos ocasionales de violencia ponen en peligro su difícil transición hacia la democracia.
El nuevo primer ministro aseguró que su prioridad será la seguridad.
"Sin ella no podemos tener desarrollo económico o un programa político. Queremos que los extranjeros vuelvan a visitarnos. La gente no invierte su dinero si no está convencida de que la situación está tranquila", manifestó.
Al preguntársele si los manifestantes estarán satisfechos, Caid Sebsi destacó que la plaza de Túnez utilizada para las protestas hasta el viernes estaba vacía.
"Ya no están ahí. Se han ido espontáneamente y eso demuestra que se fían de mí. No traicionaré su confianza", afirmó.