Madre indignada defiende a su hija, tras acusar una violación en Libia
Como todos, Aisha Ahmad veía el despliegue del fascinante drama en un hotel de Trípoli mientras una mujer irrumpía en un comedor llenó de periodistas y, entre sollozos y gritos, hizo saber que había sido violada por 15 militares de Gadhafi.
Las espectaculares imágenes de la rapidez con que fueron reprimidos la mujer, Eman al-Obeidy, de 29 años, y los periodistas conmovieron a televidentes alrededor del mundo. Pero quizá a nadie tanto como a Ahmad.
Era su hija. Y ella estaba furiosa.
Unas semanas antes, Ahmad quizá hubiera llorado en silencio. Pero ahora, con la guerra en Libia y su futuro en la balanza, Ahmad no teme a Gadhafi.
"Si lo viera a la cara, lo ahorcaría", le dijo a CNN en una entrevista en su modesta casa en la costa oeste de la ciudad de Tobruk.
Ahí crió a sus 10 hijos con su esposo, un agente de aduanas retirado.
De niña, al-Obeidy veía a las aguas azules del mediterráneo, diciéndole a los buques petroleros que se la llevaran a Francia. Le encantan los idiomas, sobre todo el francés.
Ahmad recuerda que su hija siempre quiso ser una periodista, pero, desalentada por la falta de libertad de expresión bajo el régimen de Gadhafi, optó por estudiar derecho en Trípoli y hacer una mejor vida. Ella vivía con su hermana cuando, según dice, fue detenida contra su voluntad durante dos días, golpeada y violada.
Ahmad dice creer cada palabra de su hija, pese a los intentos del régimen Gadhafi por desacreditarla.
El gobierno libio dijo que al-Obeidy estaba enferma mentalmente y borracha. Luego le dijeron prostituta.
Después la historia cambió y dijeron que al-Obeidy estaba lo suficientemente cuerda para soportar procedimientos legales. El vocero del gobierno libio, Moussa Ibrahim, dijo que los hombres acusados de violar a al-Obeidy están siendo investigados, pero los sospechosos, a cambio, han presentado cargos por difamación.
Los intentos por desacreditar a al-Obeidy como una mujer promiscua, no islámica, ata la idea de la vergüenza sexual en una sociedad musulmana conservadora en donde es común creer que una mujer que ha sido violada ha perdido su honor, dijo Mona Eltahawy, una columnista de temas árabes y musulmanes.
Pero que una mujer en una sociedad así salga y diga que fue violada no es cosa menor.
"Nadie haría eso a menos que fuera violada, especialmente en una sociedad conservadora", le dijo Eltawhy a CNN.
El acto de Al-Obeidy terminó siendo tan significativo como el descontento del vendedor de frutas en Túnez que se prendió en llamas e inició la revuelta de la región entera, dice Eltawhy. La forma en que al-Obeidy habló fue sin precedentes y ya se considera como una heroína en algunas redes sociales.
Ahmad dijo que recibió una llamada el domingo que le ofreció un soborno para rechazar los reclamos de al-Obeidy y persuadir a su hija de cambiar su historia.
Ahmad lo rechazó. Ella dijo que apoya a su hija. Así como su familia entera y tribu.
Para mostrar su apoyo, la familia tuvo una ceremonia en ausencia para al-Obeidy en una mezquita en Tobruk el lunes. Ahí nadie piensa que perdió su honor.
El gobierno dijo que al-Obeidy fue liberada , pero no se le ha visto en público desde que fue arrastrada por agentes de seguridad y llevada a esperar en un coche blanco afuera del Hotel Rixos el sábado.
Ahmad no sabe de su hija y retó a Gadhafi a poner un video de ella al aire en la televisión estatal para comprobar su bienestar.
Ahmad dijo que también estaba preocupada por su otra hija. Aparentemente tampoco nadie la ha visto desde el sábado.
Un grupo de abogados y activistas de derechos humanos trataron de acercarse a la casa de la hermana de al-Obeidy el lunes, pero fueron restringidos por fuerzas de seguridad. El teléfono celular de la hermana aparentemente está apagado, dijo a CNN una fuente con la oposición en Trípoli.
La historia de al-Obeidy le dio la vuelta al mundo luego de que irrumpió en el Hotel Rixos cuando periodistas internacionales desayunaban el domingo. Su cara estaba lesionada. También sus piernas. Les mostró a los reporteros sangre en su muslo derecho.
Hablando en inglés, ella dijo que la habían detenido en contra de su voluntad durante dos días y violada por 15 hombres.
Aunque sus heridas visibles parecían apoyar su versión, CNN no pudo verificar de manera independiente la hisotira de al-Obeidy.
"Miren lo que me hicieron las brigadas de Gadhafi", dijo. "Mi honor fue violado por ellos". Al-Obeidy mostró lo que parecían ser quemaduras por cuerdas en sus muñecas y tobillos.
Oficiales del gobierno intentaron calmarla, pero insistió. Incluso un miembro de la cocina del hotel sacó un cuchillo. "¡Traidora!", le gritó. Otro intentó aventarle un mantel oscuro en la cabeza.
Un oficial del gobierno, que estaba ahí para ayudarle a los periodistas, sacó una pistola de su cinturón. Otros lucharon con los reporteros intentando quitarles su equipo. Algunos periodistas fueron golpeados y pateados. Una cámara de CNN fue confiscada y destruida, sin poderse reparar.
Mientras que las fuerzas la arrastraban, al-Obeidy advirtió: "Si no me ven mañana, entonces ya estuvo".
Ahmad dice que no puede parar de llorar. No ha dormido ni comido.
Ella sólo ve el sufrimiento de su hija compartido en público, en un momento crucial de la historia de su nación.